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En pleno siglo XXI no son pocas las dietas que intentan hacerse un hueco en el día a día de la sociedad. Cada una de ellas intenta vender una información determinada; sin embargo, prácticamente todas siguen un pilar básico y fundamental: comer poco para adelgazar. 

A pesar de que muchas personas sigan sujetas a esta teoría, la realidad es que reducir la ingesta diaria o, por ende, saltarse una de las comidas no contribuye a una pérdida de peso, sino que puede generar los efectos contrarios: alterar el nivel de azúcar, ralentizar el metabolismo o simplemente tener más hambre por no haber adquirido los alimentos necesarios.

Según el ministerio de Sanidad, idealmente deberíamos hacer 5 comidas: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. Cuando decidimos saltarnos una de ellas con el fin de adelgazar, la realidad es que sometemos a nuestro cuerpo a diferentes procesos y, sobre todo, podemos provocar una ganancia de peso que inicialmente evitábamos, así lo explica la dietista clínica de Piedmont, Haley Robinson.

El efecto rebote de saltarse las comidas

En el mundo alimenticio, son muchas las ideas compartidas y repetidas hasta la saciedad que no favorecen el bienestar físico y pueden incluso suponer un peligro si se aplican a rajatabla. Entre ellas, encontramos algunas como que para adelgazar hay que eliminar los carbohidratos o que saltarnos la cena es un método ideal para perder peso.

Saltarse la cena en España es una costumbre cada vez más extendida y que constantemente se asocia con 'dietas milagro' y con la pérdida de peso. La ciencia, sin embargo, no parece estar tan de acuerdo con esta cuestionable práctica y muchos expertos la desaconsejan para adelgazar.

Según Haley Robinson, dietista clínica de Piedmont, esta falta de atención a la alimentación se agrava por la creencia errónea de que saltarse el desayuno y el almuerzo permitirá disfrutar sin culpa de los excesos en otro momento del día. Sin embargo, esta estrategia no solo es poco saludable, sino que también puede tener el efecto contrario, contribuyendo al aumento de peso.

Una de las principales consecuencias de renunciar a las comidas es la disminución del nivel de azúcar en el organismo. Este desequilibrio afecta directamente la capacidad del cerebro para funcionar de manera eficiente, ya que utiliza la glucosa como fuente primaria de energía.

Como explica Robinson, cuando el cerebro no dispone de suficiente glucosa, el cuerpo no opera a su máximo rendimiento. Esto puede traducirse en dificultades para pensar con claridad, además de sensaciones de irritabilidad, confusión y fatiga.

Un nivel bajo de azúcar desencadena la producción de cortisol, conocido como la hormona del estrés. Este aumento de cortisol puede dejarnos en un estado de estrés constante y aumentar la sensación de hambre, lo que fomenta comportamientos alimenticios poco saludables.

Mujer comiendo.

En estas circunstancias, el cuerpo entra en "modo supervivencia", lo que significa que las células empiezan a ansiar alimentos, generalmente aquellos ricos en grasas y azúcares. Este impulso puede sabotear cualquier intento de mantener una dieta equilibrada, ya que la sensación de hambre extrema tiende a hacer que las personas opten por opciones poco saludables y coman en exceso.

Saltarse comidas también tiene un impacto negativo en el metabolismo. Cuando el cuerpo pasa largos periodos sin recibir alimentos, el metabolismo se ralentiza como una forma de conservar energía. Este cambio puede dificultar la pérdida de peso e incluso contribuir a ganarlo, ya que el cuerpo comienza a almacenar más grasa en respuesta al temor de que los nutrientes escaseen.

La clave, por lo tanto, no reside en omitir comidas, sino en priorizar una alimentación equilibrada y regular a lo largo del día, incluso durante los periodos más ocupados. Esto no solo ayuda a mantener niveles estables de azúcar y energía, sino que también favorece un mejor control del apetito y del bienestar general.

Los consejos de Robinson para evitar saltarse comidas

Más allá de hacerlo a plena consciencia, muchas veces es el ritmo frenético que llevamos el cual nos obliga en muchas ocasiones a saltarnos las comidas. Por este motivo, la experta ha indicado una serie de consejos que podemos seguir con el fin de realizar todas ellas.

  1. Come comidas más pequeñas y frecuentes a lo largo del día en lugar de saltarse comidas.

  2. Ten siempre a mano un tentempié, como un yogur o una barra de granola, para aguantar hasta la siguiente comida.

  3. Come bocadillos ricos en proteínas y fibra. Te mantendrán saciado por más tiempo.

  4. Planifica tus comidas con antelación o prepáralas la noche anterior.

  5. Haz un cronograma para la semana para evitar sobrecargarte o quedarte atrás.

  6. Configura una alarma para que suene a la hora del almuerzo.

  7. Concierta citas para almorzar. No puedes saltarte una comida si ya has hecho planes con amigos o familiares.