Theresa May defiende de nuevo en el Parlamento británico el histórico acuerdo rubricado este domingo para materializar el 'brexit' y asegura que Gibraltar estará totalmente cubierto por el pacto de divorcio y en el período de transición.

Tras la amenaza de veto que Pedro Sánchez reiteró en varias ocasiones antes de la cumbre, la primera ministra británica ha asegurado que el Gobierno español quiso cambiar el texto en lo que concernía al Peñón pero no lologró:  "El texto legal del acuerdo de salida no ha sido cambiado, esto es lo que Gobierno de España pidió repetidamente y no lo ha conseguido".

"La soberanía de Gibraltar no ha cambiado ni cambiará, estamos orgullosos de que Gibraltar siga siendo británica", ha aseverado en su comparecencia. 

En el otro lado, el laborista Jeremy Corbyn ha acusado a May de retroceder en sus posición sobre el Peñón. Si se examina cuáles eran las peticiones iniciales y qué es lo que finalmente ha conseguido, la única conclusión posible es que es el presidente español el que ha terminado por ceder en sus exigencias y se ha conformado con un apaño sin valor jurídico que puede quedarse en papel mojado. 

"Triple blindaje histórico"

La solución de última hora a la que se llegó el sábado no implicaba cambiar ninguno de los dos textos pactados entre la UE y Londres. El controvertido artículo 184 se queda tal y como está. Tampoco hay referencias al veto de España sobre el Peñón en la declaración política sobre las relaciones futuras entre Bruselas y Reino Unido.

El "triple blindaje histórico" del que habló Sánchez el domingo es una serie de declaraciones políticas que pueden incumplirse sin sanciones ni consecuencias.

El primer "blindaje" consiste en una declaración política de los 27 sobre la interpretación del 184. En ella se dice que este artículo no prejuzga el ámbito de aplicación de los acuerdos futuros entre la UE y Reino Unido: puede excluir a Gibraltar, como reclama España, pero también incluirlo. Esta primera declaración se completa con una ambigua carta de Reino Unido que asegura compartir esta interpretación de la UE.

La misiva no está firmada por May, ni por su ministro de Exteriores, ni siquiera por el secretario de Estado para la UE. La rubrica el embajador británico ante la UE, Tim Barrow, el nivel de representación más bajo posible del Gobierno de May.

La premier conservadora se encuentra ya ante el último y decisivo trance de la salida del Reino Unido: la próxima votación del acuerdo en el Parlamento, que deberá ratificarlo para que se pueda poner en marcha antes del 29 de marzo de 2019. Para la tarea, May necesita convencer incluso a miembros de su propio partido, a sus socios del DUP, que ya han confirmado que votarán en contra y también a la oposición. El líder laborista Jeremy Corbyn ya ha anunciado que no respaldarán este texto.