Cerca de tres semanas después de su última aparición pública, la ausencia de toda imagen del líder norcoreano, Kim Jong-un, ha desatado una tempestad de rumorología que, en los últimos días, ha apuntado su presunta muerte o incluso haber caído a un "estado vegetal" tras pasar por una operación coronaria que no habría salido del todo bien.

Y aunque el régimen ha salido al paso este mismo lunes con un hipotético mensaje de su ciudadano más importante con el que pretenden dar carpetazo al asunto, el efecto obtenido ha sido mínimo: el mundo quiere ver y escuchar de verdad al dictador.

No es la primera vez que Kim Jong-un 'desaparece' por un tiempo. En 2014 se replicó una situación similar que duró 40 días, tras los cuales el líder norcoreano reapareció, bastón en mano, al someterse a una operación de tobillo. Una dolencia más liviana que la supuesta intervención de corazón, con el riesgo añadido de que Kim III tiene antecedentes familiares de problemas circulatorios y alguna condición que juega en contra, como su afición por el tabaco y su sobrepeso.

Sin embargo, en estos días en los que no se ha filtrado ninguna imagen de su actividad a las que nos tiene acostumbrados, cobra especial relevancia el hecho de no haber encabezado los fastos en homenaje de su abuelo, el pasado día 15, en lo que constituye una de las principales fiestas de Corea del Norte, y en la que tradicionalmente es el rostro más visible.

Alejandro Cao de Benós, representante de Corea del Norte en el exterior, aseguró que el principal motivo para no haber salido en público se debe a las restricciones motivadas por el coronavirus en todo el planeta y que en Pyonyang tampoco son diferentes: por eso se habían suspendido las grandes aglomeraciones tan típicas de estas citas y por eso Kim Jong-un no habría acudido.

Cao de Benós, precisamente, ha aparecido en varios programas de televisión en España para desmentir categóricamente cualquier tipo de situación fuera de lo normal en Corea del Norte, e incluso recordó que el Gobierno de Corea del Sur también ha confirmado que "nuestro mariscal se encuentra vivo y con buena salud".

Lo único que ha concedido el régimen como reacción ante la incertidumbre generada es una nota de prensa que recogen los medios locales. En la misma, Kim Jong-un agradece a unos trabajadores su labor en un centro turístico de Wonsan, si bien no parece haber ayudado a calmar las aguas. Es, precisamente en esta ciudad de la costa este del país donde se ha conseguido ubicar el tren que transporta habitualmente al líder local, e incluso se señala que permanece en el complejo como precaución ante el Covid-19.

Pero sin ver imágenes suyas, ni el desmentido oficial ni las noticias de Seúl, ni el que EEUU reconozca que no se ha advertido ningún movimiento inusual, aportan mesura a una historia que se nutre de informaciones interesadas de un lado y de la opacidad del otro. China, que ha enviado un equipo de expertos a Pyongyang, médicos incluidos, tampoco ha ayudado a arrojar luz sobre el asunto.

Imagen de satélite del supuesto tren de Kim Jong-un en Wonsan Reuters

El debate sucesorio

Pero independientemente del estado real de Kim Jong-un, es legítimo preguntarse qué sucedería en el país en caso de que falleciera. Al tratarse de la única dictadura comunista hereditaria del mundo es lógico que, quien perpetúe la dinastía, esté en su seno. Sin embargo, lo que fue un tema bastante claro en otras sucesiones previas, ya con un candidato designado previamente, es una incógnita en la actualidad dada la corta edad del líder y de que no tenga hijos que pudieran hacerse con un cargo de tanta responsabilidad.

Estos días el nombre del que más se ha mencionado es el de su hermana, Kim Yo-jong. Su rápido ascenso en la jerarquía norcoreana la coloca en una posición privilegiada dada su educación -en colegios suizos, como su hermano-, su proximidad al líder y su papel, cada vez más protagonista entre la ciudadanía: hace semanas que "ha comenzado a hacer declaraciones oficiales" y, además, su rostro también es conocido en el exterior dado que se dejó ver al frente de la delegación de su país en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang en 2018, e incluso ha acompañado a su hermano en las cumbres con Donald Trump.

La hermana de Kim Jong-un, la representante de la delegación norcoreana en Corea del Sur. Reuters

La transición en un país como Corea del Norte es particularmente trascendente dado que buena parte del equilibrio geopolítico en la zona tiene que ver con su red de apoyos. De ahí que el quién ostente el poder no sea una cuestión trivial. Desde que Corea del Norte está regido por la dinastía de los Kim no se había tenido este hipotético problema. El fundador, Kim Il-sung, falleció en 1994, dejando al mando a su hijo Kim Jong-il, que tenía 53 años y llevaba más de una década preparándose.

En este sentido, Kim Jong-un fue una sorpresa en su momento porque apenas era conocido y dada su juventud carecía de la experiencia de sus antepasados en el ámbito político o militar. De ahí que la apuesta por su hermana pueda suponer otro nuevo salto al vacío, por no hablar de cómo podría entenderse su teórico mandato en una sociedad cuya élite es eminentemente masculina, si bien un analista del Instituto Sejong en Corea del Sur aseguró que su "probabilidad de heredar el poder es mayor del 90%".

Un salto al vacío

De lo poco que se conoce de su biografía, ha trascendido su ambición y su fuerte carácter, su afán por controlar el aparato de propaganda -de hecho, es la Directora de ese departamento- e incluso se apunta a abusos de poder respecto a subordinados.

La opción de Kim Yo-jong estaría sobre la mesa. Sin embargo, no son pocos los analistas que temen que, en caso de fallecer Kim Jong-un, se abriera otro escenario más temible para la población: el de una guerra civil por el poder, una situación catastrófica para los ciudadanos y que, según estos expertos, obligaría a intervenir a terceras potencias como Estados Unidos, Corea del Sur o China, un escenario que, señalan, "podría ser peor que lo de Afganistán o Irak".

Más allá de estas opciones hay otras dos, a priori menos probables. Los hijos de Kim Jong-un. O los supuestos hijos, porque oficialmente nunca han sido presentados ni dentro ni fuera del país y solo a través de los servicios de inteligencia surcoreanos sale que tendría tres vástagos con su esposa, Ri Sol-ju. El mayor habría nacido en 2010, muy pequeño para pensar en su ascenso, y solo a través de el exjugador de baloncesto de la NBA Dennis Rodman, se pudo confirmar que, al menos, también había una hija.

Kim Jong Chol, hermano de Kim Jong-un descartado como líder por su padre. Reuters

Pero si estos pequeños tienen pocas posibilidades de sucesión, puede que sorprenda que el hermano mayor de de Kim Jong-un, Kim Jong-chol,  tenga aún menos. Su padre ya le eliminó en su momento de la candidatura por considerarlo "como una niña" o "demasiado afeminado", según reveló el cocinero personal de Kim Jong-il, el japonés Kenji Fujimoto en un libro. Actualmente, y según miembros de la embajada norcoreana en Londres, parece que tiene más interés por las "guitarras" que por convertirse en el que dirija la suerte de una nación que, sea del modo que sea, espera a su líder. O al menos, a que se muestre como acostumbra.

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