Berlín

Tres de la tarde en Berlín. Es buena hora para tomar café. Lo creen también tres chicas de tez morena y pelo oscuro que se dirigen por la Urbanstrasse hasta el número 50. Van al Lady Hookah, un local de reciente apertura situado entre los multiculturales barrios berlineses de Neukölln y Kreuzberg.

En ambos barrios, que abarcan lo que aquí se llama el 'Pequeño Estambul' de Berlín por la concentración de la minoría turca de la capital germana, abundan los bares en los que se puede fumar en shisha, esos dispositivos de gran tamaño utilizados para consumir tabaco con distintos sabores. En esos locales lo habitual es que haya mayoría de hombres o sólo hombres. 

En la puerta del Lady Hookah, sin embargo, hay un cartel que avisa: “Entrada sólo para mujeres”. Este local es el primero de este estilo, pero podría no ser el único en vista del éxito que ha registrado. Las jóvenes que entran a las tres de la tarde parecen estar encantadas. “Venimos aquí porque es un establecimiento sólo para mujeres, aquí podemos ser nosotras mismas”, dice a EL ESPAÑOL una de las tres jóvenes.

Ninguna de las tres quiere dar su nombre. Prefieren el anonimato. También prefieren en el Lady Hookah que no se sepa, en general, nada de sus consumidoras y parroquianas. Aunque el Lady Hookah tiene grandes ventanales que podrían dejar pasar la luz del exterior, el local presenta grandes cortinas. No dejan ver nada del interior del local. Aquí, según dicen las tres chicas con las que habla este periódico, ellas están cómodas. 

“En otros bares donde fumar en shisha, algunos hombres nos miran con mucha insistencia o pueden empezar a molestar. Éste es un sitio al que se puede venir muy fácil con amigas”, asegura a EL ESPAÑOL otra de las consumidoras del Lady Hookah.

Clientas en el Lady Hooka. Instagram @ladyhookah.berlin

“Si le digo a mi novio que me voy a un café me va a decir que otros hombres me van a molestar y demás. Pero aquí venimos y no hay problema”, dice la última en sujetar la puerta de la entrada del local, mientras sus amigas se adentran en el establecimiento. El interior, de unos 80 metros cuadrados, está habilitado con mesas y cómodos sofás para medio centenar de personas.

Detrás del concepto de este local está Muhammad Armih, un berlinés de origen palestino de 32 años. Armih vio posibilidades de negocio ante la incomodidad que viven muchas mujeres cuando van a locales donde fumar en shisha con superpoblación masculina.

“Siempre me lancé en negocios en el mundo de la hostelería, primero tuve un restaurante de comida rápida, luego se me ocurrió la idea del café para mujeres”, dice Armih a EL ESPAÑOL. “En Berlín hay muchas chicas que no se sienten seguras en los cafés o en los bares donde se fuma en shisha. Los hombres a menudo tratan de ligar con ellas”, abunda. 

Fueron las quejas de familiares cercanas - sus hermanas y sus primas - quienes le dieron la idea a este joven de lanzar el café sólo para mujeres. Armih, que se define como “árabe musulmán”, sostiene que en Berlín hay “chicas de familias musulmanas a las que nunca dejarían ir a un bar o un café donde se fuma en shisha”.

También dice que, en algunas familias, hay peleas cuando ellas dicen que quieren ir a fumar con sus amigas a un bar. “El hombre de la casa sabe cómo funcionan esos bares. Saben que hay sobre todo hombres y que prácticamente sólo hay hombres".

"Por eso dicen, en general: 'no vayas'. Y entonces él y ella se pelean”, cuenta Armih. “Pero si ellas dicen que van a un sitio donde sólo hay mujeres, entonces él responde: 'Ah, en ese caso, sí'”, apunta.

Mujeres con camisetas del Lady Hookah dentro del establecimiento. Muhammad Armih

Lleno desde su apertura

La idea del Lady Hookah no es sólo para musulmanas. El empresario que ha patentado el nombre del bar dice que la clientela es “60% musulmanas y 40% cristianas”. “En Berlín hay muchas mujeres no musulmanas que tienen amigas musulmanas y las musulmanas pueden decir eso de: 'Yo voy sólo a un shisha-bar'. Y la cristiana puede estar de acuerdo”, añade el fundador del Lady Hookah. 

Armih había desarrollado una diversificada agenda de actividades en el bar. Los lunes, había proyección de cine; los jueves, karaoke; los viernes y sábado se habilitaba el local para que se pudiera bailar con música alta pinchada por un disyóquey.

“Teníamos lleno casi todos los días”, recuerda Armih. En menos de un año –el local abrió sus puertas en julio del año pasado–, el establecimiento se había ganado un nombre en la ciudad, algo difícil en una metrópolis como Berlín, donde abunda la oferta de bares, clubs y discotecas. “Dos semanas después de la apertura, ya teníamos el local lleno”, según Armih. Él habla en pasado del bar. Ya no lo regenta.

El local del número 50 de la Urbanstrasse, Armih lo usaba pero no era suyo. Lo alquilaba. Según el inventor del concepto del shisha-bar berlinés para mujeres, el dueño del local, al saber del éxito de la empresa, dejó de alquilarle el espacio.

Armih, fundador del Lady Hookah. Muhammad Armih

Ahora el exitoso Lady Hookah genera beneficios para una persona que no es Armih. Él ha tenido que buscarse un trabajo de contable en la embajada de Arabia Saudí en Berlín. 

La persona que actualmente explota el concepto de Armih es una mujer. EL ESPAÑOL, tras numerosos intentos de entrar en contacto con ella, sólo consigue hablar brevemente por teléfono con esta persona para confirmar que el éxito del local se mantiene.

“En nuestro concepto tampoco tienen cabida conversaciones telefónicas con hombres”, dice la nueva responsable del Lady Hookah antes de colgar.

Críticas a la división de género

Hay en Berlín quien ha criticado la idea del Lady Hookah por querer levantar muros entre hombres y mujeres. Un ejemplo es autora en el diario izquierdista Neues Deutschland y que también trabaja para medios de comunicación árabes, Asmaa Yousouf. 

Al dar cuenta del rato que pasó en el Lady Hookah se preguntaba: “¿Estamos en Alemania, en Irán, o en Arabia Saudí? ¿No está animando este café a aquellos que prohíben a sus mujeres el ir a sitios donde hay otros hombres?”. 

Estas preguntas, a Armih le suenan a reproche. “Eso son tonterías”, responde. Expertos alemanes en discriminación que se han pronunciado al respecto, al ser preguntados en los medios alemanes si la iniciativa de Armih no estaba causando algún tipo de perjuicio a los hombres, han dado la razón al joven emprendedor.

El ahora empleado de la embajada de Arabia Saudí, conspicuo ejemplo de un país donde mujeres y hombres no gozan de igualdad de derechos ni de oportunidades, se defiende ante interrogantes como los de Yousouf. “En el bar nadie quería separar a nadie. Se trata de hacer posible que las mujeres tengan las mismas opciones que los hombres, hacer que las mujeres fumen shishas sólo entre mujeres. Eso es todo”, dice Armih.

Él no parece convencido de que hombres y mujeres puedan llevar bien la convivencia en bares mixtos. “Los problemas entre los hombres y las mujeres nunca han podido resolverse. Nunca ha existido un concepto que sirva de solución”, sostiene.

Armih es todo un defensor del gender-marketing. “Ahora se llevan mucho los cafés sólo para mujeres, los gimnasios para mujeres, todo eso también me inspiró”, dice el joven empresario.

Pese a haber perdido el local del Lady Hookah, él sigue viendo potencial en la expansión de un concepto como el suyo. “En ciudades como Colonia, Düsseldorf, Múnich o Fráncfort viven también muchos extranjeros, y la idea puede funcionar como cadena de establecimientos”, señala. Armih está en busca de un inversor para lanzar su cadena de shisha-bars sólo para mujeres.