Al mediodía, el pub Comrades, en el pueblo costero de Clacton-on-sea, está lleno. Debe de haber seis o siete largas mesas con todas las sillas ocupadas con una treintena de personas, la mayoría por encima de los sesenta años, la mayoría hombres y todos blancos, con su pesada pinta de cerveza delante. Hablan fuerte, desaforadamente. El local es oscuro. Es como entrar en una cueva. Huele a alcohol y a cerrado. No hay ventanas, sólo la puerta al fondo por donde se aprecia un cegador resplandor de luz procedente del potente sol que hace en la calle. No hay decoración. Las paredes son austeras y mudas. Al fondo está la barra. En un lateral hay tres máquinas tragaperras con luces parpadeantes. Al lado, una mujer de unos sesenta años teñida de rubio canta una canción de Rod Steward en un karaoke.

“Europa sólo nos trae problemas, entra todo el mundo que quiere en este país y se quedan con nuestros trabajos y con nuestras casas”, dice un hombre de unos 55 años, alto, calvo, con unos profundos ojos azules, la cara arrugada y los brazos cubiertos de tatuajes. “¿Sabes lo que son las cruzadas? Pues esto es lo mismo”.

“Tenemos que recuperar lo que hemos perdido, estamos perdiendo nuestro país”, dice un hombre alto y corpulento de 68 años que nació en Londres y se trasladó a vivir a Clacton treinta años atrás. “El gran problema es religioso, ya que aquí nadie reza y los musulmanes sí que rezan y tienen más hijos que nosotros. Nos acabarán expulsando del país”. Desprende un fuerte aliento a tabaco. Acaba de regresar de fumar. La mujer del karaoke empieza a cantar el Satisfaction de los Rollings.

Clacton-on-sea es un pueblo costero de 55.000 habitantes en el condado de Essex. Es el lugar donde el ‘brexit’ tiene un apoyo más grande. De hecho, el único diputado del UKIP, el partido anti-inmigración y antieuropa, fue elegido aquí. Se encuentra a una hora y media en tren de Londres, la ciudad más proeuropea de Inglaterra.

"Este país empezó a ir mal cuando entramos en la UE”

Gary Bird se pasa el día en la plaza del pueblo, dejando pasar el tiempo. Tiene 53 años, es albañil y está en paro, como la mayoría de la gente del pueblo, y cobra ayudas del estado. “La mayoría de gente aquí está preocupada porque no hay suficientes pisos de protección ni trabajo para los británicos y algo se tiene que hacer. Durante el verano hay trabajo pero el resto del tiempo no hay nada. Debemos recuperar el control de nuestras fronteras, vienen aquí y piden ayudas y se quedan con nuestro trabajo. Los inmigrantes hacen el mismo trabajo por la mitad de dinero”.

El único diputado del UKIP, el partido anti-inmigración y antieuropa, fue elegido aquí

La plazoleta principal no tiene nombre, o al menos nadie lo sabe. Se escucha el graznido de las gaviotas que reposan por el suelo y los chillidos de un grupo de niños que juegan con unos chorros de agua que brotan del suelo. La mayoría de las madres son adolescentes. Lo que más llama la atención es el gran número de jubilados que sentados en bancos solitarios, caminando por las aceras o desplazándose con carros eléctricos. “El UKIP lo está haciendo muy bien —prosigue Gary— pero todo se ha vuelto muy racista. Aquí en Clacton no hay muchos inmigrantes. Cuando hay ingleses alrededor tienen que hablar en inglés porque si hablan su lengua podrían estar burlándose de nosotros, y a veces hay problemas por esto, en especial con los jóvenes. Este país empezó a ir mal cuando entramos en la UE”.

La terraza del MacDonald’s de la plaza está llena. Pasa una mujer de unos 40 años muy deteriorada, con ansiosas zancadas, y se mete en la casa de apuestas Coral. Las fuentes se han apagado, los niños se han marchado. Ahora la plaza está llena de gaviotas que llenan el suelo de excrementos. En el otro extremo empieza una corta avenida que lleva al muelle con salas recreativas en ambos lados de la que huye una música animada. De tanto en tanto entra alguien. Welcome to the smile city -'Bienvenido a la ciudad de la sonrisa'-, dice en la entrada, pero nadie sonríe en el pueblo. Al final de la calle hay dos pubs, repletos de voces.

"Revuelta contra los inmigrantes"

“Esto acabará con una revuelta contra los inmigrantes. Ya se quemó una mezquita el año pasado en Colchester, que está a 15 millas de aquí, con una bomba incendiaria. Construyen una maldita mezquita en cada esquina. Aquí no lo van a hacer. A veces ha habido problemas por esto. Aquí en el pueblo alguna vez han lanzado ladrillos contra los cristales de aquella tienda turca —señala un kebab en una las calles que huyen de la plaza— pero esto son cosas de los jóvenes”.

Hace rato que un grupo de adolescentes de trece o catorce años dan vueltas en bicicleta. Desaparecen y al cabo de unos minutos regresan. Gary intercambia algunas palabras con ellos. Cuesta entenderlos con su fuerte acento de Essex. Un hombre de 58 años con una larga barba blanca dice que duerme en la calle porque no quiere pagar un alquiler: “Estos capullos vienen aquí y nos quitan el trabajo y las casas de protección oficial, y cuando vas a pedir ayuda te dicen que ya no les quedan más ayudas”.

No se ve mucha gente por las calles. Daniel tiene 21 años y camina porque no tiene nada más que hacer. Es alto, rubio, con unos apagados ojos azules y los dientes negros. No terminó la escuela y no trabaja. “Nunca he tenido un trabajo serio —dice utilizando frases muy breves—. No hay mucho para los jóvenes aquí, sólo hay problemas. No acabé la escuela y no encuentro trabajo, dicen que es por culpa de los inmigrantes pero yo no creo que saliendo de Europa la situación cambie demasiado. Los inmigrantes son un problema porque no hay suficientes pisos de protección oficial. No me puedo imaginar dentro de diez años, no tengo muchas expectativas”.

En una tienda de kebab sólo hay dos clientes. Debe de haber veinte mesas pero todas están vacías

En una tienda de kebab sólo hay dos clientes. Debe de haber veinte mesas pero todas están vacías. “Casi todos los fines de semana hay problemas, especialmente los sábados, porque los jóvenes beben demasiado y acaban peleándose entre ellos o la toman con nosotros”, explica uno de los dependientes de la tienda de origen turco.

Clacton-on-sea es el pueblo con mayor proporción de pensionistas del país. D.P.

Clacton-on-sea está considerado el segundo pueblo costero más castigado de Reino Unido, con índices de desempleo muy por encima del 7% de media que tiene el país. El 35% de la población recibe ayudas sociales, según el Centre for Social Justice. Los principales problemas de la zona son los bajos índices de escolarización, el embarazo adolescente, los niños con sólo un padre, la drogadicción y la delincuencia. Desde hace 40 años que es un lugar en decadencia. La gente que tenía dinero se mudó a otras áreas y los gobiernos locales han ido recolocando a los que necesitaban ayudas sociales en este pueblo. Es el pueblo con mayor proporción de pensionistas del país. El 92,8% de la población es blanca y solo el 7,2% pertenece de otras razas. Apenas hay inmigración de la UE.

"Un pueblo racista"

“Este es un pueblo racista, yo lo he sufrido porque nací aquí pero mi padre era egipcio y mi apellido es egipcio y es muy complicado que me den cita en el médico porque se piensan que soy una inmigrante”, dice Sarah, de 25 años, con un perfecto acento inglés. Es una de los pocas vecinas que quiere seguir en Europa.

”No saben qué pasará si salen de la UE, culpan a los inmigrantes de todo. Dicen que les quitan las ayudas y los trabajos pero es imposible que les quiten las dos cosas. No saben de lo que están hablando. El UKIP fomenta el racismo y el miedo”, explica Sarah, que está saliendo con un concejal del UKIP. “Están haciendo como Enoch Powell [político conservador que pronunció un famoso discurso contra inmigración que llegaba de las colonias en 1968], ahora el UKIP está haciendo lo mismo con los europeos, como los nazis culpaban en los años 30 a los judíos de sus problemas”.

Clacton-on-sea es el pueblo con mayor proporción de pensionistas del país. El 92,8% de la población es blanca

Jaywick es un suburbio en las afueras de Clacton. Fue construido en los años 30 para que fuera un lugar de veraneo de la clase obrera, pero a partir de la Segunda Guerra Mundial sus casas fueron ocupadas de forma permanente. Se ha acabado convirtiendo en un suburbio problemático, considerado como el lugar más depravado de Inglaterra en un informe de 2012, con uno de los peores índices de desempleo, de crimen y con los ingresos por familia más bajos del país (están en 16.000 euros por familia, en relación con los 30.000 de media en el país).

Jaywick es un suburbio a las afueras de Clacton-on-sea. D.P.

En Jaywick se rueda la serie de televisión Benefits on the Sea, un reality sobre los problemas que tienen sus vecinos por sobrevivir. El 62% de los vecinos en edad laboral recibe ayudas sociales (la media del país es del 15%). En la calle principal apenas hay dos o tres colmados, un pub donde anuncian los partidos de Inglaterra en la Eurocopa, una oficina de correos dentro de una tienda.

Es una zona residencial con casas y más casas. Pese a estar en primera línea de mar, no se puede ver el mar, tan sólo se oye. “Hace cinco años la playa era toda de arena y se podía ver el mar pero se inundó llegando el agua a cubrir las casas y desde entonces empezó a crecer vegetación. Construyeron unos muros de contención para impedir que se repitieran las inundaciones, antes se podía oír el agua cuando subían las mareas”, explica una pareja jubilada de Londres que hace diez años se compró esa casita en Jaywick porque los precios estaban muy bajos. Están sentados en la puerta dejando pasar el tiempo. Charlie ya no puede caminar y utiliza un carro eléctrico para desplazarse. “El barrio no es tan peligroso como dicen”, explican.

Una vecina egipcia de Clacton-on-sea: "El UKIP está culpando a los europeos como los nazis culpaban en los años 30 a los judíos de sus problemas”

Unas casas más allá está Martin, quien a sus 74 años vive solo en la casa desde la muerte de su esposa el año pasado. No le gusta mucho mirar la tele ni leer, así que se pasa el tiempo pintando y arreglando la casa, completamente solo. Explica que trabajó como operario en aviones de carga. “Esta calle —dice señalando la calle perpendicular— la asfaltaron hace poco y tuvieron que traer mano de obra del norte porque aquí nadie quería trabajar, preferían seguir cobrando ayudas del estado”. En el barrio también vive Mike, de 24 años que camina por el muro sin camiseta con unas rastas rubias recogidas por detrás, camina cansado y pensativo. Trabaja en la construcción, por la zona, donde le llaman, donde puede. “Antes había muchos problemas con la delincuencia pero las cosas han mejorado en los últimos años, el principal problema aquí es que no hay nada que hacer, es una zona olvidada”, dice.

"Es el peor pueblo de Inglaterra"

A partir de las cinco o las seis de la tarde, cuando cierran todas las tiendas, las calles quedan desiertas y Clacton-on-sea parece un pueblo fantasma perdido en el atardecer. “Todo el mundo está cobrando ayudas del gobierno y no quieren que vengan más inmigrantes porque se piensan que así ellos cobrarán más ayudas, pero están muy equivocados”, dice un hombre turco de 40 años que es el propietario de una tienda de fish&chips.

Llegó a Inglaterra hace 23 años años y desde entonces no ha vuelto a Turquía. Está separado y tiene dos hijos que viven en Londres. Desde hace tres años vive en Clacton. Cuenta que la vida ahí es insoportable. “Es un pueblo muy racista, lo puedes percibir por la calle, no les gustan los extranjeros. Yo nunca salgo de noche porque siempre hay problemas, tampoco voy a los pubs. Te acaban increpando cuando beben. Muchos amigos míos han sido atacados. Yo tengo pasaporte británico desde hace tiempo, llevo 23 años en este país y aún siguen tratándome como un inmigrante. Este es el peor pueblo de Inglaterra. —explica— Me marcharía de aquí pero ahora mismo no tengo dinero porque he perdido mucho con este negocio, lo estoy intentando vender para marcharme pero aún no he encontrado comprador”.

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