San Diego

El caso por el asesinato en Estados Unidos de la golfista española Celia Barquín Arozamena (22), que fue encontrada muerta con múltiples puñaladas en la mañana del 17 de septiembre en un campo de golf de la localidad de Ames (Iowa), ha dado varios giros en las últimas semanas.

El acusado por este crimen, un ‘homeless’ problemático de 22 años llamado Collin Ricards, ha sido apaleado por otro recluso en la prisión donde permanece a la espera de juicio. Y pese a haber admitido por escrito la autoría de esta muerte, Ricards ha obtenido algunos avances en su proceso judicial. 

El juicio, que estaba programado para el pasado abril, se ha retrasado al 10 de septiembre. Además, a petición del sospechoso, la magistrada ha decidido otorgarle un nuevo abogado y cambiar la ciudad donde se celebrará la vista para evitar que tenga un jurado posiblemente parcial, influenciado por la cobertura mediática del suceso por parte de periódicos y televisiones locales.  

De momento, el detenido por la muerte de la joven deportista española, un vagabundo de conflictivo pasado que merodeaba en la zona y que había anunciado a un conocido que sentía el deseo de violar y matar a alguien, aún mantiene su declaración como “no culpable".

Desde un primer momento, Richards y sus representantes legales siempre han manifestado su intención de defender su inocencia. Sin embargo, el pasado marzo surgieron algunas dudas después de que el presunto asesino escribiera una carta de su puño y letra a la jueza de distrito, Bethany Currie, insinuando su culpabilidad.

“Me gustaría ocuparme de mi caso, me poner fin al caso declarándome culpable. Se lo agradezco y lo siento”, escribió Collin Richards en una misiva plagada de faltas ortográficas que cerraba con la frase: “Me declaro culpable”.

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La magistrada revisó la nota y ordenó a los abogados de Richards que la discutieran y determinaran si querían solicitar una audiencia. Su nuevo representante legal no ha hecho comentarios sobre este escrito, mientras que la fiscal del condado de Story, Jessica Reynolds, respondió que su oficina no había negociado ninguna declaración de culpabilidad y que no le ofrecería ningún trato, ya que su intención es imputarle asesinato en primer grado, lo que supondría cadena perpetua.

Juicio en otro condado

Así las cosas, parece que este episodio tendrá que esclarecerse durante el juicio. Allí, Richards estará representado por un nuevo abogado de oficio que se ha hecho con el caso tras la salida del primer letrado que asistió al joven inicialmente, Paul Rounds. 

En noviembre, Richards solicitó al tribunal un cambio de abogado debido a “un problema de comunicación”. “Siento que no tengo otra opción. Me disculpo por cualquier inmadurez, pero sí, me gustaría tener un nuevo abogado”, dijo el encausado ante la corte. Rounds se opuso al cambio porque perjudicaría a su cliente, pero la jueza lo autorizó. Ted Fisher es el nuevo elegido, según publica la prensa local.

Otro giro en este proceso llegó después de que el acusado pidiera que su juicio fuera trasladado a otro condado distinto de Story, que es el que le corresponde por el lugar del suceso.

Los defensores públicos de Richards alegaban que no podría obtener un juicio justo en esta zona debido a que numerosos medios de comunicación continuaban informando sobre el caso. Además, consideraban que al ser la Universidad de Iowa State uno de los principales empleadores de la región, buena parte del jurado sabría de lo ocurrido con Barquín, ya que la española estaba estudiando el último curso de ingeniería en este centro.

La juez le ha concedido el cambio este mes, por lo que el juicio se traslada desde el condado de Story al de Winneshiek, en el noreste de Iowa.

El abogado defensor Ted Fisher argüía la cobertura de los medios hasta el momento, asegurando que era “sustancial y emocional”, especialmente por parte de las cabeceras y televisiones locales.

40 testigos preparados

La fiscalía se opuso, principalmente por la complicación que supondría tener que hospedar a los 40 testigos que ya tiene preparados para el juicio en otra ciudad. Este argumento fue descartado por la magistrada, anteponiendo el derecho a un juicio justo de Richards.

La jueza admitió que las personas del área donde iba a celebrarse la vista habían recibido dos o tres veces más información del suceso que otras, por lo que aceptó el traslado a 176 kilómetros, “fuera del mercado de medios de comunicación de Des Moines y Ames”. 

El último incidente que rodea al caso ha ocurrido en la cárcel del condado de Story donde permanece ingresado Richards a la espera de juicio, bajo fianza de cinco millones de dólares. Allí recibió el pasado mes de marzo una paliza, que acaba de trascender.

Otro preso emprendió golpes contra él, sin motivo que se haya hecho público, con tal fuerza que Collin Richards perdió el conocimiento brevemente, según la policía. Anthony English, otro interno de 28 años encerrado por un asesinato en primer grado durante un robo en Ames en 2017, es el autor de la paliza.  

Los registros judiciales indican que el 19 de marzo, English y Richards se pelearon en una sala de la prisión. Un oficial del centro, después de revisar las grabaciones de vídeo, informes y entrevistas un mes después, determinó que “English fue el agresor principal”.

12 golpes hasta perder la consciencia

Este interno persiguió a Richards y lo golpeó al menos 12 veces, varias después de que el cayera al suelo. “Richards no se defendió y solo intentó bloquear los golpes”, recoge el informe.

Finalmente, el agresor empujó al atacado contra una pared y lo golpeó en la cabeza y el cuerpo, provocándole cortes en nariz y frente y una pérdida momentánea de conciencia. English ha sido acusado de asalto causando lesiones corporales. Él se ha declarado no culpable.

Richards, de 22 años, está acusado de matar a Celia Barquin Arozamena, campeona de golf femenino y atleta femenina del año de Iowa State. La policía concluyó que Richards, quien se alojaba en un campamento para personas sin hogar en ese momento, le dijo a otro hombre que tenía "la necesidad de violar y matar a una mujer" el día antes del asesinato. Cuando los oficiales lo encontraron, tenía rasguños en su cara consistentes con peleas.

Además, ese día se presentó en la casa de un conocido despeinado y cubierto de sangre, arena y agua. Se bañó y luego se fue con una ropa manchada de sangre en una mochila negra, según la versión policial.