Kingston (Jamaica)

Fabiana Rosales, una joven periodista todavía veinteañera, de larga melena rubia y ojos marrones como la miel, transmite una firme convicción. Con serenidad, sin aspavientos, con la más dulce de las sonrisas, asegura: "De lo único que podemos hablar con Maduro es del cese de la usurpación". 

"Juan" es su esposo Juan Guaidó, reconocido por las principales democracias del mundo -entre ellas España- como presidente encargado de Venezuela. Fabiana Rosales ha concedido esta entrevista a EL ESPAÑOL, en la que habla con gran sencillez y humanidad del carácter de su marido y el futuro de Miranda, su hija de dos años, en la capital de Jamaica, Kingston, tras denunciar los secuestros y torturas del régimen de Maduro ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La entrevista, en el Hotel Pegasus, se convierte, en realidad, en una conversación a tres bandas, en la que también participa Romy Moreno, una mujer apasionada de cabello oscuro y facciones rotundas. Es la esposa de Roberto Marrero, el jefe de gabinete de Guaidó y abogado de Leopoldo López, arbitrariamente detenido por el régimen de Maduro, 45 días antes de nuestro encuentro.

Las dos mujeres, vestidas con pantalón y chaqueta blancos, se han convertido en impactantes testigos de cargo contra el heredero de Chávez, al que llaman "usurpador". Son conscientes de que "todo el mundo quiere saber qué pasa en Venezuela" y están resueltas a aprovechar la oportunidad en la Casa Blanca -hablando con Trump, Melania e Ivanka-, ante este tribunal de la OEA o ante los lectores de EL ESPAÑOL. Al final, la conversación se interrumpirá con una de esas llamadas telefónicas que producen un escalofrío inolvidable.

Nadie duda de que sois mujeres valientes. ¿Tenéis miedo?

Romy.- La verdad es que mi único miedo era tener que salir del país y no poder regresar. Eso lo estoy viviendo en mis carnes, personalmente: el miedo a no regresar a mi país. De que esto no salga no tengo dudas de que vamos a salir.

¿Y cómo se le explica eso a un niño de 7 años? ¿Cómo le explicas a tu hijo Raúl que se tiene que ir de su país?

R.- Tratando de reforzarle las cosas buenas que tiene...

¿Sabe quién es Maduro?

R.- Sabe quién es Maduro, claro. Todos los niños en Venezuela saben quién es Maduro. Miranda que tiene 2 años sabe quién es Maduro.

¿Miranda sabe quién es Maduro?

Fabiana.- Sí, claro.

¿Y qué le explicas de Maduro?

F.- Que es un dictador.

A una niña de 2 años le dices que es un dictador.

F.- Que es malo.

Que es malo.

F.- Es un dictador y es malo.

O sea, que en vez del ogro o el coco, es Maduro.

F.- Es Maduro, es Maduro, quien oprime, quien reprime, quien tortura.

¿Con 2 años?

F.- Con 2 años, incluso sabe cuándo se va la luz y llega la luz.

R.- Raúl está en segundo grado en su colegio. Cuando yo me traigo a varios niñitos de su colegio con 7 años todos dicen: “Maduro es el culpable de que aquí no haya juguetes, de que no haya comida…” Por más que tú los quieras mantener afuera de todo esto, saben que la comida escasea, que no se consigue leche descremada o, muchas veces, ni leche normal. Escuchan a las mamás hablando de que no consigo azúcar, no consigo harina, pan, no consigo esto.

Es muy difícil que ellos no se enteren de que Maduro es el culpable de que en Venezuela no haya luz, de que en Venezuela no haya agua, de que en Venezuela vayas a un centro comercial y todo esté prácticamente vacío, de que muchos niños revisen la basura… Ellos salen de la casa y viven eso. En mi casa, cada vez que tú sales, ven gente revisando la basura, ellos lo ven.

Fabiana Rosales, Cruz Sánchez de Lara y Romy Moreno posan tras la charla para EL ESPAÑOL. Thiago Dezan

¿Y cómo le explicas a tu hijo que un día su padre no vuelva a casa?

R.- Bueno, básicamente yo se lo disfrazo y le digo que su papá está trabajando con el presidente Guaidó. Como él está acostumbrado a verlo, y sabe que está trabajando, no le especifico las condiciones en las que está.

¿Y Miranda sabe que su papá es el presidente de Venezuela?

F.- Sí, siempre se lo decimos: “¿Sabes que papi es el presidente que está trabajando por Venezuela?”. Y ella cada vez que ve a su papá o ve un conglomerado de personas, dice: “¡Sí se puede! ¡Sí se puede!” o “Li-ber-tad” o “¡Vamos bien!”. Siempre se lo trato de poner del lado positivo, que sepa que su mamá y su papá están trabajando por algo bueno, que es por ella, es por su futuro, por el de todos los niños de Venezuela.

Incluso, cuando no estoy con ella, la llamo por teléfono y se lo recuerdo: que mamá y papá están trabajando por algo muy bueno que es el país, que es el país en el que ella va a crecer y en el que va a estar.

¿Y tú tienes miedo?

F.- Yo tengo miedo a que mi hija cuando tenga 15 años sueñe con irse de Venezuela, eso es lo que yo temo.

¿Y a que te maten? ¿Tienes miedo a la muerte?

F.- No, no tengo miedo a la muerte.

Pero estarás enamoradísima de Juan, ¿no?

F.- Estoy segura de que muy pronto vamos a estar juntos y vamos a estar celebrando lo que tanto hemos trabajado para ella y para su futuro y para el futuro de todos los niños de Venezuela.

Y la admiración es parte del amor, ¿no?

F.- Totalmente, nosotros somos un equipo y esto lo hemos llevado en equipo. La admiración que sentimos el uno por el otro y la admiración que yo hoy siento por el pueblo de Venezuela que se mantiene ahí, a pesar de todo, ahí.

(Fabiana trata de contener sus emociones, contestando a mis preguntas personales con respuestas políticas. Pero el amor que siente hacia su marido queda delatado por las chispas que salpican su mirada, entre risas de complicidad con su amiga Romy. Pronto somos tres mujeres hablando del amor -y la vida- en tiempos de cólera).

¿No habéis sentido nunca rechazo por el hecho de que un discurso tan firme esté formulado por mujeres jóvenes, guapas...?

R.- No, nunca.

¿La gente os quiere en Venezuela?

F.- Sí, hoy la gente quiere un cambio, quiere algo nuevo, quiere que ya no se les hable desde el odio, desde el rencor, desde el resentimiento. Pasamos 20 años escuchando eso: odio, rencor, resentimiento, sed de venganza. Cómo esa maldad era la que hablaba y nos cansamos de eso, queremos otra cosa, queremos reconstruir Venezuela.

O sea, tú eres una niña que creciste...

R.- Yo crecí toda mi vida en dictadura, viendo a Hugo Chávez, viendo a Nicolás Maduro. Cuando Chávez llegó al poder yo tenía 6 años.

Como Raúl.

R.- La edad que tiene ahora Raúl.

F.- Cuando Chávez dio el golpe de Estado, yo recién no había nacido. Toda mi vida he crecido y he vivido en esto, y lo que siempre supe es que esto estaba mal. Y toda mi vida me enfoqué a transformar esa realidad, desde el lugar en el que me encontraba. Así también lo fue haciendo Juan, así también lo fue haciendo Roberto. Así lo hemos hecho miles de venezolanos que nos hemos enfrascado en esta lucha. Desde nuestros espacios trabajar por reconstruir Venezuela.

Y así hemos avanzado y así la vida y los proyectos y el tránsito por esta lucha nos han llevado a donde estamos.

¿Y cuál es la solución?

F.- ¿La solución? El cese definitivo de la usurpación, que Nicolás Maduro salga de la oficina de Miraflores que tiene secuestrada, la reconstrucción y el trabajo por Venezuela.

Fabiana Rosales, esposa del presidente (e) Juan Guaidó, saluda a los lectores de EL ESPAÑOL.

  

¿Y esto es cosa de Maduro, es decir, si Maduro se muriera se acabaría el problema?

R.- Mira, aquí hay un tema de sociedad, en el que hemos venido trabajando y es que los venezolanos de verdad nos cansamos de esto, de que nos regalen lo que es nuestro. De cómo se manejó ese discurso de que el presidente en ese momento Hugo Chávez era el bueno, el que regalaba, el que daba, el que ofrecía una vivienda. Los venezolanos estamos convencidos de que el camino es trabajar, luchar y ganarnos las cosas. De que nunca podemos dar un cheque a nadie en blanco para que haga y deshaga, de que las riquezas de los venezolanos son de los venezolanos, no de una sola persona.

F.- Todos estamos convencidos de que queremos avanzar en esto y queremos construir un país de oportunidades. El país hermoso que durante años fue el país del petróleo, el país de los minerales, el país rico en turismo, el país de las mujeres más bellas que ganaban concursos de belleza alrededor del mundo, el país de los peloteros exitosos, el país de las telenovelas que se vendían a nivel mundial, que exportaba talento. Ahora es el país de los niños que se mueren de hambre. Nosotros queremos hacer de nuevo a Venezuela ese país exitoso que el mundo estaba acostumbrado a ver, y al que los venezolanos estábamos acostumbrados.

¿Vamos a ver a Juan Guaidó presidente de una Venezuela libre?

F.- Juan Guaidó es hoy el presidente encargado de Venezuela. Tiene un reto muy grande y yo estoy segura de que la vida lo ha puesto en ese rol ahorita porque tiene una misión. Y sea cual sea el escenario donde él se encuentre, lo va a hacer para servir a los venezolanos.

Hay una opción que suena últimamente: la intervención militar. ¿Qué opináis de la intervención militar?

F.- Lo mismo que ha dicho el presidente, que todos los escenarios, todas las opciones están sobre la mesa. Nosotros seguimos avanzando con cada lucha. La sociedad civil, los militares dentro de Venezuela, los poderes públicos, la lucha internacional, el llevar un mensaje ante la comunidad internacional como lo hemos venido haciendo… Seguimos avanzando en todos los escenarios.

Pero la decepción es parte de la lucha en todos los sentidos, ¿no? ¿No esperabais más apoyo en esta Operación Libertad?

F.- Es que ha habido mucho apoyo, más apoyo del que los venezolanos esperamos de otros países, que aunque les importa, porque somos una prueba para la región, igual es un problema de los venezolanos… Es que ha habido mucho apoyo.

¿Y entre los militares?

F.- Entre los militares también, lo que pasa es que hay una cúpula que cuesta soltar, pero los militares también la han apoyado. Ha habido muchos militares que ya se han pasado para el lado del presidente Guaidó.

¿Cómo sentís la posición de España, la sentís cercana, sentís que estamos haciendo lo correcto?

F.- Yo he visto que cada pronunciamiento que hacía España era a favor del pueblo de Venezuela y no de la opresión ni de la represión. La Unión Europea, la comunidad internacional han estado al respaldo del pueblo venezolano. Esto ya no es un tema de izquierdas o derechas, el tema de Venezuela es un tema de humanidad. Todo aquél que hoy se pronuncia por Venezuela es porque tiene humanidad en su corazón y quiere que se acabe la dictadura, quiere llevar la libertad, quiere que se acabe el hambre, que la gente tenga que comer, quiere que los niños dejen de morir en hospitales, quiere que los niños vuelvan a sonreír en Venezuela. Sin duda alguna todo aquél que hoy se pronuncia por Venezuela lo hace como un acto de humanidad.

¿Qué opinas de Trump?

F.- ¿De Trump?

Sí.

F.- Mira, yo conocí a una persona bastante... conmovida por lo que pasa en Venezuela. Les sentí muy comprometidos a él, a su familia con la lucha democrática, con la libertad, con la justicia. Conversé con él y la conversación fue completamente pública. Conversé también con su hija Ivanka, conversé con su esposa, con la primera dama Melania, conversé además con el señor Bolton, al igual que conversé con el vicepresidente Pence. Y todos ellos me transmitieron un buen mensaje: que respaldan la lucha por la libertad en Venezuela.

R.- Yo quería responderte en relación a la pregunta en que decías si la gente nos ve con prejuicios como mujeres jóvenes...

Sí.

R.- Ahorita en Venezuela está pasando un fenómeno positivo en medio de las cosas malas que uno se mete en casa. Los jóvenes están más informados e involucrados que nunca sobre lo que está pasando en Venezuela. Antes nosotros no teníamos realmente información política, nosotros no votábamos, había un absentismo, siempre que había una elección. Ahora todos los jóvenes, de 15 años para arriba conocen lo que está pasando en su país, hablan de política, saben distinguir tendencias, se involucran... Tú los ves en ONG, colaborando en fundaciones, eso no pasaba antes.

La solidaridad.

R.- Por ejemplo, tenemos un grupo de mamás que hacemos comida, ponemos a los niños a pintar las tapas de las comidas. La repartimos por la calle. Ellos se van involucrando a través de su arte. Ponen, a lo mejor, “Dios te bendiga” o  pintan un arco iris. Los vas involucrando y eso de manera indirecta hace que ellos se hagan solidarios, se involucren en ayudar a otras personas en política. Creo que de todas las cosas negativas que nos pasan, siempre sacamos cosas buenas. La solidaridad del venezolano ha sido enorme y creo que, cuando salgamos de esto, el país se va a reconstruir pronto, porque solamente necesitamos que cese la usurpación para que Venezuela empiece a prosperar.

Romy Moreno, esposa de Roberto Marrero, tras la charla con EL ESPAÑOL. Thiago Dezan

Yo te escucho con esa fuerza y pienso que llevas 45 días sin ver a tu marido, sin saber nada de tu marido encarcelado, ¿no?

R.- Sí, es así.

¿Y cómo se duerme?

R.- Pero mira, Roberto es... yo le llamo “Roberto, el eterno optimista”. Roberto es lo más optimista que alguien puede imaginarse, siempre animando a su equipo, a su entorno.

F.- Hacen tan buen equipo, Juan y Roberto, sí.

Son amigos, ¿no?

F.- Sí.

R.- Son amigos hace muchos años, son amigos y comparten...

F.- El sueño por la libertad.

O sea, vosotras no podríais llevaros mal aunque quisierais.

F.- No, no, hemos compartido muchísimo, muchísimas cosas, muchísimos años. Yo trabajé con Roberto Marrero.

¿Qué es lo mejor de Fabiana? Su cualidad principal, ¿cuál es?

F.- ¿La mía?

R.- Yo creo que es muy solidaria e inteligente.

¿Y la de Romy?

F.- Es demasiado divertida, está enamorada de su esposo y de su hijo sin duda alguna y está enamorada de la causa, porque cuando la pareja de uno quiere algún sueño y, como ellos están enamorados de la causa de Venezuela, pues el acompañarlos es fundamental en todos estos procesos. Sin Romy, quizá Roberto no fuera el Roberto que conocemos, ¿no? Quizá sin que yo no estuviera al lado de Juan, no sería el Juan que conocemos ahora. Yo creo que ha sido trabajo en equipo sin duda alguna, durante todos estos años.

R.- Fabiana siempre estaba involucrada en la política. Yo no. A mí no me interesa realmente la política, yo me voy más por la parte artística. Pero llevo con Roberto 17 años y siempre lo he apoyado en todo, ciegamente. Si tengo que pasar las vacaciones sola, las paso; si tengo que estar sola con mi hijo, estoy sola. Nunca le reprocho nada, porque sé que su interés y su pasión es Venezuela y entonces yo lo llevo bien, no es un trauma para nosotros.

Cuando una se enamora de un hombre así yo me imagino que tienes claro que le acompañas o no tiene sentido la vida, ¿no?

F.- Sí.

R.- O sea, por ejemplo, ahorita yo no me imagino a Juan sin Fabiana, todos estos meses. Estaría incompleto, le faltaría una parte muy importante.

Tú ya eres una primera dama, ¿no?

F.- Así es, eso es lo que dice Wikipedia.

¿Y tú?

F.- También.

¿Tú te sientes la primera dama de Venezuela?

F.- Pasé un tiempo, como en el trance, ¿no? Que la gente me lo decía y como que no me lo creía. Y fue al cabo de un par de semanas, después de la proclamación del 23 de enero, cuando se consolidó la pareja presidencial, el presidente y la primera dama. Pasas como ese trance de “bueno, ¿qué es esto?, ¿cómo me lo como?, ¿con qué se come esto?...

Si hace nada estaba jugando con muñecas y ahora me llaman primera dama, ¿no?

F.- Entonces llegó un día en que me levanté y dije: si uno se lo cree, pasa; y si me lo creo, haré que pase. Así que ese día me convencí, me levanté y dije: “Esto es lo que soy y el reto es muy grande y debo estar a la altura de este reto, y si tengo que llamarme primera dama, así será”. Sin desviarme de lo que es Fabiana, porque yo me enamoré de este país, de Venezuela, desde el día en que nací, en que me di cuenta de que iba a trabajar por él, que me di cuenta que no podía hacer nada que no fuera trabajar para él, porque es un país que nos ha dado de todo.

Y dije: “Bueno, voy a avanzar, en este momento, quizá con todo esto que está pasando tengo cómo hablar por los demás, o decir lo que mucha gente quiere que se escuche en el mundo porque hoy el mundo entero está pendiente de lo que pasa en Venezuela, hoy todo el mundo quiere saber qué pasa en Venezuela. Y eso ha sido un trabajo de años, de personas que han venido luchando por llevar este mensaje al mundo, de los venezolanos, de la diáspora que se encargó de llevar ese mensaje, ese pequeñito mensaje al lugar donde llegaban a trabajar y les echaban el cuento, lo que pasa que en Venezuela...

Fabiana Rosales, esposa de Juan Guaidó, tras su charla con EL ESPAÑOL. Thiago Dezan

¿Cual es el mensaje para los venezolanos que lean EL ESPAÑOL, que lean esta entrevista en España?

F.- Que en Venezuela se les está esperando en casa, para que vuelvan con sus mamás, que yo estoy segura que los están extrañando. Yo estoy segura de que más de uno que lea esta entrevista tiene la maleta lista, ligera, además hay un equipaje ligero para regresar a Venezuela cuanto antes, porque extrañan su país, porque extrañan sus raíces, porque extrañan la música venezolana y comerse una arepa en una esquina con una malta.

Yo trabajo por los derechos humanos y ahora entre las víctimas de trata que llegan a España hay un repunte de venezolanas. ¿No os parece terrible?

F.- Es terrible. Yo he venido trabajando en el problema de la trata de blancas y es mucho más lo que hoy se vive. No solamente en Europa, se vive en Latinoamérica, en esas madres que salen caminando por la frontera, sin nada en los bolsillos, a las que la crisis ha llevado a la prostitución. Hoy las mujeres dentro de Venezuela se han visto en la obligación de prostituirse, de vender lo más íntimo que tiene la mujer para por lo menos comer, comer en el día. Yo creo que habrá que hacer algún plan de inserción de estas personas cuando regresen al país.

Defíneme a Maduro con tres palabras.

R.- Dictador, genocida y torturador.

¿Y tú?

F.- Mira, yo trato de no referirme a esos seres, sin duda alguna oscuridad, odio, muerte.

¿Le entrevistarías?

F.- No, no perdería mi tiempo en eso.

¿Y estarías en una habitación con él si pudieras elegir?

F.- No, no tengo absolutamente nada que hablar con ese señor, a menos que sea el cese de la usurpación. Si en algún momento me dice “quiero hablar”. “Aquí está nuestro plan de hablar, aquí está el cese de la usurpación”. Es de lo único de lo que podemos hablar, sin duda alguna.

Como periodista que eres, ¿me das un último titular?

F.- Sí, mira, Juan y yo siempre hemos dicho que en Venezuela nos han robado hasta la sonrisa, a veces hasta sonreír es criticado, porque las condiciones no están para sonreír. Pero Juan y yo siempre hemos repetido, en estos meses en que hemos tenido la oportunidad de hablarle al mundo, que sonreír en dictadura es un acto de rebeldía y para atacar a este régimen hay que sonreírle todos los días. Así que ese es nuestro mensaje todos los días y eso es lo que hacemos incluso con Miranda.

¿Sois católicos?

F.- Somos católicos pero mi esposo va bendiciendo a todo el mundo por la calle.

O sea, Dios te bendiga es...

F.- Es su saludo y su despedida a todo el mundo, todos los días.

A quien te hace mal, deséale bien, entonces...

F.- Lo conozca, no lo conozca, él a todo el mundo bendice.

(Y entonces, mientras Fabiana graba un saludo para los lectores de EL ESPAÑOL, suena el teléfono de Romy y su cara se ilumina. Es un momento emocionante. Tras 45 días de silencio e incertidumbre, su marido, Roberto Marrero, ha podido llamarla desde la cárcel. La escena queda reflejada en el segundo plano del vídeo. Ella acaricia su pelo y, bajo el emblema de "Venezuela libre" en el pecho, su corazón se desboca de alegría).