Washington DC

Tras la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca el pasado mes de mayo, un reportero del canal conservador Fox News y otro del Huffington Post se enzarzaron en una discusión hasta llegar a las manos. La pelea no pasó desapercibida entre los invitados e incluso el Washington Post la recogió al día siguiente en una crónica, que narra cómo la sangre no llegó al río gracias a Sean Spicer, entonces director de Comunicación del Comité Nacional Republicano, que separó a los dos compañeros, invitándoles a dejar la bronca y tomarse unas bebidas. "Sólo trataba de mantener la paz", declaró aquella noche.

Por entonces, la imagen de Spicer era la de un profesional de la comunicación, con años de experiencia en la política, que sabía relacionarse con los redactores sin perder la dureza del discurso que se presume al Partido Republicano. De hecho, cuando se conoció su nombramiento el pasado diciembre como portavoz de la Casa Blanca, los medios y blogs especializados -que habían sufrido ya las embestidas de Donald Trump como candidato- respiraron aliviados ante la llegada de un hombre del sector, bregado en instituciones como la Cámara de Representantes o la Administración de George W. Bush.

Mucho ha cambiado el panorama político estadounidense y la afable relación de Spicer, de 45 años, con los periodistas desde su nombramiento como secretario de Prensa y jefe de Comunicación -puestos que habitualmente ocupan dos personas diferentes- del Gobierno de Trump, que parece haberle contagiado el tono crispado y de enfrentamiento con los “deshonestos” miembros del cuarto poder, a los que el presidente denomina “fake news” (noticias falsas), y que a su juicio representan la verdadera oposición del país.

Las escasas tres semanas que lleva Spicer en el cargo han sido una agonía tanto para la prensa como para este comandante en la reserva de la Armada, católico y padre de dos hijos, que empezó a relacionarse con los republicanos en los años 90, trabajando para el congresista del estado de Nueva Jersey Mike Pappas.

En realidad, el interés de Spicer por la política viene de mucho antes. Natural de Rhode Island, cursó los estudios universitarios de Gobierno en el Connecticut College, del 89 al 93. Este centro lo reconoce como uno de sus grandes estudiantes desde que fue nombrado portavoz de la nueva Administración republicana. De hecho, en su página web alardea de que fue en sus aulas donde comenzó a identificarse con este partido y a involucrarse con el gobierno estudiantil, capitaneando iniciativas para prohibir fumar en un comedor y para conseguir televisión por cable en las residencias. Este periódico ha invitado sin éxito a varios de sus profesores de entonces -identificados por la institución académica- a participar en este reportaje.

En 2012 logró su máster en Estudios de Estrategia y Seguridad Nacional en el centro militar Naval War College de Newport, Rhode Island, y desde entonces, además de sus tareas en el partido, empezó a ser un rostro habitual en las las tertulias de CNN, Fox News y MSNBC.

Con este currículum no se puede decir que Spicer sea precisamente un neófito en lo que a trato con los medios se refiere. Y no sólo por su trayectoria profesional. Desde 2004 está casado con Rebecca Miller Spicer, quien además de haber sido directora asociada de Comunicación del presidente George W. Bush trabajó como productora para las noticias de la filial de la ABC de Washington, así como para otras cadenas en diferentes estados del país.

POSE DE TIPO DURO

Sin embargo, toda esta experiencia no impidió que desde su primer día como portavoz de la Casa Blanca se mostrara incómodo en este puesto, agresivo y tratando de mostrar buenas maneras a la vez que frenaba cualquier posible gesto de proximidad con los periodistas, ese gremio con los que lidia a diario en sus conferencias de prensa como si de enemigos se tratara. Aquella popularidad, sentido del humor e ingenio que algunos medios mencionaron cuando se conoció su designación, se habían esfumado.

“El presidente Trump parece haberle dicho que llevarse bien y tener buenas relaciones con la prensa es de alguna manera desleal”, explicó Rick Tyler, relaciones públicas del equipo de campaña de Ted Cruz, a Vanity Fair. “Nunca le he oído decir una mentira antes de este trabajo. Cuando hay que defender a personas que no se atienen a los hechos, se hace más difícil mantener una buena relación con los medios”, añade este compañero.

En efecto, la nueva pose de Spicer es dura y en ocasiones casi violenta. En su estreno ante los medios, el día después de la inauguración presidencial, convocó una rueda de prensa para proclamar que aquella había sido la investidura más concurrida y seguida de toda la historia, algo que las imágenes y los datos desmentían. No aceptó preguntas y aprovechó para reprender a varios reporteros allí presentes por la cobertura dada por sus cabeceras.

Tampoco ayudó mucho que Kellyanne Conway, asesora de Trump, intentara defender al día siguiente aquella esperpéntica escena, calificando como “hechos alternativos” las falsedades difundidas por Spicer.

“Como reporteros, sospechamos que la gente con la que hablamos podría no darnos toda la verdad, pero es raro que se pille a un político o a un portavoz diciendo algo que tan clara y fácilmente puede ser refutado”, escribía el periodista del Washington Post Aaron Blake al día siguiente. El suyo fue uno de los muchos artículos que denunciaron aquel bochornoso capítulo.

Aquella rueda de prensa presentó a un Spicer que había asumido plenamente el espíritu de Trump contra los periodistas. Sus reprimendas han continuado en las jornadas posteriores, llegando incluso a confeccionar listas de medios que supuestamente no habían cubierto 'convenientemente' algunos ataques terroristas, algo que luego se demostró incierto.

A pesar de todo, su actuación actitud beligerante no le ha servido para congraciarse ni con un bando ni con el otro. Tras su primera aparición, surgieron varias noticias que sostenían que al presidente no le había gustado la vestimenta de su portavoz y que incluso le conminó a cambiarse de ropa.

Además, durante toda esta semana han aparecido varios artículos que apuntan que el magnate no está nada satisfecho con el papel que viene desempeñando su portavoz. La cadena CNN publicó que Trump está muy decepcionado y que culpa a su jefe de gabinete, Reince Priebus, por haber seleccionado a Spicer para un cargo tan visible. Incluso sostiene que ya se está buscando candidatos para relevarlo como director de comunicación.

Cabe recordar que nuestro protagonista no fue la primera opción que el empresario barajó como secretario de Prensa, puesto que le ofreció a Kellyanne Conway pero que ésta rechazó. También se barajaron otros nombres, como el periodista de Fox News Kimberly Guilfoyle.

CRÍTICAS A TRUMP

Su designación fue una sugerencia de Priebus y no era esperada. No hay que olvidar que durante la campaña, en junio de 2015, después de que Trump arremetiera contra el senador John McCain, poniendo en duda que fuera un héroe de guerra por haber caído prisionero, Spicer -entonces director de Comunicación del comité de la formación-, publicó una declaración en defensa del republicano. “No hay lugar en nuestro partido o en nuestro país para comentarios que menosprecien a aquellos que han servido honrosamente”, manifestó.

Además, cuando el empresario iniciaba su andadura política acusando a los inmigrantes mexicanos de traer drogas y cometer violaciones, también apareció en la CNN para enmendarle la plana, poniendo en duda que retratar así a los mexicanos fuera “útil para la causa".

Pero volviendo al presente, en concreto al pasado fin de semana, si algo ha marcado a Spicer poniéndolo en boca de medio país ha sido la hiriente y divertida imitación que de él ha hecho la actriz Melissa McCarthy en Saturday Night Live, convirtiéndose por cierto en una de las interpretaciones más aplaudidas de los últimos tiempos.

DISPARANDO A PERIODISTAS

El programa satírico dibujó al secretario de Prensa desquiciado en medio de una rueda de prensa, gritando a los periodistas, mascando chicle exageradamente, fuera de sus casillas, disparando a los reporteros, con el corresponsal de la CNN enjaulado, y mintiendo descaradamente, una actuación que parece no haber sentado bien en la nueva Casa Blanca -que no es precisamente admiradora de estas imitaciones. Quizá lo más llamativo sea que, según revela Politico, más que la caricatura en sí, lo que ha disgustado a Trump es que haya sido una mujer la que encarnara a su jefe de Prensa.

En los últimos días, según recoge esta publicación, Spicer ha intentado quitarse de encima la mala imagen que ofreció en su estreno, tratando de buscar una relación más cordial con los reporteros fuera de la sala de prensa, e incluso bromeando sobre la llamada de atención que le hizo Trump por su traje aquel día por estar, al parecer, demasiado ajustado.

No lo tiene fácil. Pese a haberse preparado a conciencia para este cargo -con simulacros de rueda de prensa antes de la inauguración presidencial-, el portavoz es consciente de que todos los focos y las críticas de ambos bandos están puestas sobre él, especialmente cuando acuden a sus ruedas de prensa Kellyanne Conway y otros asesores del presidente, lo que se interpreta como una señal de que todavía está bajo supervisión. De momento, se mantiene en el cargo y sus conferencias de prensa seguro que han ganado seguidores tras la genial parodia deSaturday Night Live, un programa donde seguro nadie le va a quitar el puesto.

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