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Las conservas de atún son uno de los alimentos más demandados en España. A pesar de su fama, en los últimos años, su consumo ha estado sujeto a una serie de peligros, como el mercurio. 

El mercurio es un elemento químico que de manera natural forma parte de la corteza terrestre. Se acumula en los tejidos grasos de los animales, incluyendo peces, y se biomagnifica a través de la cadena alimentaria. 

La acumulación de este metal pesado en el organismo puede causar daños severos, afectando especialmente al sistema nervioso y cognitivo, los riñones e incluso el hígado; sin embargo, según la médico digestivo María Muñoz, "no todos los atunes son iguales", siendo el blanco el menos peligroso.

El mercurio del atún blanco

Según una investigación de las ONG Bloom y Foodwatch, el 10% de las latas de atún en Europa, incluida España, tienen más mercurio del permitido.

Aunque el consumo de este metal pesado no suele generar efectos inmediatos e, incluso, su ingesta sea muy habitual en nuestro país, es importante saber la dosis máxima tolerable para no acarrear complicaciones de salud.

La cantidad máxima tolerable de mercurio que se puede consumir a la semana es de 1,6 microgramos por kilo de peso corporal, según los expertos.

Una persona de 70 kg, por ejemplo, podría consumir unos 115-120 microgramos aproximadamente sin que esto supusiese un problema. A partir de aquí, habría que controlar porque podría generar efectos negativos.

Superar este umbral de manera constante puede aumentar el riesgo de padecer efectos adversos derivados de la toxicidad del mercurio, lo cual hace imprescindible prestar atención a la cantidad de latas de atún que consumimos a la semana, especialmente en mujeres embarazadas o personas con situaciones especiales.

En este sentido, la OCU ha señalado que, en realidad, las concentraciones más elevadas de este metal pesado se encuentran en especies muy específicas: el atún rojo, el pez espada y algunos tipos de tiburón, como la tintorera y el marrajo.