El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció este jueves que se van a duplicar los efectivos que su país utiliza para los controles fronterizos, hasta las 4.800 personas, y que en diciembre pedirá a los otros líderes de la UE una reforma en profundidad del Tratado de Schengen sobre las fronteras exteriores.



Macron, que se desplazó hasta el puesto fronterizo del Pertús, con España, dijo que el objetivo es "luchar contra la inmigración clandestina" e impedir que esos flujos sean utilizados por los terroristas.



En una declaración ante la prensa, explicó que quiere que con la reforma de Schengen la Unión Europea (UE) se dote de "una verdadera policía" para controlar sus fronteras exteriores y que la toma de decisiones se haga "de forma mucho más integrada".

Precisó que hará propuestas en el Consejo Europeo de diciembre para repensar la organización de Schengen, intensificar la protección común "con una verdadera policía de seguridad de las fronteras exteriores" y dar más competencias a las reuniones de ministros de Interior de los países miembros para así lograr una mayor eficacia.



"Lo que quiero -subrayó- es que refundemos este espacio (Schengen) para que sea más coherente" y para que el peso del control de las fronteras exteriores no recaiga únicamente en los países que las tienen.



El jefe del Estado francés, que estuvo saludando a las fuerzas del orden francesas y españolas en El Pertús, contó que Francia ha pedido a la Comisión Europea que se prolongue la autorización para realizar controles fronterizos en el interior de Europa, como lo viene haciendo desde los atentados terroristas de noviembre de 2015.



De hecho, este refuerzo se produce en medio de la polémica que se ha generado en Francia tras el último atentado de Niza contra una iglesia, ya que su autor, Brahim Issaoui, es un joven tunecino de 21 años que entró a Europa de forma clandestina a finales de septiembre desde su país por la isla italiana de Lampedusa.



Las autoridades italianas, después de ficharlo, lo trasladaron al puerto de Bari el 9 de octubre y tras varias semanas en Italia cruzó la frontera francesa uno o dos días antes de perpetrar el atentado de Niza, en el que asesinó a tres personas.



Algunos barones de la oposición de derechas, como el alcalde de Niza, Christian Estrosi, han pedido la suspensión de los acuerdos de Schengen y el restablecimiento de los controles sistemáticos en las fronteras francesas.



Macron, sin entrar directamente en el caso de Issaoui, reconoció que hay terroristas que "utilizan los flujos de inmigración" y que también se sirven de las redes de narcotraficantes y de quienes trafican con personas.



En cualquier caso, rechazó la idea de una legislación de excepción, insistió en que "Francia no es una isla" y en que la inmigración es necesaria, pero también en que las reglas de entrada "tienen que respetarse".



Macron aseguró que el despliegue de los nuevos policías, gendarmes y militares encargados de vigilar las fronteras interiores se hace "en muy buena coordinación, en particular con nuestros amigos italianos y españoles". 

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