Cuando entran burbujas de gas en las arterias o se forman dentro de éstas y cierran el flujo sanguíneo, se produce una isquemia orgánica o falta de circulación sanguínea en el cuerpo. A esta afección se la conoce como embolia gaseosa y, aunque se trata de un accidente excepcional durante el embarazo, si se produce puede tener consecuencias fatales, como la muerte de la mujer. 

La doctora Jen Gunter contaba en su libro La biblia de la vagina (Libros Cúpula) que a su consulta llegaban muchas mujeres temerosas de que practicar sexo oral durante el embarazo pudiese provocar la temida embolia gaseosa.

Aunque todos los médicos coinciden en que practicar sexo en el embarazo es algo completamente seguro (a menos que haya motivos concretos como placenta previa, sangrado o incompetencia cervical, etc.), sí que podría ser recomendable no realizar prácticas orales para así no insuflar oxígeno en la vagina y evitar cualquier riesgo de padecer una embolia gaseosa.

Algunos médicos sugieren que "el riesgo de embolia gaseosa durante la penetración podría ser mayor en posiciones en que el útero queda por encima del corazón" pero, tal y como se refleja en La biblia de la vagina, "la idea no está respalda por ningún estudio".

Según indicaba la doctora Gunter, la embolia gaseosa se da en uno de cada millón de embarazos pero, tal y como apunta el doctor Jesús Lázaro-Carrasco, ginecólogo y obstetra de la Clínica Arpa Médica, también es la causante del 1% de las muertes maternas.

Tal y como ha explicado a MagasIN el doctor Lázaro-Carrasco, la embolia gaseosa no se puede producir únicamente con "ciertas prácticas sexuales", sino que "se han documentado casos ligados a cesáreas, partos vaginales normales y manipulaciones intrauterinas". 

"Los casos clínicos documentados en la bibliografía revelan numerosas situaciones o factores de riesgo poco conocidos en la práctica obstétrica cotidiana. Las extracciones fetales por cesárea han sido origen de muchos casos de embolia gaseosa, y la placenta previa o acreta y la rotura uterina se han considerado factores de riesgo", comenta.

En el caso de la cesárea, los vasos uterinos abiertos durante el proceso permiten el fácil acceso del aire a la circulación venosa, por lo que "el riesgo de embolia venosa gaseosa durante la cesárea se incrementa más con la exteriorización uterina".

Síntomas

El doctor Lázaro-Carrasco incide en la importancia de "un diagnóstico y tratamiento tempranos" para evitar complicaciones. En este sentido, los síntomas de la embolia gaseosa están relacionados con "el grado de aire que entra en el sistema circulatorio" y "suelen desarrollarse justo después de la embolización".

El problema es que algunos de los indicios que pueden alertar de una embolia gaseosa pueden confundirse con otras patologías, ya que entre ellos están: la ansiedad (taquicardias), disnea, dolor torácico, agitación o desorientación, dificultad al respirar. Entre los más graves destaca el aspecto cianótico (pérdida de conciencia, shock circulatorio o muerte súbita).

Oxigenación hiperbárica

En lo que respecta al tratamiento, no hay uno específico. "Los primeros síntomas pasan, a menudo, inadvertidos en el contexto particular de la gestación o después del parto y del alumbramiento, por lo que las complicaciones ulteriores pueden ser temibles", lamenta el doctor Lázaro-Carrasco.

El tratamiento más estudiado para tratar las embolias gaseosas surgidas durante la gestación y en el posparto es la terapia por oxigenación hiperbárica, "que puede estar indicada en los casos sintomáticos".

"Esta técnica consiste en respirar oxígeno puro en un ambiente presurizado (usado como tratamiento de la enfermedad por descompresión, un riesgo asociado al buceo), y la hiperpresión provoca la reducción del volumen de las burbujas".

Para que sea más efectivo y se pueda producir la curación sin secuelas, el ginecólogo de Arpa Médica añade que "es fundamental iniciar el tratamiento lo más precozmente posible (si es posible antes de una hora del inicio de los síntomas)", aunque es complicado tener un diagnóstico tan rápido.

Además, en el caso de producirse durante el embarazo, el doctor advierte de que "está en discusión los efectos secundarios que este tratamiento podría tener sobre el feto por la toxicidad del oxígeno, especialmente a nivel del crecimiento fetal", por lo que "sería recomendable realizar una vigilancia ecográfica del crecimiento".

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