Al menos 57 presos han muerto este lunes en una rebelión en un presidio del estado amazónico de Pará, en el norte de Brasil, según informaron fuentes oficiales.

La Superintendencia del Sistema Penitenciario del Pará (Susipe) ha confirmado a Efe que, tras un enfrentamiento entre facciones criminales rivales, iniciado a las 7.00 (hora local), al menos 57 presos del Centro de Recuperación Regional de Altamira fueron asesinados. 

Además, 16 de ellos fueron decapitados y un número indeterminado falleció por un fuego provocado, según 'O Globo' y G1. Varias personas resultaron heridas y dos agentes penitenciarios llegaron a ser tomados como rehenes por los amotinados pero ya fueron liberados.

Otros incidentes

No es la primera vez que una reyerta deja decenas de muertos en las cárceles de Brasil. A finales de mayo de este año el país tuvo que hacer frente a una grave crisis después de que en varias cárceles apareciesen durante dos días más de 50 cadáveres de presos que habían muerto después de peleas. 

En esa ocasión la Secretaría de Administración Penitenciaria de Amazonas aseguró en una nota que la situación estaba "bajo control", con todos "los presos entre rejas", e informó que se había una investigación para esclarecer la serie de crímenes.

El trágico motín de este lunes ha vuelto a reabrir el intenso debate sobre las precarias condiciones de las penitenciarias de Brasil, el tercer país con más reclusos en el mundo detrás de Estados Unidos y China.

El ataque dentro de la prisión de Altamira ha chocado a la opinión pública debido a su ferocidad.

"Ataque localizado"

"Fue un ataque localizado y orientado a exterminar integrantes de una facción rival. Ellos (los atacantes) entraron, mataron y prendieron fuego", afirmó el secretario y dirigente de la Superintendencia del Sistema Penitenciario del Pará (Susipe), Jarbas Vasconcelos, en declaraciones a la prensa.

La Susipe detalló que la pugna comenzó sobre las 7.00 hora local (10.00 GMT), cuando los agentes carcelarios servían el desayuno a los reclusos.

Minutos después, presidiarios de un segundo pabellón, quienes pertenecen a una facción criminal con ramificaciones en todo el territorio brasileño, habrían entonces irrumpido en el local e iniciado un ataque con "armas artesanales", en su mayoría cuchillos, contra los integrantes de la organización rival, más implantada localmente.

Durante la acción, dos agentes carcelarios fueron capturados como rehenes, pero fueron liberados horas después sin heridas de gravedad.

Al menos otras dos personas resultaron heridas y fueron ingresadas en un hospital de las cercanías del centro de reclusión de Altamira, ubicado a unos 850 kilómetros de la capital de Pará, Belém.

Asimismo, equipos de socorro, de la Policía Militarizada, Civil y del Juzgado del estado se dirigieron al lugar de los hechos y finalmente lograron poner fin al motín.

Familiares de algunos de los reclusos habían realizado a finales del pasado mayo protestas y pedidos para que las autoridades transfiriesen integrantes de una de las facciones a otras unidades de detención.

Pero según Vasconcelos no había ningún "indicativo" de los servicios de Inteligencia sobre una posible pugna entre las dos bandas y, por eso, no estaba prevista la transferencia de presos a otros complejos carcelarios.

Por su parte, la Alcaldía de la ciudad informó en un comunicado que "sigue acompañando la situación en el presidio" y está en contacto con el gobernador regional de Pará, Helder Barbalho, para tomar las medidas necesarias.

En contraste a los números divulgados anteriormente por el Gobierno del estado -de que el complejo tendría capacidad para 200 presos aunque alberga 311-, el Consejo Nacional de Justicia detalló en un informe que el presidio mantiene un total de 343 reclusos, más que el doble de su aforo, que es de 163 plazas.

Según el documento, el Centro de Recuperación Regional de Altamira cuenta con condiciones que fueron clasificadas como "pésimas", debido a su situación de superpoblación y escasez de agentes carcelarios.

Desde 2017, Brasil se vio sacudido por una crisis en su sistema penitenciario, que sufre con una superpoblación con 730.000 reclusos y precarias condiciones estructurales y laborales.

En ese año, una racha de pugnas en el interior de unidades penitenciarias se extendió por diversos estados del norte y nordeste del gigante suramericano y resultó con un saldo de 126 muertos.

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