Berlín

Jürgen Todenhöfer (Offenburg, 1940) ha sido juez durante años. También hizo carrera como político. Durante casi dos décadas fue diputado de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel. Guiado por su enorme interés en cuestiones internacionales visitó a los talibanes en el Afganistán de los ochenta. Antes, hizo lo propio en Argelia con los líderes del Frente de Liberación Nacional. Más recientemente, vivió in situ el levantamiento contra Muamar el Gadafi en Libia y contra Bashar al Asad en Siria.

De ahí que, en su caso, parezca casi natural que en el otoño de 2014 visitara por sus propios medios el Estado Islámico (EI). Su aventura en tierras del califato es la que cuenta en el libro Inside IS –10 Tage im Islamischen Staat, “Dentro del EI –10 días dentro del Estado Islámico”. Ese volumen, convertido desde hace meses en un superventas en las librerías alemanas, se ha traducido a una decena de idiomas. Varias editoriales españolas estudian su publicación en nuestro país. El libro narra la primera estancia de un occidental con pretensiones periodísticas en el territorio que controla la organización terrorista responsable de atentados como los sufridos recientemente en Bruselas o los de París del pasado mes de noviembre.

Todenhöfer hizo su viaje en condiciones de alto secreto junto a su hijo Freddy y personas deseosas de vivir y luchar en el califato. “Los había alemanes, pero también había gente del Cáucaso, Rusia, de todas partes”, cuenta en su entrevista con EL ESPAÑOL. De la mano de contrabandistas, Todenhöfer logró cruzar la frontera de Turquía con Siria. Allí, “en un momento dado, la gente del EI tomó el control de la operación”, dice. Bajo la desafiante mirada de esos y otros responsables de la organización terrorista, Todenhöfer realizó decenas de entrevistas para poder dar cuenta de cómo es la vida en el "califato" que ha levantado.

En Alemania se ha reprochado a este autor haber hecho un viaje al servicio de las relaciones públicas de los terroristas. De ser así, la operación de comunicación del EI parece haber fracasado. Basta con escuchar a Todenhöfer hablar sobre las atrocidades a las que asistió en su estancia. “Dicen ser un estado islámico, pero yo los encuentro anti-islámicos, porque el Islam no permite matar inocentes, ni brutalidad y no permite destruir iglesias ni forzar a nadie a creer en nada”, asegura.

Usted es el primer occidental que entró como periodista en el EI. ¿Por qué nadie más ha seguido sus pasos?

El Estado Islámico no quiere tener a otros periodistas. Primero decidieron matar a periodistas. Luego trataron de invitarlos, pero los efectos de invitar a periodistas no fueron muy positivos. Y por eso han vuelto a la vieja estrategia. También pienso que tampoco hay muchos periodistas que quieran ir allí. Porque, en sí, el EI es peligroso. También lo son los bombardeos de la coalición para alguien que quiera trabajar allí. Estuvimos muy cerca de los objetivos de los bombardeos de la coalición, en Mosul [bastión del EI Irak], y los bombardeos también nos hicieron llegar tarde a Raqa [bastión del EI en Siria], por ejemplo. Y cuando llegamos a esa ciudad, la "capital" del EI, la que iba a ser nuestra casa había sido destruida por los bombardeos.

¿Por qué ir allí?

Para derrotar al enemigo, tienes que conocerlo. Henry Kissinger fue a Vietnam. Billy Brandt visitó a Leonid Brézhnev. Jimmy Carter fue a Corea el Norte. Hay que hablar con los enemigos para poder vencerlos, o para encontrar una solución. Con el Estado Islámico no hay negociaciones. La paz no se firma con los amigos y a veces hay que citarse con gente horrible. Como juez que he sido, sé que no puedes negarle la defensa a un acusado que ha matado a alguien. Hay que hablarle, hacerle preguntas. Por eso hice el viaje y escribí mi libro, con el que estoy muy contento. Todos los beneficios que genera están destinados a dos organizaciones infantiles. Una se encuentra en la Franja de Gaza y la otra, en Siria. Ya han podido recibir 280.000 euros.

¿Cómo de difícil fue sobrevivir en territorio del EI? ¿Era usted libre de moverse por allí?

Antes de viajar, mi hijo y yo tuvimos largas discusiones con el EI para tener una garantía del [autodenominado] califa, algo que obtuvimos del gabinete de su oficina. Esa garantía fue una invitación oficial del EI en calidad de "Estado". Si nos daban una invitación así, seguro que iban a respetarnos, esos fueron mis cálculos.

No se puede escribir una historia sobre el Estado Islámico sin haber estado allí

¿Le falta algo a la información sobre el EI a la que tenemos acceso en Occidente?

Lo que se suele escribir sobre el EI está escrito por gente que no tiene ni idea. Es así de simple. Hay especialistas que hablan del EI sin conocerlo. Los periodistas occidentales suelen hablar de las motivaciones del EI y todo lo demás, pero nunca han vivido allí. No se puede escribir una historia sobre el EI sin haber estado allí. Usted no puede escribir algo sobre la historia de Australia sin haber estado allí.

¿Cómo afecta eso a la información que se da sobre el EI?

Le daré un ejemplo: cuando el EI empezó a atacar Europa, se dijo que era una nueva estrategia porque están perdiendo terreno en Siria y en Irak. Pero afirmar eso muestra una completa falta de información. Porque la decisión de atacar Europa se tomó hace tiempo. La tomó el portavoz del EI, Abu Muhammad al Adnani, en otoño de 2014, cuando dijo claramente: “Pido a todos nuestros amigos que ataquen a nuestros enemigos de los países occidentales, con todos los medios de que dispongan”. Desde ese día, la estrategia está clara. Sin embargo, las autoridades dicen en Europa que han sido sorprendidas. Podrían haber leído lo que dijo Al Adnani.

Un par de chicos me dijeron: “iremos a Alemania, te buscaremos, te encontraremos y te mataremos”

¿Temió usted por su vida estando en el territorio del EI?

Un día después de hacer unas entrevistas con combatientes del EI en Mosul, un par de chicos me dijeron que querían decirme algo aparte. Pensé que tenían un problema o algo. Pero sólo querían decirme lo siguiente: “Iremos a Alemania, te buscaremos, te encontraremos y te mataremos”. Incluso llegaron hacer señales indicando que me iban a cortar la cabeza. Y me lo dijeron tranquilamente, sólo para dejarlo claro. Se puede aprender mucho estando con esta gente. No sólo los entrevisté. También dormí con ellos. A veces, bajo el mismo techo, en el mismo suelo. Sólo nos separaba su fusil de asalto.

¿Cómo vive usted con esa amenaza de muerte?

Me da igual. No tengo tiempo para preocuparme por eso. No voy a cambiar mi vida por el Estado Islámico.

Usted es un demócrata comprometido, ha sido político de la CDU. ¿Le chocó ver aquel régimen?

Durante 18 años fui miembro del Parlamento alemán. Y sí, fue horrible. Un día, en un proceso contra un acusado, yo le pregunté al juez del EI, cuál sería la condena. Pregunté si sería una amputación o una decapitación. No quería verlo, quería saberlo. La respuesta del terrorista fue: “Puedo organizarlo para usted, nuestras cárceles están llenas de gente, ¿qué le gustaría captar con su cámara?”. Es más, me preguntó: “¿Le gustaría que el ajusticiado sea un chií o un kurdo?”. Fue horrible. Me dijo que quería matar a cientos de miles de chiíes. Cuando vas a un [lugar] así, no sabes si sobrevivirás al día siguiente.

¿Qué cosas vio que le impactaron ?

La esclavitud, por ejemplo. Hacen de esclavos, incluso, a niñas pequeñas. Y te explican, tranquilamente, bajo qué circunstancias pueden tener sexo con una esclava. Es horrible, pero creo que es importante que la gente lo sepa.

¿Qué fue lo que más le llamó la atención ?

Los diez días que pasé allí fue como vivir en un mundo paralelo. En otro universo. Es como cuando te despiertas después de haber sido operado, cuando el efecto de la anestesia te abandona y ya no sabes si estás todavía siendo operado o si has vuelto al mundo normal. Fueron diez días así. Forma parte del precio que hay que pagar.

¿Se quedó con ganas de saber algo más sobre el EI ?

Me gustaría preguntar algunas cosas más. Hablé con un centenar de personas en aquellos días. Me gustaría volver a hablar con algunas de ellas. Por ejemplo, dicen ser un estado islámico, pero yo los encuentro anti-islámicos. Porque el Islam no permite matar inocentes, no permite destruir iglesias, ni forzar a nadie a creer nada, ni la brutalidad. Todo eso no está permitido en el Islam. Me gustarles [si lo saben].

El EI es una venganza contra las guerras de los países occidentales en Oriente Medio

¿Cuál es su visión del EI?

Es una venganza, contra la guerra en Irak, en Afganistán, una venganza contra todas las guerras de los países occidentales en Oriente Medio. Es cierto, que se tiene el derecho de resistir, pero no de matar inocentes. Y ellos están matando inocentes.

¿Qué ideas tenía usted sobre el EI que resultaron ser mentira en su visita?

Pensé que iba a ver muchos coches con las banderas del Estado Islámico, muchos soldados, muchos combatientes. En resumen, lo que se ve en los vídeos de propaganda. He conocido a los combatientes del FLN en Argelia y a los talibán, por ejemplo. Pero nunca vi a combatientes tan fuertes como los del EI.

¿Por qué?

Son completos fanáticos. Y esto les hace ser muy buenos en la guerra. El fanatismo te ciega, ya no ves nada. Así, el enemigo deja de ser un ser humano, sino algo que matar.

He conocido a los combatientes del FLN en Argelia y a los Talibán, por ejemplo, pero nunca vi a combatientes tan fuertes como los del EI, son fanáticos

¿Cómo explica esta particularidad ?

En el EI te lavan el cerebro. Mohammed Mahmud, un célebre captador en Austria y Alemania, siempre decía a sus oyentes: “¿No veis siempre en la televisión esas imágenes de niños asesinados por los bombardeos estadounidenses, en Afganistán, Libia, Siria o Irak? ¿Los veis?”. Entonces la respuesta era “sí”. Ese es el primer paso, luego Mahmud decía: “Pues deberíais defenderlos”. Y además, les decía, “¿No os acordáis de que esas guerras están basadas en mentiras?”. Entonces ya se observaba que quienes les escuchaban dejaban de pensar por sí mismos. Creen que porque hubo una guerra injustificada como la guerra de Irak de 2003, en la que murieron inocentes, tienen el derecho de matar a civiles inocentes, torturar, o hacer lo que sea.

¿Qué opina de la estrategia adoptada por los países occidentales hasta ahora frente al EI?

Los bombardeos constituyen una estrategia completamente equivocada. Empezamos la guerra en 2001 bombardeando Afganistán. Entonces teníamos un par de centenares de terroristas internacionales. Ahora, después de catorce años de bombardeos, tenemos varios miles de terroristas internacionales. Esto me hace dudar sobre la inteligencia de algunas personas responsables de la lucha antiterrorista. Parece que no entienden que estos terroristas tienen algo que ver con los bombardeos. Los criminales del EI son una reacción, una respuesta, a las guerras injustificadas y a los bombardeos injustificados. Sin esas guerras no habríamos tenido a estos terroristas. En los últimos 200 años, ha habido más de 60 guerras en Oriente Medio iniciadas por Occidente. Esa es nuestra parte de responsabilidad.

¿Fomentan los bombardeos el terrorismo?

La respuesta a esas guerras, es el terrorismo de hoy. Es una respuesta equivocada. Pero ahí está. No hay excusas para el terrorismo. Pero no debemos olvidar que el terrorismo empieza con nuestras guerras. Con los bombardeos alimentamos el fenómeno terrorista. Javier Solana ya lo dijo, más del 90% de las guerras modernas son civiles debido a los bombardeos. Y si matas a civiles, los que sobreviven se convierten terroristas.

¿Cómo eran los combatientes que usted encontró en el EI?

Los hombres con los que hablé en el EI, ninguno de ellos nació terrorista. Se hicieron terroristas. Piensan que son héroes. Creen que están en una guerra apocalíptica entre el bien y el mal. Piensan que están jugando un papel histórico. Todo esto es muy atractivo para cualquier chaval de 18 años. Es muy peligroso.

Hay que demostrar que el EI es anti-islámico, evitar que le lleguen armas, cerrar la frontera entre el EI y Turquía y hacer algo para que no lo apoyen los iraquíes suníes

¿Les vio debilidades para poder vencerlos?

La mejor solución para acabar con ellos es una política justa en Oriente Medio. Puede sonar ingenuo esto que digo, pero el terrorismo es la respuesta injusta a guerras injustas en Oriente Medio.

También hay estrategias que adoptar. Por ejemplo, demostrar que el EI es anti-islámico. Esto se puede hacer fácilmente. También se podría hacer mucho más para evitar que les lleguen armas de los Estados del Golfo, o a otros grupos terroristas o extremistas en Siria. Porque esas armas, que en principio van para otros grupos, acaban en manos del EI tarde o temprano. También hay que cerrar las fronteras entre el EI y Turquía. Porque si yo pude atravesar la frontera fácilmente, cualquier joven de 28 años puede hacerlo. También habría que hacer algo para que dejen de contar con el apoyo de la gente.

¿A qué apoyo se refiere?

En Irak, el EI recibe el apoyo de los diez millones de suníes, un tercio de la población del país. Prefieren tolerar el EI porque, después de la invasión en 2003, han sido discriminados en su país. Si se les incluyera en el Gobierno de Irak, los suníes, a cuyos líderes conozco, lucharían contra el EI. Porque, en realidad, no les gustan sus tradiciones, ni su extremismo, ni su brutalidad. El EI no es algo que se pueda reivindicar como algo auténticamente iraquí. Pero para lograr que la población iraquí eche al EI, habría que hacer política. Esto no es fácil.

Una niña quería irse con su novio al EI porque creía que allí iba a ser alguien, que vestiría ropa cara, que tendría una metralleta, una gran casa, dinero y que se pasaría el día haciendo el amor.

Además de un problema regional, también se observa que el EI es un problema en nuestras sociedades occidentales. ¿Qué piensa usted?

El EI, como movimiento de protesta, es muy peligroso. Porque dicen estar luchando contra las guerras de Occidente, el materialismo occidental y todo eso. He hablado con la amiga de una niña de 15 años que quería ir a luchar al EI. Hablé con su amiga, porque la niña al final tuvo miedo de hablar conmigo. Quería irse con su novio de 18 años, según me explicó una amiga suya. Quería irse porque aquí no es nada y allí se iba a vestir con ropa cara. Decía que llevaría zapatillas de marca Nike, que tendría una metralleta, una gran casa, dinero y que se iba a dedicar todo el día a hacer el amor. Todo eso es mentira. Las casas, son casas de gente pobre, no hay agua caliente y el agua del grifo está sucia. Los salarios son escasos, no puedes comprar una esclava, porque cuesta 1.500 dólares (unos 1.300 euros, ndlr.). Eso es algo que la mayoría no puede pagar.

Ahora a usted se le está reprochando en Alemania que se le dejó hacer una gira de relaciones públicas por el territorio del EI. ¿Cuál es su respuesta?

Eso son celos de algunos críticos de la prensa alemana. En el Reino Unido he estado haciendo la promoción del libro recientemente. Todo el mundo allí me decía “buen trabajo”. Se puede criticar. Pero si alguien dice que se podría haber hecho un mejor libro, que ese alguien lo haga. O que se calle.

Esas críticas vienen del semanario Der Spiegel. No deja de ser curioso que su libro, pese a todo, sea uno de los superventas de la reputada lista de best-sellers de Der Spiegel.

Se me acusa de no haber visto al yihadista John sin máscara, y de haber hecho propaganda para el EI. En realidad, sí que vi la cara de ese terrorista, está descrito en el libro. También he publicado una carta abierta en el libro contra el "califa", diciendo que lo que hacía era criminal y anti-islámico, un texto que causó que el EI dejara de relacionarse conmigo. La respuesta del califa fue: “Hay quien dice que el Islam es misericordia pero se equivocan, el Islam es la guerra”. Yo llamé al redactor que escribió esas críticas. Le pregunté cómo podía haber escrito eso. Me confesó que no había leído el libro.

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