Empezar a convivir con tu pareja es un gran paso en la relación, pero además de la ilusión y el entusiasmo, siempre surge un tema incómodo de tratar.
Y es que no siempre es fácil hablar de dinero, y menos cuando una de las partes propone algo tan directo como tener que pagarle el alquiler a uno de ellos cuando se muda a la casa del otro: "A partir del mes que viene vas a tener que darme 400 €".
Para algunos es lógico compartir lo que cuesta la vivienda, aunque sea propiedad del otro, sin embargo, para otros suena raro e incluso ofensivo.
En este contexto, Mario Ruiz, experto en finanzas, utiliza el humor para explicar lo que suele pasar en estas conversaciones. En uno de sus vídeos de Instagram recrea una escena ficticia entre dos personas que intentan aclarar cómo organizar su convivencia.
Y la respuesta a la petición de pagar alquiler aparece cargada de reproche: "Perdona, ¿tú crees que yo no aporto? Limpio, cocino, hago la compra, gestiono todo y encima tú me quieres cobrar por vivir contigo".
Ruiz muestra cómo este tipo de diferencias es habitual. Y es que aunque una de las personas ve el pago como un reparto justo de cargas, la otra, como una señal de desigualdad dentro de la relación.
En su recreación, el malentendido crece cuando quien se siente perjudicada responde: "Claro, tú quieres que pague como inquilina, pero que viva como pareja. ¿Sabes cómo se llama eso? Conveniencia". Una frase con la que el experto subraya el choque entre lo económico y lo emocional.
Pero el vídeo no se queda en la discusión. Ruiz propone caminos más equilibrados, planteando una alternativa que encaja mejor en muchas parejas.
"Y si en vez de alquiler hablamos de gastos compartidos, nada fijo, pero sí proporcional", detalla.
Esta idea, explica, permite que ambos contribuyan según sus posibilidades sin que ninguno sienta que está "pagando" por la relación o por un bien que nunca será suyo.
Y es que para Ruiz, la clave está en hablar, acordar y buscar un equilibrio práctico que no dañe la conexión emocional. Ya que aunque no existe una única fórmula, sí la transparencia y la comunicación con la que evitar que el dinero se convierta en un problema dentro de la convivencia.
