Berlín

Joanna espera estos días que las autoridades danesas le comuniquen cuándo y en qué prisión cumplirá su pena. Ha sido condenada a nueve meses de cárcel por no respetar una prohibición de viajar fuera de Dinamarca impuesta contra ella. Esta joven, que cumplirá 26 años en febrero, ha sido la cara más visible de las mujeres-soldado que luchan por la revolución sexual y feminista en el Kurdistán, una causa que ha ganado fuerza en la guerra civil siria. 

Joanna se cuenta entre las fundadores de ese movimiento. Ella, hija de una familia de refugiados kurdos de origen iraní, viajó por primera vez al Kurdistán en 2011. Lo hizo, no sólo para luchar por esa nación sin estado, sino, sobre todo, para participar en la liberación de las mujeres de ese pueblo. “Cuando empezó la guerra en Siria, me uní a las Unidades Femeninas de Protección (YPJ, ndlr.), bueno, en realidad las YPJ no estaban ni creadas. Las creamos nosotras. Yo era una adolescente”, cuenta Joanna a EL ESPAÑOL.

Enfrentada, dice, a las “máquinas de matar” que son los soldados del Ejército de Bashar al-Ásad y a los fundamentalistas del Estado Islámico (EI), Joanna vivió ajena a la batería de medidas que Dinamarca ha estado imponiendo contra quienes decidan integrar las filas de los contendientes en la guerra civil siria. Contra ella, de hecho, se impuso una prohibición para que saliera del territorio danés en 2015. Se la saltó, fue a juicio y perdió. Por eso tendrá que ir a la cárcel

“Voy a ir a la cárcel muy pronto para pasar allí nueve meses. Iré a una cárcel en la que también habrá otros prisioneros que han sido soldados islamistas. Yo voy a ser la única con valores pro-occidentales. No entiendo cómo Dinamarca está haciendo esto”, dice Joanna. La organización terrorista del EI ha puesto precio a su cabeza: un millón de dólares (unos 877.200 euros). 

Muchas son las cosas que a las que se enfrenta Joanna desde que hace tres años le impusieran aquella prohibición de viajar. La medida se la aplicaron después de que volviera de la guerra para descansar en Dinamarca, el que ha sido su país de adopción desde que tiene tres años.

En los medios de comunicación daneses e internacionales, ella trató durante aquella pausa de explicar lo que eran las YPJ y su lucha, una batalla que ella define como “pro-occidental y pro-europea”. “A los países occidentales tengo que decirles que ellos saben quiénes son los buenos en la guerra en Siria. Saben que nosotras en el YPJ luchamos por la igualdad, por valores como la justicia. No estamos luchando por nada malo”, asegura.

Habla desconsolada. Entre otras cosas, porque, según cuenta, luchó con soldados estadounidenses, británicos y hasta daneses en suelo sirio. Pero eso no ha servido en su defensa. 

“Yo estuve luchando con hombres de las fuerzas especiales de Estados Unidos y de las SAS (siglas del Servicio Aéreo Especial, fuerzas especiales británicas, nldr.). Usé mi arma a su lado. Intercambiamos munición. Nos ayudamos. Dormimos juntos. Estuvimos disparando bajo el mismo techo, disparando hombro con hombro contra el enemigo”, cuenta Joanna. 

“Les he dado coordenadas para bombardear al EI”

“Dinamarca es parte de la coalición contra el EI. Yo a la coalición les he dado coordenadas para bombardear al EI. ¡¿Qué mas quieren?!”, añade con indignación. Ella ha vivido como una “traición” la reciente decisión de Donald Trump por la cual los militares estadounidenses abandonarán Siria.

En esta joven, nacida en 1993 en Ramadi, población del desierto iraquí, parece tan innata la disposición guerrera como el feminismo. “Siendo niña, a mí ya no me gustaba una sociedad en la que a las niñas las obligan a ser mujeres a una edad muy temprana, sociedades en las que las mujeres viven con pocos derechos y muchas obligaciones”, abunda. Por eso también acabaría recalando en las YPJ.

Sea como fuere, Joanna aprendió desde muy joven el manejo de las armas y, en particular, a disparar. Fue francotiradora en la guerra. También se dedicó a la formación de otras soldados. Ninguno de sus méritos en el frente ha sido reconocido en Dinamarca. Tampoco sus culpas ante la justicia parecen ser suficiente para ganarse una reinserción segura. 

Dinamarca, uno de los países europeos más afectados por el fenómeno de los jóvenes que dejan el 'viejo continente' para luchar al servicio de milicias islámicas en Siria, prioriza sobre personas como Joanna la reintegración de fundamentalistas islámicos arrepentidos o en vías de arrepentimiento. Al menos esa es la conclusión que saca Joanna por su propia experiencia.

“Los soldados del EI o de Al-Qaeda en Siria, los del Frente Al-Nusra, cuando vienen aquí tienen dinero, les pagan una casa, les dan trabajo, les forman. Pero yo no tengo nada. Incluso se dio el caso de que cuando conseguí trabajo, mis jefes tuvieron que echarme al final, porque las autoridades están luchando contra mí. Eso, pese a que yo estuve ayudando y luchando contra el EI”, lamenta Joanna. 

Vivir en el frente, “más fácil” que en Dinamarca

Alude la joven a los diversos programas de reinserción puestos en marcha en Dinamarca para luchar contra la radicalización y para desradicalizar a fundamentalistas islámicos. El país nórdico presenta una de las mayores tasas de regreso de lo que allí llaman “viajeros yihadistas”

Se estima que han vuelto casi la mitad (el 46%) de los que fueron a luchar por la yihad en Siria desde Dinamarca. Hay varias decenas - cerca de un centenar - de éstos individuos en suelo danés actualmente, según algunas estimaciones de organizaciones de la lucha antiterrorista del país nórdico.

“Yo no digo que nadie tenga que conseguir ayuda. Pero sí que lo haga todo el mundo, y no sólo un grupo”, abunda la ex-soldado de las YPJ. De entre las ayudas que Joanna dice sí haber recibido, está la del alojamiento que le ha provisto el Estado. Pero lo ha hecho en un barrio de mayoría musulmana en la que los islamistas radicales ya le han dado caza alguna vez

“Me han dado en alquiler un apartamento en una zona de islamistas. Voy con un chaleco antibalas por la calle. Ya me han atacado dos veces con cuchillos”, lamenta Joanna, que cuenta su historia en sus memorias, un libro recientemente publicado en el mercado británico titulado Freedom Fighter (Ed. Atlantic Books, 2019) o “Soldado de la libertad”.

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“Tengo una cicatriz de uno de esos ataques en el brazo izquierdo. En aquella ocasión llamé a la policía cuando iba corriendo por mi vida. Y la policía me dijo que no tenían recursos para ver lo que pasaba. Me dijeron que vendrían por la mañana para ver qué tal estaba. Pero podría haber muerto”, sostiene Joanna. 

Con este tipo de experiencias, ella teme por su ingreso en prisión. Su abogado ha pedido que Joanna no ingrese en una cárcel con islamistas. No es seguro que se lo concedan. Ella, que dice haber estado luchando por los “valores occidentales” en Siria, lleva ya tres años enfrentadas a las autoridades danesas. “Nunca pensé que vivir en el frente, luchando contra el EI, sería más fácil que vivir en las calles de Dinamarca”, concluye.