Es difícil no imaginar el hotel más lujoso de Riad como un fortaleza. La entrada al hotel Ritz está presidida por dos grandes puertas de piedra que dan paso a un recinto amurallado y que obligan a superar dos controles de seguridad antes de empezar siquiera a vislumbrar sus famosos jardines.

Desde fuera, cualquiera puede imaginarse por qué fue elegido como prisión de lujo por el príncipe heredero Mohammed bin Salman en su llamada "operación contra la corrupción".

La mayoría de los príncipes y empresarios detenidos, más de 30 en total y al menos 11 parientes directos del rey, eran asiduos de estas instalaciones, la conocían y podían sentirse muy cómodos entre lámparas de lágrimas y alfombras de gran calidad que se mezclan en cada rincón.

Hace menos de dos meses que el hotel ha vuelto a recobrar su actividad. Concretamente desde el pasado 14 de febrero, después de que el último de sus presos saliera en libertad y el negocio de esta operación se convirtiera en algo redondo para casi todos.

Lo primero que llama la atención del hall en esta nueva etapa es que es uno de los pocos sitios de Riad donde es fácil encontrar una Budweisser fría, eso sí, sin alcohol. Y luego, las conversaciones a media voz que se mezclan con la música del laúd y que dan la sensación de que algo muy gordo se está cociendo en cada mesa.

Los responsables del Ritz no quieren hacer declaraciones sobre cuáles fueron sus pérdidas durante la operación del Gobierno saudí. Ni qué tuvo que hacer con sus trabajadores. Sin embargo, colaborar con las autoridades de Riad siempre es una buena inversión y se nota nada más traspasar la puerta del hotel.

El hall del Ritz. C. S.

Otros dos arcos de seguridad, uno para hombres y otro para mujeres, sirven no sólo para detectar armas o explosivos sino también para las cámaras de fotos que son también un peligro para lo que se cuece en su hall. Dentro, no menos de 12 guardias vigilan todos los movimientos del recién llegado.

Eso sí, ninguno lleva un arma a la vista y van vestidos con el traje tradicional saudí, aunque sin perder ningún detalle. "No se puede hacer fotos del equipo de seguridad ni de las puertas", insisten en cuanto ven los teléfonos móviles en funcionamiento.

Su principal objetivo ahora es proteger a los hombres de negocios, la mayoría estadounidenses, que intercambian millones de inversiones como si fueran tarjetas de visita.

Entre los trabajadores que han vuelto a sus puestos, nadie habla de la noche en la que bajaron a todos los huéspedes con sus maletas, los subieron a un autobús y dejaron vacío el Ritz entero para encerrar a los "corruptos" más ricos del país. Declinan con una sonrisa como si no entendieran la pregunta.

El otro negocio para el Gobierno

El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, explicó semanas después de la operación contra la corrupción que era como una especie de "quimioterapia para un cuerpo enfermo", pero sobre todo, como se ha demostrado después, era un negocio para las arcas del Estado.

La mayoría de los detenidos, incluido el hombre más rico de Arabia, el príncipe Alwaleed bin Talal, fueron liberados tras llegar a acuerdos financieros con el gobierno por valor de más de 100.000 millones de dólares.

De hecho, Alwaleed bin Talal ha renunciado, además, a su parte de las distribuciones de beneficios anuales como presidente de Kingdom Holding, según explicó la propia empresa de inversiones.

Concretamente, la parte del rendimiento a la que renuncia Alwaleed es unos 79,8 millones de dólares al trimestre, aclara el comunicado.

El príncipe Alwaleed, el empresario más conocido del reino, fue liberado el pasado 27 de enero tras pasar tres meses detenido en el Ritz y tras un acuerdo económico y de no intervención en las reformas que ha emprendido.

Hace apenas unas semanas, en una entrevista en el Ritz-Carlton de Riad, realizada horas antes de su liberación, Alwaleed dijo a Reuters que mantenía su inocencia y esperaba mantener el control total de su empresa.

Ningún miembro del Gobierno ha confirmado su situación y se limitan a decir que cualquier acuerdo incluye una admisión de culpabilidad.

Ante la falta de más información, hay muchos rumores acerca de si Alwaleed ha comprado su libertad con parte de su fortuna, estimada por la revista Forbes en 17.000 millones de dólares, o si se enfrentó a las autoridades y ganó.

"No usaría la palabra arrestado porque fuimos invitados a la casa del rey y luego nos pidieron ir al Ritz-Carlton", aseguró el hombre más rico del país. "Así que fue hecho con honor y dignidad, y nuestro prestigio se mantuvo. No solo el mío, también el de todos los demás", explicó.

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