Turquía asegura que ha derribado el cazabombardero Su-24 ruso porque sobrevolaba sin permiso su espacio aéreo (no es la primera vez), algo que Rusia niega. Afirma también que había dado diez avisos previos durante cinco minutos. Finalmente atacó el aparato, del que sus dos pilotos han salido eyectados. Aunque algunas informaciones indican que uno de ellos ha muerto a manos de milicias turcomanas. El Ministerio de Defensa ruso no lo ha confirmado.

Todo indica que ahí está el quid de la cuestión. Precisamente esas milicias turcomanas -una minoría del norte de Siria- son aliadas de Turquía y combaten al Ejército de Asad, aliado ruso. “Los turcos están realmente irritados con los bombardeos rusos, que están cargándose los juguetes turcos”, asegura Nikolay Kozhanov, analista ruso del think tank londinense Chatham House. “Las represalias eran una cuestión de tiempo”.

Aún así, admite que no entiende la magnitud de la represalia. De hecho, Erdogan ya advirtió a Putin a principios de octubre con parar la cooperación en energía nuclear y gasística. Moscú tiene un contrato para construir una central nuclear en Turquía, país que a su vez es el "principal consumidor de gas ruso", tal y como recordó Erdogan entonces.

La situación es tan seria tras el derribo del Su-24, que la OTAN ha convocado una reunión urgente al respecto para este mismo martes en Bruselas.

Los rusos amenazan a los aliados turcos en Siria

Con “juguetes turcos” Kozhanov se refiere a las milicias turcomanas afectadas por la incursión militar de Rusia en Siria a favor Asad, pero no solo. También hace referencia a grupos radicales como Ahrar al Sham implicados en la compleja guerra siria, en la que existen muchos más actores que la oposición armada, el autodenominado Estado Islámico (EI) y el propio Ejército de Asad.

Se calcula que Ahrar al Sham (“Hombres Libres de Siria”) cuenta con 10.000 a 20.000 combatientes, “lo que la convierte en una de las organizaciones más poderosas de las que luchan en Siria”, publicaba BBC Mundo el pasado agosto, posiblemente la más grande después de los terroristas del EI.  

Luchan contra Asad y contra el EI con el apoyo de Catar y Turquía. “Los turcos están patrocinando a estos grupos con armas y ayuda logística”, indica Kozhanov.

EEUU no los considera terroristas, pero le preocupan sus relaciones con grupos extremistas, según declaró el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, en abril.

“A pesar de sus orígenes como aliado de Al Qaeda, (el grupo) resta importancia a cualquier compromiso con la yihad global y enfatiza sus credenciales nacionales como un movimiento sirio que respeta las fronteras del país. Dice que su lucha está limitada al frente sirio”, explica la periodista Mariam Karouny en un reportaje reciente de Reuters.

El ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, que tenía previsto llegar esta noche a Ankara para reunirse mañana con las autoridades turcas, ha anulado su visita.

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