Un cardenal en Vogue comienza por llamar la atención. El prefecto del Consejo

Pontificio de la Cultura, Gianfranco Ravasi, ofreció en abril una entrevista con la

prestigiosa revista de moda en la que citó el Génesis para afirmar que “el señor Dios

hizo al hombre y a la mujer túnicas de piel y los vistió”. Y justificó que “el vestido

litúrgico es así de rico y suntuoso porque representa la dimensión trascendente del

misterio religioso y trata de adornar lo que es divino con algo espléndido y

maravilloso”. El cardenal Ravasi no se disponía a realizar un nuevo tratado sobre moda

eclesiástica, sino a defender la cesión de cerca de medio centenar de objetos y

prendas litúrgicas desde el Vaticano a una fiesta en el Museo Metropolitan (MET) de Nueva York, que se celebró el pasado mayo.

La gala de inauguración de la exposición de moda que realiza cada año el MET es una cita imprescindible para modelos y paparazzi. Y este año se superó a sí misma. No por la talla de los habituales asistentes -Amal Clooney, Katy Perri, Donatella Versace, Jean-Paul Gaultier o Madonna, entre unos 700 invitados-, sino por la temática. Se bautizó como ‘Cuerpos celestes: la moda y la imaginación católica’, y la coronó Rihanna, que exhibió un vestido inspirado en el atuendo del Papa, con mitra incluida y minifalda. El Vaticano había bendecido el acto y para redondearlo mandó allí a todo el Coro de la Capilla Sixtina.

Sus integrantes se encargaron de amenizar la velada con un concierto de música

litúrgica dirigido a la plana mayor del mundo del espectáculo. Pero antes de retirarse a

un hotel de cinco estrellas en el que se hospedaban, algunos de sus miembros

decidieron mimetizarse con el ambiente y llevarse a casa una foto con Rihanna o

Jennifer López. Representan a una institución de la Santa Sede, pero sus cantores son laicos, por lo que el asunto no pasó de unos momentos de frivolidad. Sin embargo, a los padres de algunos de los más de 30 menores que componen el coro no les terminó de convencer esta imagen, de modo que se pusieron en contacto con las autoridades vaticanas para dar constancia de lo ocurrido.

Rihanna junto a algunos miembros más jóvenes del Coro de la Capillla Sixtina.

La Santa Sede comenzó entonces una investigación, que terminó por una senda muy

distinta. Hace un par de semanas, la oficina de prensa vaticana comunicó oficialmente

que el "Papa Francisco, hace algunos meses, autorizó una investigación económica-

administrativa del Coro” y agregó que está “todavía está en curso”. La prensa italiana

filtró que las averiguaciones comenzaron por las denuncias piadosas de la fiesta de

Nueva York, pero que los resultados terminaron por hallar posibles delitos de lavado de dinero, estafa agravada con daños al Estado vaticano y malversación de fondos por parte del director administrativo del coro, Michelangelo Nardella, y el director, Massimo Palombella.

Debido a la creciente exposición internacional del organismo, durante años ambos

responsables habrían creado una caja B en la que ingresaban fondos procedentes de

entradas de los conciertos, ventas de discos o dietas destinadas a las giras. Este dinero, que podría alcanzar cientos de miles de euros, debía ir a parar a las arcas vaticanas, pero se habría utilizado para fines privados. Nardella ya fue suspendido de sus funciones; mientras Palombella sigue todavía en su puesto, a la espera de una resolución que podría llegar en breve. La abogada de éste, Lucia Musso, asegura que “el proceso está en fase de investigación, que podría durar meses”, aunque debería terminar dirimiéndose en un tribunal vaticano.

Un miembro del coro junto a Salma Hayek.

La letrada reconoce que únicamente hay un caso abierto por una cuestión financiera, pero según las últimas informaciones, los problemas para Palombella no terminan ahí. Fuentes consultadas revelan que el director se dedicaba a humillar en público sistemáticamente a los miembros del coro hasta llevar a los niños a la desesperación. Musso evita este asunto y asegura que su cliente “no da declaraciones”, pero se podría enfrentar también a una acusación por malos tratos. En ningún caso se trata de pederastia, sino de abusos psicológicos. La investigación vaticana la está realizando Mario Giordana, un diplomático de la Santa Sede que ha desarrollado una extensa carrera en el exterior.

Massimo Palombella fue elegido director del Coro de la Capilla Sixtina en 2010, todavía

en tiempos de Benedicto XVI, y ratificado más tarde por Francisco. Sacerdote y músico

de profesión, Palombella fue compañero en los salesianos de Tarcisio Bertone, ex

secretario de Estado y uno de los hombres con más poder en el pontificado de

Benedicto, al que se le atribuye la designación del responsable del coro más antiguo

del mundo. Durante estos años, la institución ha aumentado su presencia en el

extranjero, con 26 conciertos en los últimos 24 meses, y ha firmado un contrato con la

alemana Deutsche Grammophon, uno de los sellos musicales más prestigiosos que

existen. El responsable último del coro el prefecto de la Casa Pontificia y secretario

personal de Ratzinger, Georg Ganswein, por lo que queda reforzada la conexión con

las esferas de poder del papa germano.

Rihanna en el MET junto a un integrante del Coro de la Capilla Sixtina.

Quienes lo tratan aseguran que Palombella es un hombre obsesionado por el lujo.

Compositor de dudosa calidad, pero hábil para convertir a un grupo especializado en el

canto gregoriano, que acostumbra a actuar en las celebraciones litúrgicas del Papa, en

un importante reclamo comercial. Entre sus méritos destaca haber conseguido el éxito

sin abandonar el canto clásico. Sus pecados serían haberse aprovechado de ello con

fines lucrativos y un carácter difícil de tolerar. Las fuentes consultadas aseguran que se permitía hablar con desprecio no sólo a sus subalternos sino a sus superiores en la

jerarquía eclesiástica y que pecaba de un cierto nepotismo.

En los últimos años había alterado la composición del coro con el fichaje de media

docena de hombres de su confianza, lo que provocó una división interna. Y en medio

del cisma, sus órdenes eran siempre bien acogidas por una pequeña camarilla formada por los últimos integrantes. Se pusieron en cuestión los métodos, pero el mayor revuelo se produjo cuando uno de estos miembros organizó en diciembre de 2016 un concierto litúrgico-pop al que acudió una nutrida representación de la farándula romana.

El debate entre el tradicionalismo y un mayor espacio para versos sueltos viene de

lejos en el Coro de la Capilla Sixtina. Y aunque Palombella había conseguido salir airoso de esa disyuntiva, ahora ciertos pecados de la Curia de la que se rodeó han terminado por ponerle con un pie fuera de la institución. Según Il Fatto Quotidiano hace unos días acudió a ver a Francisco con una carta de dimisión en la mano, a lo que éste le respondió: “mejor que dimitir, búscate un buen abogado”.