Se cumplen cinco años sin Leopoldo López, sin verlo, sin abrazarlo... al menos para su padre, perseguido político también en Venezuela y hoy español de adopción por mor de su exilio. "Me pasé tres años y medio sin siquiera poder hablar con él, porque él estaba en la prisión militar y yo en Madrid". Es un padre el que habla.

Ahora, al cumplirse cinco años de aquel 18 de febrero en que el líder de Voluntad Popular -el partido de Juan Guaidó, presidente encargado del país- se entregó "a una Justicia injusta" con el único propósito de "ayudar a que el pueblo despierte", don Leopoldo -que es como lo llaman todos en su entorno- cree que el país caribeño está más cerca del final de la tiranía. "Creo que sí, que tardó cinco años, pero el pueblo despertó".

Don Leopoldo se unió este lunes ante una mesa con su mujer, Antonieta Mendoza; el ex alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma; y uno de los abogados que asistió al político durante el proceso, Juan Carlos Gutiérrez, para celebrar los cinco años de testimonio libertario del preso de conciencia más famoso del mundo. "Hoy me acuerdo de una frase de John Lennon", explicó, "que dijo que cuando alguien tiene un sueño, se queda en su sueño; pero que cuando ese sueño es compartido por millones, se convierte en realidad".

Leopoldo López Gil, en los cinco años de su hijo como preso político en Venezuela.

En un proceso como de adentrarse cada vez más dentro de la celda herrumbrosa aislada en lo alto de una torre aislada de una prisión militar en medio de la nada selvática, López Gil pasó la palabra a su esposa. Antonieta Mendoza explicó los años de viajes semanales de ida y vuelta a la cárcel junto a su nuera Lilian Tintori.

Allí, después de horas de espera, a veces eran despachadas con un "no, hoy no se le visita". Y cada vez que sí se les permitía visitar a Leopoldo, los guardias de la prisión las obligaban a desnudarse por completo. A la entrada y a la salida. Seguridad, decían. Humillación, buscaban. "Pero lo más duro, aparte de las vejaciones a las que nos sometían, era que cada vez que salía de Ramo Verde pensaba que a lo mejor no lo volvía a ver con vida", explicaba su madre.

"Cada vez que pasaba las rejas, las concertinas, los soldados, las armas largas, las caras duras... sentía miedo por su integridad física". Antonieta explicaba, entonces, las entradas y registro en la celda que, a veces -sólo a veces-, les contaba Leopoldo. "Eran requisas en la celda sumamente violentas. Y largas, de cuatro y cinco horas en la madrugada"...

Leopoldo López Gil, padre del preso político venezolano. ADP

Ahora, la madre de Leopoldo López impecablemente elegante con una camiseta blanca que luce la efigie de su hijo pintado con los colores de la bandera venezolana, reclama su libertad no sólo por el corazón, sino por la conciencia: "Los más de 300 presos políticos del régimen tienen que estar libres", clama, "mi hijo es inocente, una buena persona, y le tiene totalmente prohibido hablar con los medios de comunicación, bajo la amenaza de regresar a Ramo Verde".

Ahora, Leopoldo López está en arresto domiciliario y, por suerte, puede dedicar tiempo a sus hijos y a su esposa. Pero no ha dejado de trabajar con Julio Borges, con María Corina Machado, con Antonio Ledezma... "han montado el Frente Amplio, al que se han unido ya los millones de venezolanos con un sueño que se va a cumplir".

Ledezma y el documento de "la salida"

El siguiente paso en el viaje por la represión de la tiranía de Nicolás Maduro era el de adentrarse en una celda con un preso de conciencia, otro luchador por la democracia, el que era alcalde metropolitano de Caracas en aquellas fechas de 2014, Antonio Ledezma. El líder de Alianza Bravo Pueblo hizo un relato sobre cómo fueron las fechas anteriores a la detención de López.

Antonio Ledezma, ex alcalde de Caracas y líder de Alianza Bravo Pueblo.

"Yo era uno de los dirigentes de la MUD [la Mesa de Unidad Democrática], pero Leopoldo y María Corina me querían embarcar en su proyecto, que la trascendía". Lo que se llamó "la salida" se sustanció en una especie de documento fundacional que Ledezma exhibió en el salón de la Casa de América que alojó la comparecencia. "En este papel estaba todo lo que hoy, en estos cinco años, se ha ido sustanciando", reivindica el dirigente, preso como López en Ramo Verde, y escapado de su arresto domiciliario hace poco más de un año.

Hoy vive entre Madrid y Washington. De hecho, atendió a este periódico desde la capital estadounidense el día que Guaidó juramentó como presidente encargado. "Nuestro presidente legítimo va a bombardear Venezuela, sí, pero como él dice, lo hará de pan y harina, de medicinas y material quirúrgico", proclama.

Antonio Ledezma exhibe el documento original de "la salida", junto a Antonieta Mendoza, madre de Leopoldo López. ADP

Y después continúa explicando anécdotas de la vida en prisión: cómo Daniel Ceballos leía encíclicas eclesiásticas, Leopoldo ensayos político-económicos y a él le tocaba adentrarse en las memorias de políticos pasados; quién de los tres explicaba planes de Justicia transicional en la pizarrita que tenían en el comedor...

"Pero luego Leopoldo se quedó solo, completamente solo en esa torre de Ramo Verde, sin ver a su abogado o pasear el patio más que una hora al día; a su mujer una ratito a la semana, cuando sí..."

Y vino la huelga de hambre.

El abogado de López no entra en detalles, pero sí relata los 25 kilos que perdió el político, y cómo al regresar a casa después de visitarlo "si te ponen cena en la mesa, no hay manera de comerla". Gutiérrez da detalles del juicio, de cómo las autoridades dictatoriales chavistas ordenaron al tribunal que las pruebas de la defensa, "todas", fueran desechadas. Pero cómo, aun así, en las presentadas por la Fiscalía "se vio la verdad", pues todos los testigos declararon en favor de López, y aun así fue condenado.

"La sistemática violación de sus derechos humanos en prisión: el aislamiento, la prohibición de acceso y emisión de información, las amenazas, la tortura a la familia y a él, la falta de atención médica... Eso son crímenes de lesa humanidad", explicó el letrado, "y eso nunca más, nunca más, debe pasar en Venezuela".

Y con los ojos encharcados en lágrimas que asomaban, tratando de contenerse pero con una sonrisa enorme, don Leopoldo despidió el acto dando las gracias. "A los españoles y a sus gobiernos, sin ustedes la lucha habría sido en vano".