Hasta este viernes, Lviv era el reducto de paz en el horror que se ha convertido Ucrania desde que Vladímir Putin decidió invadir el país. Allí, la vida todavía transcurría con alguna normalidad, lejos de las bombas, la violencia y la destrucción que inundaron el resto del país. Pero, esta madrugada, los rusos han bombardeado las inmediaciones de la ciudad, destruyendo una planta de reparación de aeronaves, cerca del aeropuerto, a siete kilómetros del centro de la ciudad.

Según informa la agencia local Interfax-Ukraine, los rusos han lanzado "seis misiles de crucero, posiblemente X-555, disparados desde un submarino en el Mar Negro". Dos de esos misiles de fabricación rusa, con un alcance máximo de 3.000 kilómetros, fueron destruidos en el aire por las fuerzas antiaéreas del comando occidental ucraniano.

El alcalde de Lviv, Andriy Sadovy, informó de los hechos, en su cuenta de Telegram. "Los misiles Rashist impactaron en el área cercana al aeropuerto de Leópolis. Varios misiles alcanzaron la planta de reparación de aeronaves. Sus edificios fueron destruidos por los impactos. El trabajo en esta planta se había detenido con anterioridad, por lo que no hay víctimas", explicó.

Aunque el aeropuerto de la ciudad no ha sido atacado directamente, sí se han dañado los edificios anexos a las instalaciones aeroportuarias. El aeropuerto de Lviv se había convertido en un punto crucial de la ruta de suministro de armas al ejército ucraniano. Este mismo viernes, el ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, había vuelto a recordar que los cargamentos con armas que llegan a Ucrania estos días y las infraestructuras que le sirvan de soporte serán considerados como objetivos "legítimos" de ataque.

"Hemos dado a entender de una forma muy clara que todos los cargamentos que llegan a Ucrania, y que, en nuestra opinión, transportan armamento, serán objetivos legítimos (de ataque)", dijo el ministro de Exteriores en una entrevista con la cadena rusa RT.

Además de punto de abastecimiento, Lviv se había transformado en el principal punto de paso para la mayoría de los ucranianos que se ven obligados a huir del país hacía la Unión Europea, entrando por Polonia, y también en el refugio de muchos que no han querido abandonar el país por ahora. 

Después de los bombardeos de esta madrugada, ACNUR teme que una nueva ola de refugiados se dirija a Polonia y a otros países vecinos de Ucrania. "Si hay una escalada del conflicto en la ciudad y sus cercanías habrá renovados movimientos de población hacia la frontera", subrayó el portavoz de ACNUR Matthew Saltmarsh, en una en rueda de prensa virtual desde la frontera polaca.

Los refugiados ucranianos ya son más de 3,27 millones, y Polonia, cuya frontera se encuentra 80 kilómetros al oeste de Lviv, ha acogido a más de dos millones de estas personas que huyen de la guerra y la catástrofe humanitaria. Saltmarsh señaló que en los últimos días el flujo de refugiados en la frontera entre Polonia y Ucrania se había estabilizado, porque "muchos ucranianos habían buscado la seguridad de Lviv". Seguridad esa que los misiles rusos de esta madrugada han hecho desaparecer. 

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