Llegaba el alba al pueblo nigeriano de Dikwa cuando dos chicas se volaron por los aires en un centro local para desplazados internos. Se llevaron consigo a decenas de personas que habían tenido que dejar sus hogares para huir del grupo terrorista-yihadista Boko Haram, que desde hace siete años atormenta el país. Una caída del sistema telefónico provocó que la tragedia, ocurrida el martes, tardase un día entero en llegar a oídos de la prensa.

Fueron dos jóvenes las que se hicieron estallar, pero eran tres las que se habían infiltrado en el campamento. La tercera decidió no seguir adelante con el plan después de toparse con sus padres entre los desplazados. Se entregó a las autoridades y alertó de futuros ataques en la región de Borno, en el noroeste del país, la más azotada por la insurgencia yihadista. Ninguna organización reclamó la autoría de la matanza, pero todo apunta a que Boko Haram orquestó el ataque, que ha escalado sus incursiones en las últimas semanas.

El ataque, perpetrado en la misma semana en la que se celebra el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado -se conmemora este viernes-, es parte de una creciente lista de atentados del grupo terrorista. La organización recurre cada vez más a niñas suicida, una opción que se está convirtiendo en una macabra tendencia en Nigeria.

En mayo, Unicef alertaba del “alarmante aumento de ataques suicidas que involucran a mujeres y niñas” en el país. Desde julio de 2014, informaba la institución, se habían producido una decena de incidentes con niñas de siete a 17 años.

100 ataques con niñas y mujeres

"Los niños no están instigando los ataques suicidas; son utilizados intencionalmente por los adultos de la manera más horrible", dijo entonces Jean Gough, representante de Unicef allí. El organismo teme que la “utilización de niños como atacantes suicidas podría llevar a que sean percibidos como amenaza potencial, lo que pondría a todos los niños vinculados a grupos armados en riesgo de represalias e impediría su rehabilitación”.

Boko Haram comenzó a recurrir a niñas en 2014 pero intensificó su uso el verano pasado. Así lo defiende, en conversación con EL ESPAÑOL, Elizabeth Pearson, investigadora asociada del Royal United Services Institute de Reino Unido. La experta cuenta más de 100 ataques con niñas y mujeres por parte de Boko Haram en los últimos dos años en Nigeria, Chad, Camerún y Níger, su área de influencia. Pero cuando se trata de ataques suicida, apunta, es difícil determinar la edad de las atacantes.

“[Usar chicas] supone una ventaja porque la mayoría de los desplazados internos son mujeres”, dice Pearson. “Y se están concentrando cada vez más en los desplazados internos… El mensaje es: 'si crees que esto se había acabado, no lo ha hecho'”. La experta indica que la utilización de terroristas femeninas respondía, inicialmente, al factor sorpresa, si bien ahora las fuerzas de seguridad están al corriente de la táctica. “[Sin embargo,] el hecho de que continúan usando mujeres y niñas muestra que implica algún tipo de ventaja”.

Pearson subraya que hay muy poca información respecto a la captación de estas niñas 'terrorista' por parte de Boko Haram. El grupo ha raptado miles de niñas y mujeres, pero no está claro que se haya obligado a todas las atacantes. “[Pero] si se trata de niñas, legalmente han sido coaccionadas”, afirma. “No aceptaremos que las niñas, incluso si se ofrecieron voluntarias, sean tomadas como cómplices, porque no tienen elección”.

Rehabilitando niños soldado en Sierra Leona

Boko Haram ha hecho del uso de chicas como armas de destrucción una de sus señas de identidad, indica la experta, especialmente en el terrorismo yihadista. El autodenominado Estado Islámico recurre a niños para combatir en Oriente Medio, algunos de ellos de hasta cuatro años, pero el uso de niñas suicidas es un modus operandi ampliamente asociado al grupo africano.

“La primera vez que oí hablar de las niñas bomba fue con Boko Haram, hace dos años más o menos”, afirma a este diario Chema Caballero, que creó la primera iniciativa en el mundo para rehabilitar a niños soldado en Sierra Leona.

Unicef dice que hay en torno a 300.000 niños soldados en el mundo y el 40% son mujeres, según la ONG británica War Child. Pero no todos los niños soldado portan un fusil o un chaleco explosivo. “La definición está muy clara en los Principios de París de 2007”, dice Caballero. “Los niños y niñas soldado son también porteadores, cocinan, realizan funciones de vigilancia, son esclavos y esclavas sexuales… Y entre ellos siempre ha habido muchos que han sido utilizados como escudos”.

El antiguo misionero cuenta de su experiencia en Sierra Leona que los niños eran manipulados con drogas y consignas para llevar a cabo todo tipo de actos abominables. Y cuando salen de las guerrillas sus mundos se tambalean.

“Su mundo, durante cinco, seis, siete, ocho años, ha sido el de la guerrilla y toda su escala de valores es siempre ser el más malo y tener una 'autoridad' porque tienen un fusil… Cuando estos chavales llegan a un centro de rehabilitación, han perdido el fusil, con lo que han perdido su 'autoridad'. Se les cambia su escala de valores porque ahora tienes que ser el que más colabora, el que es más bueno. Eso crea mucha inseguridad en el niño”, explica. “Y cuando empiezan a darse cuenta de lo que han vivido, son momentos muy duros”.

El proceso de rehabilitación es lento y difícil, pero Caballero asegura que el niño puede encontrar un futuro si logra hablar de lo que sucedió y expresar sus sentimientos. “Cuando a estos chicos y chicas se les da una oportunidad, logran salir adelante, vuelven a reinsertarse”, afirma. “No vuelven a ser el niño que fueron, pero se reinsertan y son capaces de vivir una vida normal”.

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