Caracas

Oficialmente, desde el 4 de julio, en Venezuela no debe haber más cortes eléctricos programados por bloques de horarios ni por zonas, en ninguno de los 23 estados del país, mucho menos en Caracas.

“Estamos en condiciones de un servicio eléctrico que funcione de manera natural”, dijo el presidente Nicolás Maduro tres días antes, durante el anuncio de la medida. Pero esa “naturalidad” no se ha visto en los primeros días sin racionamiento; las interrupciones del servicio eléctrico han seguido ocurriendo y así será durante los próximos seis meses, han advertido varios especialistas.

El Gobierno venezolano comenzó a tomar medidas para ahorrar electricidad en febrero, aplicando cortes de luz a centros comerciales y hoteles cinco estrellas, obligándolos además a generar su propia electricidad. A las oficinas públicas les redujo el horario de trabajo y lo fijó desde las 7:30 hasta las 13 horas.

Dos meses después decretó los viernes como no laborables en la administración pública, luego le fue sumando más días de improductividad y el país llegó a tener, durante ocho semanas, solo dos días de trabajo: lunes y martes, y los planteles educativos debieron recortar sus días de clase hasta los jueves.

El 23 de abril entró en vigencia el “Plan de administración de cargas” (nombre dado al racionamiento eléctrico) en todo el país, excluyendo al área metropolitana de Caracas, al estado Vargas (donde se encuentra el aeropuerto internacional de Maiquetía, que sirve a la capital) y a Nueva Esparta, estado insular de gran atractivo turístico. El plan se aplicaría, en principio, por 40 días pero terminaron siendo 70, y de 4 horas diarias sin electricidad se bajó a tres.

La crisis está superada

Todas las medidas ejecutadas se hicieron para afrontar la crisis eléctrica causada, según el chavismo, por el fenómeno “El Niño”, responsable de una prolongada sequía que había afectado fuertemente al embalse de Guri, el más grande del país y del cual depende la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar.

El Guri llegó este año a mínimos históricos (cota 241) y estuvo a dos centímetros de alcanzar el nivel más crítico (cota 239), en el que se podía comprometer el funcionamiento de las turbinas. El 60% de la electricidad que requiere Venezuela es generada por las centrales hidroeléctricas.

"Dado que las lluvias llegaron, que todos los planes de ahorro han funcionado, que el pueblo estoicamente ha colaborado, anuncio que a partir del lunes operará de manera continua, las 24 horas, el servicio eléctrico del país. Hemos recuperado el Guri", fueron las palabras de Maduro el 1 de julio.

El vicepresidente Aristóbulo Istúriz había anunciado que si el nivel del embalse llegaba a la cota 248 suspendían el racionamiento, y al parecer así ocurrió.

El 4 de julio el agua ya superaba los 249 metros sobre el nivel del mar, ha precisado Valdemar Andrade, ingeniero hidrometeorológico, quien trabajó como jefe en el Guri en el área de planificación de sistemas eléctricos. Pero la cota 249 no es la mejor.

“No hemos recuperado el volumen útil del embalse, la cota óptima es 265 y eso lo alcanzaríamos en octubre. Todavía no es una buena cota, o lo es para relajar el racionamiento, no para terminarlo”, ha advertido.

La cota máxima del Guri es 271 metros y solo con una hidrología muy buena o muy lluviosa se podría llegar a ese nivel, pero las probabilidades, indica Andrade, son menores del 10%.

Las estimaciones que han hecho en el departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la Universidad Central de Venezuela indican que en mayo de 2017 el embalse tendrá de nuevo una cota crítica de 240 metros.

“La mejor recomendación es bajar el racionamiento de 3 horas a 1 hora diaria, de forma rotativa, hasta alcanzar la cota 265, no antes, porque si dejamos de racionar la situación en 2017 será peor que este año”, sostiene el ingeniero.

Para Andrade, lo anunciado por Maduro ha sido “una medida política”, porque seguirán aplicándose los cortes de luz pero sin llamarlos racionamiento o plan de administración de cargas, sino “fallas en el sistema”.

El lunes, primer día sin cortes programados, se registraron apagones en seis estados del país: Anzoátegui, Falcón, Zulia, Mérida, Aragua y Carabobo. Y al día siguiente, 5 de julio, los reportes aumentaron e involucraron a los estados Bolívar, Monagas, Anzoátegui, Miranda, Carabobo, Guárico y Zulia.

Termoeléctricas olvidadas

La demanda eléctrica del país suramericano es de 17.000 a 18.000 megavatios (MW) pero esa cantidad no se ha estado generando, recuerda el presidente de la Comisión Eléctrica Nacional del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), Winston Cabas.

De los 16.000 MW que se puede obtener por vía hidroeléctrica solo se dispone de 8.000 MW, máximo 9.000 –precisa Cabas- y de 21.500 MW termoeléctricos instalados, solo se están generando 6.500 MW. Es decir, 14.000 MW en total, un déficit de 4.000 MW.

“Venezuela estará siempre en déficit mientras no se activen nuevas plantas termoeléctricas que sirvan de respaldo a los embalses”, enfatiza el ingeniero.

Miguel Lara, ingeniero electricista que trabajó durante 30 años en la Oficina de Planificación del Sistema Eléctrico venezolano (Opsi), ha informado que 60% de las centrales térmicas de Venezuela están inoperativas y las autoridades eléctricas en lugar de rescatarlas lo que han hecho es abusar del uso de las centrales hidroeléctricas, en los últimos años.

“La precariedad del sistema eléctrico es tal que los ciudadanos seguirán padeciendo constantes y frecuentes apagones imprevistos e intempestivos. Pero además la infraestructura eléctrica no se encuentra en capacidad de soportar la necesaria reactivación del aparato productivo nacional”, asegura.

Aires viejos por nuevos

Es poco lo que Maduro y su tren ejecutivo dicen sobre las termoeléctricas. En el anuncio que daba fin al racionamiento, el Presidente venezolano habló de nuevo de la tesis del “sabotaje eléctrico” y pidió a sus seguidores estar atentos, pues en la última semana se habían electrocutado tres personas tratando de cortar el servicio eléctrico en varias ciudades del país.

“Ya basta de tanta guerra”, dijo Maduro, y para seguir ahorrando megavatios anunció la activación de un nuevo plan, denominado “Cambalache”, con el que cambiará aires acondicionados viejos por nuevos, también para ahorrar.

“Estoy proponiendo que del 1 de julio al 31 de diciembre se instalen dos millones de aires acondicionados ahorradores a lo largo y ancho del país, unos en el sistema decambalache. Y pudiéramos en octubre o noviembre, llegando Navidad, sacar un lote grande de estos aires acondicionados ahorradores a la venta del pueblo venezolano, a través de Mi Casa Bien Equipada”, informó Maduro.

Los nuevos aires acondicionados, según el mandatario venezolano, reducen en 62% el gasto de energía, por lo que el Gobierno estima ahorrarse 2.000 MW con esta medida, al finalizar el año.

Pero los especialistas dudan de esta nueva acción salvadora. “Pueden cambiar todos los equipos de aires acondicionado del país, pueden modificar el huso horario, pero mientras no se planifique la gestión de mantenimiento de las plantas termoeléctricas, de las líneas de transmisión y del sistema de distribución, todo lo que se haga será como echar en saco roto cualquier tipo de decisión política”, sostiene Cabas.

Incluso las medidas de reducción de los días laborables en la administración pública, horarios y días de clase, y las aplicadas a centros comerciales y hoteles, son evaluadas por estos expertos como “insignificantes” con respecto al ahorro que pudieron representar.

“La crisis eléctrica es producto de decisiones políticas asociadas al modelo de gestión socialista que se impuso al sector, al centralismo, estatismo, militarismo y politización; y la decisión de racionamiento es producto del mal manejo del sector eléctrico y de la falta de conocimiento que predomina allí. Por eso los cortes seguirán ocurriendo y las excusas de las autoridades seguirán siendo las mismas: fenómenos climatológicos y un sabotaje sin rostro e inexistente”, asegura el ingeniero electricista Miguel Lara.

Noticias relacionadas