"Mohamed Mursi podría morir de forma prematura como resultado de un tratamiento médico inadecuado y el presidente Al Sisi será responsable". En marzo de 2018 un contundente informe de un grupo de diputados británicos alertaba sobre la preocupante situación en prisión del último presidente egipcio elegido de forma democrática. 

Pasaba 23 horas al día en un estricto régimen de aislamiento, dormía sobre un suelo de cemento y sólo tuvo la oportunidad de recibir la visita de sus familiares en unas tres ocasiones desde que fue encarcelado tras ser derrocado del poder en un golpe de Estado en el verano de 2013. 

El panel de investigación liderado por el diputado Crispin Blunt concluyó que las condiciones de reclusión de Mursi implicaban "a toda la cadena de mando y al presidente Al Sisi" en un delito de tortura

Muere el expresidente de Egipto Mohamed Morsi durante un juicio

Investigar la situación del expresidente egipcio en la cárcel de Tora no fue una tarea sencilla y las autoridades gubernamentales denegaron todos los permisos al equipo británico: "Inferimos que Al Sisi no quiere una comisión independiente", denunciaron. 

A través de testimonios anónimos y de información de ONG que trabajan en el país consiguieron traspasar el muro informativo impuesto por Egipto. "La cárcel de Tora fue diseñada para que los que entren no vuelvan a salir nunca más, a no ser que salgan con los pies por delante", indica un antiguo funcionario de esta prisión de máxima seguridad, según indica Middle East Eye

La misteriosa muerte de Mursi (67 años) este martes mientras estaba ante un tribunal que lo juzgaba por revelar secretos de Estado a entidades extranjeras no ha hecho más que añadir especulaciones a las condiciones de su encarcelamiento. 

El famoso informe que apuntaba hacia una muerte anunciada contaba también con los testimonios de familiares de Mursi, que alertaban del trato "cruel, inhumano y degradante" que estaba recibiendo el presidente que derrocó a Mubarak gracias al empuje de la Primavera Árabe.

Mursi sólo comía comida enlatada y en muchas ocasiones se la servían completamente podrida, según dicho informe, que recordaba que el expresidente había visto empeorado su cuadro clínico desde que estaba en prisión. Especialmente las funciones de su hígado y riñones se habían deteriorado de forma preocupante. 

La atención médica en la cárcel era mínima y sólo un doctor de atención primaria estaba a disposición de los reclusos. En la situación médica de Mursi pruebas de sangre y radiografías hubieran sido necesarias, según apunta el informe de los diputados británicos. 

Mursi fue enterrado junto a otras figuras importantes de la Hermandad Musulmana en El Cairo, según ha informado su hijo, Ahmed Mursi, en su página de Facebook.

Un mandato breve y turbulento

El breve mandato de Mursi, de apenas un año de duración, fue muy polémico y agitado, y en varias ocasiones hubo protestas en las calles en contra de sus políticas consideradas no inclusivas y radicales, sobre todo por la minoría cristiana de Egipto, las mujeres y los sectores más liberales. 

La polarización en el país fue en aumento a lo largo de 2013 hasta las masivas manifestaciones del 30 de junio para pedir su renuncia y la convocatoria de elecciones anticipadas. 

La sorprendente irrupción de las Fuerzas Armadas con un ultimátum de 48 horas significó el comienzo del fin para Mursi, quien hasta el final se negó a dar su brazo a torcer y a dialogar con la oposición.

El 3 de julio, los militares, encabezados por el actual presidente del país, Abdelfatah al Sisi, acabaron apartándolo del poder por la fuerza y fue detenido por su propia guardia presidencial en el palacio de Ittihadiya.

Mursi había llegado a la presidencia de Egipto casi por casualidad, al ser el candidato "de repuesto" de los Hermanos Musulmanes en las elecciones de 2012, las primeras democráticas celebradas después de la revuelta popular que un año antes acabó con los 30 años de mandato del "faraón" Hosni Mubarak.