París

Si se cumplen los pronósticos, el partido del presidente francés, Emmanuel Macron, sufrirá en las municipales de este mes un fuerte revés electoral que confirmará que carece de implantación territorial y que, a dos años de las presidenciales, su reelección no es pan comido. Además, las elecciones de este domingo tienen lugar en plena pandemia del coronavirus, y los efectos del pánico se podrían notar en la participación y el resultado. 

Macron, que ha cerrado todos los centros educativos hasta nuevo aviso, ha decidido no retrasar los comicios para no "parar la democracia", pero se extremarán las medidas de precaución para que los centros de votación no se conviertan en un foco de contagio. 

Diferentes analistas consultados consideran que, aunque este domingo y el siguiente los franceses acuden a unos comicios locales, el resultado será también leído a nivel nacional, y todo apunta a que no será muy favorable al actual inquilino del Elíseo.



"Si La República En Marcha (LREM, el partido de Macron) no conquista ninguna gran ciudad, el desastre será mayúsculo", apunta el profesor de Sciences Po Bruno Cautrès.

París, batalla imposible

Prácticamente descartado el triunfo de sus candidatos en París y Marsella, las dos grandes ciudades del país, el punto de mira está situado en dos municipios: Lyon, donde el macronista de primera hora y exalcalde socialista Gérard Collomb tiene opciones de ser reelegido, y Le Havre, feudo del primer ministro, Édouard Philippe, que dio un paso al frente y es candidato.



En este segundo caso, apunta el analista Franz-Olivier Giesbert, "si no es elegido se vería obligado a dimitir de su puesto y eso generaría una crisis de Gobierno".



Otros ministros también optan a alcaldías y, aunque Macron ha dicho que su continuidad en el Ejecutivo no depende del resultado, un tropiezo electoral les restaría legitimidad, agrega.



Por mucho que desde el Elíseo se reste dimensión nacional a las municipales, son muchas las voces que consideran que marcarán un punto de inflexión en la legislatura y que Macron puede aprovechar para dar a su acción una mayor dimensión social y ecológica que no puede seguir encabezando Philippe, un político procedente de la derecha.



El actual primer ministro era ya alcalde de la ciudad donde el Sena vierte sus aguas al Atlántico cuando fue nombrado para dirigir el Ejecutivo en mayo de 2017. En 2014 conquistó el cargo en la primera vuelta y ahora los sondeos le auguran que tendrá que pelear hasta el final y que su elección no está asegurada si la izquierda y los ecologistas unen fuerzas y la extrema derecha se mantiene en la segunda.

Conquistas necesarias

La victoria en Le Havre no sería suficiente para LREM, según Giesbert, que considera que el partido macronista "necesita otras conquistas para salvar las apariencias".



"De lo contrario", apunta el exdirector del semanario "Le Point", "tendría muy complicado no reconocer una segunda derrota electoral consecutiva tras la de las europeas" del año pasado, cuando fue superado por la extrema derecha como fuerza más votada.



Lyon, tercera ciudad del país, puede servir de consolación. Collomb goza en la tercera ciudad del país de un gran predicamento tras 17 años al frente de un municipio, solo interrumpidos por un paréntesis de año y medio al frente del Ministerio del Interior, que abandonó en octubre de 2018 por discrepancias con Macron pero también para regresar a su feudo.



El veterano barón local, uno de los sustentos más destacados del triunfo de Macron en 2017, se enfrenta a un panorama electoral complejo, porque su retorno a la ciudad levantó ampollas que se tradujeron en una lista disidente que mantiene mucho predicamento.



A ello se suma el empuje de los ecologistas, que pisan los talones al alcalde, lo que aboca el resultado final a un juego de alianzas tras la primera vuelta y, sobre todo, poselectorales, en una de las tres ciudades del país, junto a París y Marsella, donde el alcalde es elegido por los concejales de distrito.



Un escenario similar aparece en Estrasburgo, donde el las alianzas entre ecologistas e izquierdistas en la segunda vuelta pueden privar de la alcaldía al candidato macronista, bien posicionado en los sondeos en la primera vuelta.

Macron, al margen

Pese a esa incertidumbre, Macron no se ha implicado en las municipales, con el riesgo de dejar desamparadas a sus tropas, pero evitando que su figura se vea manchada por la previsible debacle.



En París, tras la sustitución de su candidato a última hora por el escándalo de la difusión de imágenes sexuales, LREM envió a la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, que no alcanza el 20 % de la intención de voto, en una ciudad en la que Macron arrasó en las presidenciales.



Buzyn, que afronta también una lista disidente liderada por el matemático Cédric Villani, expulsado del partido de Macron, aparece en los sondeos lejos de la socialista saliente Anne Hidalgo (26 %) y de la conservadora Rachida Dati (23 %), que se jugarán la simbólica Alcaldía de la capital.



Peor se presentan las cosas en Marsella, donde el candidato macronista no llega el 10 % de las intenciones de voto y carece de opciones, al igual que en otras grandes ciudades, como Montpellier, Lille o Nantes.



En Toulouse y Niza, el partido de Macron optó por no presentar candidato y apoyar la reelección de dos figuras de la derecha, una estrategia que se negó a aceptar en Burdeos, donde su candidato, una figura muy cercana al presidente, supera por los pelos el 10 % de las intenciones de voto.

Dinámica negativa

"La herida de las municipales puede ser profunda, sobre todo porque incide en la dinámica negativa en la que ha entrado el presidente desde la aparición de los 'chalecos amarillos'", asegura Giesbert.



"El presidente constatará que su único valor electoral es él mismo", señala Cautrès, que considera que estos comicios, "pueden también dar esperanzas a la oposición de derrotarle en dos años".



Aunque el politólogo cree que la auténtica carrera para las presidenciales se abrirá en las regionales del año que viene, que algunos "barones" de la derecha tienen fijadas como trampolín hacia el Elíseo.



Es el caso de Xavier Bertrand, presidente de la región del Norte, y Valérie Pecresse, al frente de la de París.

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