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    Erich Honecker, presidente de la República Democrática Alemana

    A inicios de 1989, Erich Honecker dijo que el Muro seguiría existiendo mientras no fuesen superados los motivos que llevaron a su construcción. “El Muro permanecerá 50 años, e incluso 100 años, mientras no se eliminen las razones que lo hacen necesario”, dijo. Los motivos, según él, eran  la protección contra el capitalismo y el fascismo. Honecker fue obligado a dimitir el 18 de octubre, de 1989, pocos días después de celebrar el 40º aniversario de la fundación de la RDA. Honecker contempló, impotente, el final de una era cuando su sucesor, Egon Krenz, dio la orden de no reprimir a la multitud que abrió pasos en el Muro. 

    Años después Honecker fue procesado por la muerte de 192 personas que intentaron cruzar ilegalmente el Muro durante su mandato. Su grave estado de salud le permitió seguir en libertad.

    Reuters
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    Helmut Kohl, canciller de la República Federal Alemana

    El canciller que lideró la reunificación alemana. Su perseverancia en acelerar la unificación del país permitió que, menos de un año después de la caída del muro, se firmara el tratado de adhesión de la RDA a la RFA. Solo tres semanas después de la apertura de los pasos fronterizos en Berlín, Helmut Kohl presentó ante el Parlamento Federal un plan de 10 puntos para la reunificación de Alemania, que todavía provocaba mucha desconfianza en el exterior.

    Kohl supo aplacar a los escépticos y desarrolló relaciones cercanas con George Bush, Mijaíl Gorbachov y François Mitterand, quien lo ayudó a convencer a otros mandatarios europeos de volver a integrar a Alemania. Sin embargo, la rapidez del proceso, el coste económico y la desconfianza de una parte del mundo académico hicieron al canciller objeto de toda clase de críticas. 

    EFE
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    Mijaíl Gorbachov, presidente de la Unión Soviética

    Con la elección de Mijaíl Gorbachov para la secretaria general del Partido Comunista de la Unión Soviética, el léxico político se familiarizó con dos palabras: perestroika (reestructuración) y glásnost (liberalización, apertura, transparencia). Poco a poco, el líder de la URSS fue abrazando los vínculos económicos con Occidente y se fue haciendo a la idea de un desarme nuclear y de que el pacto de Varsovia terminaría por desaparecer.

    Avisó a Honecker de que "quien no se adapta a su tiempo termina derrotado", un consejo que terminaría por ser premonitorio. "Lo que nosotros ni nuestros socios occidentales esperábamos es que la historia acelerara su paso de una manera tan increíble", admitiría Gorbachov años más tarde.

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    Ronald Reagan, presidente de EEUU

    "Señor Gorbachov, derribe este muro". Mirando a cámara y tras una pausa dramática, Ronald Reagan interpelaba de esta manera a Gorbachov, en un discurso ante la puerta de Brandeburgo, el 12 de junio de 1987.  "Secretario general Gorbachov: si usted realmente desea la prosperidad de la URSS y de Europa oriental, si quiere sinceramente la libertad, venga aquí, abra esta puerta", dijo.

    El muro tardaría dos años aún en caer. Ronald Reagan, quien se erigió como uno de los grandes defensores de los movimientos anticomunistas de todo el mundo cuando alcanzó la presidencia de EEUU en 1981, fue uno de los líderes que más maniobró para acabar con la URSS. La llegada de Mijaíl Gorbachov al poder, autor de la apertura soviética, posibilitó la colaboración entre los dos países. Hasta final de su mandato, Reagan seguiría presionando para conseguir la caída del muro que habría de concretizarse en el mandato de su sucesor, George Bush.  

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    François Mitterrand, presidente de Francia

    El presidente francés François Mitterrand llevaba años trabajando en la hipótesis del fin del bloque soviético y obsesionado con que su colapso fuera pacífico y no frenara la construcción europea, según reconocen ahora sus colaboradores.

    Durante años, esa prudencia del entonces inquilino del Elíseo fue interpretada como una oposición a la reunificación alemana, una tesis que rechazan los defensores de la memoria del primer presidente socialista del país. "Yo creo que Mitterrand era más favorable a la reunificación que el propio Kohl (canciller de la República Federal Alemana), que era más prudente, se imaginaba un periodo de transición más largo", asegura Jack Lang, exministro de Cultura.

    La prioridad de París pasaba por que la eclosión del bloque soviético no degenerara en un sangriento enfrentamiento, que se desarrollara de forma democrática y que no debilitara la construcción europea.

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    Juan Pablo II

    Cuando el bloque soviético empezó a perder empuje, Polónia asumió la cabecera de los cambios sociales. En ese hervidero dos hombres asomaron como artífices de la caída del régimen comunista: el líder sindical Lech Walesa y el papa Juan Pablo II. En 1979, de visita por el país por primera vez, Juan Pablo II pronunció un discurso donde dos mensajes pasarían a la historia "No tengáis miedo" y "Cambiad la faz de la tierra. De esta tierra".

    Un año después, el sindicato Solidaridad, impulsado por Walesa impulsó una ola de huelgas y manifestaciones por todo el país. El papa apoyó a Walesa de modo constante en su propósito de acabar con el comunismo y destruir el muro que dividía Berlin. 

    "La verdad es que el 50% de la caída del muro pertenece a Juan Pablo II, el 30% a Solidaridad y Lech Walesa y solo el 20% al resto del mundo. Esa era la verdad entonces y es la verdad ahora", sentenciaba Walesa en 2009.

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    Günter Schabowski, portavoz del Gobierno de la RDA

    A él se atribuye el fin definitivo del muro de Berlín. El 9 de noviembre de 1989 sus palabras precipitaron la caída del muro que se daría horas después. Ese día, Schabowski estaba detallando ante la prensa extranjera la decisión de la RDA de autorizar las salidas del país. Entonces un periodista preguntó cuándo se haría efectiva la medida y Schabowski, titubeó y terminó diciendo algo como  "Si mis informaciones son correctas, hasta donde llega mi conocimiento, inmediatamente".

    La noticia corrió como la pólvora y una muchedumbre se acercó a los puestos fronterizos donde los oficiales, sin órdenes claras y temiendo males mayores, decidieron abrir las barreras por su cuenta.

    "Yo no me calificaría de héroe que abrió la frontera; en realidad, actué para intentar salvar el sistema de la RDA", dijo Schabowski a la prensa alemana en el 2009.

    Pasó menos de un año en prisión, condenado por las muertes de alemanes orientales al intentar cruzar el Muro.