Indonesia, el país asiático con más muertos por el Covid-19 después de China, afronta la pandemia con un sistema de sanidad precario y con el temor de que haya muchos casos del nuevo coronavirus no detectados debido a la escasez de tests.

Las autoridades han confirmado cerca de 6.000 contagios y 520 muertos, incluidos 24 médicos que han fallecido en medio la falta de equipos de protección y el peligro de que los hospitales se vean desbordados si se propagan los contagios en este archipiélago de 260 millones de habitantes y 17.000 islas.

Los datos convierten al país en el más afectado del sureste de Asia mientras se encamina a la recesión económica. Además, a todo esto se suma la entrada en erupción del volcán Anak Krakatau -en español, hijo del Krakatoa-, que desde el 11 de abril empezó a expulsar nubes de ceniza con columnas de humo de más de 500 metros de altura. 

Morir de Covid-19 o de hambre

Este balance tiene lugar en un momento en que el Gobierno indonesio y el Fondo Monetario Internacional (FMI) estiman que casi cuatro millones de ciudadanos caerán por debajo del umbral de la pobreza y más de cinco millones perderán su empleo debido a la pandemia. Esta semana, el ministro de Economía indonesio, Sri Mulyani Indrawati, proyectó el comienzo de una recesión a nivel nacional que intentarán amortiguar con un proyecto de la inversión sobre la pequeña y mediana empresa, una decisión duramente criticada por los trabajadores, que exigen compensaciones directas y urgentes.

A tal punto está llegando la situación que las organizaciones laborales del país han organizado una serie de manifestaciones multitudinarias el próximo 30 de abril a riesgo de generar una ola de contagios entre los asistentes.

"O nos morimos de coronavirus por participar en una manifestación, o nos morimos de hambre por no tener nada que llevarnos a la boca", declaró a principios de esta semana la presidenta de la Federación de Trabajadores Inter-Factorías (FBLP), en declaraciones recogidas por el The Jakarta Post.

A tal punto está llegando la situación que las organizaciones laborales del país han organizado una serie de manifestaciones multitudinarias el próximo 30 de abril a riesgo de generar una ola de contagios entre los asistentes.

"O nos morimos de coronavirus por participar en una manifestación, o nos morimos de hambre por no tener nada que llevarnos a la boca", declaró a principios de esta semana la presidenta de la Federación de Trabajadores Inter-Factorías (FBLP), en declaraciones recogidas por el The Jakarta Post.

Miedo en la población

"La gente está muy asustada en Indonesia, sobre todo en la densamente poblada isla de Java. Muchos grupos locales están realizando sus propias iniciativas para frenar el contagio como controles en las aldeas", explica a Efe Andreas Harsono, investigador de Human Rights Watch (HRW) en Indonesia.

"En casos extremos, han rechazado enterrar en sus cementerios a víctimas del coronavirus", agrega Harsono, también periodista y escritor.

Hasta el momento, las autoridades han realizado un total de 11.242 tests, lo que supone 42 pruebas por cada millón de habitantes, comparadas con las cerca de 352 por millón realizados en Tailandia, más 1.600 por millón en Malasia o más de 11.000 por millón en Singapur.

Indonesia tiene además carencias sanitarias. Según un estudio publicado el pasado enero, el país cuenta con 2,7 camas de cuidados críticos por cada 100.000 habitantes, comparadas con 3,4 en Malasia, 10,4 en Tailandia, 11,4 en Singapur o 28,5 en Taiwán.

Críticas al Gobierno

Aunque ha cerrado las fronteras e impuesto medidas para mantener la distancia social, el Gobierno indonesio está siendo criticado por haber reaccionado tarde y por no imponer una cuarentena más estricta.

"El Gobierno, especialmente el ministro de Salud, Terawan Putranto, subestimó claramente la pandemia", señala Harsono, quien agrega que las autoridades no hicieron acopio con tiempo de tests de detección del Covid-19, mascarillas y trajes de protección, entre otras cosas.

En las redes sociales han llovido críticas contra el Gobierno y, particularmente, contra el titular de Sanidad, quien llegó a sugerir que los rezos estaban protegiendo a los indonesios del coronavirus.

En febrero, Terawan calificó de "insulto" un estudio de la Universidad de Harvard (EE. UU.) que decía que no era plausible que no hubiera contagios en un país que recibe al año dos millones de turistas de China, donde se originó la nueva pandemia.

Primer caso, en marzo

El país no detectó el Covid-19 hasta el 2 de marzo, cuando confirmó sus dos primeros pacientes. El gobernador de Yakarta, Anies Baswedan, ha mantenido un pulso con el Ejecutivo central para que le permita imponer medidas más estrictas de confinamiento y cierres, algo que las autoridades solo realizan de forma gradual.

La semana pasada, Anies alertó de que en Yakarta se habían enterrado a 401 personas muertas por el Covid-19 cuando las cifras oficiales hablaban de 85 fallecidos por el nuevo coronavirus en la capital, según el diario The Jakarta Post.

"No es para mi protección, es para proteger también a otros. Queremos trabajar, pero no morir de forma tonta", dijo en un vídeo viral Hizbullah, un médico de la provincia de Célebes del Sur, al criticar la falta de material de protección para los sanitarios.

Indra Poernomo, un usuario de Facebook, criticó que las enfermeras estén llevando chubasqueros como los que él usa para andar en bicicleta.

Una muestra de la desigualdad en el país ha sido que, mientras faltan medios, el empresario indonesio Jerry Lo hizo tests a su familia y a las personas a su servicio en su vivienda llena de vehículos de alta gama. Hizo un vídeo que se hizo viral en las redes sociales y fue muy criticado por los internautas.

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