Manuel tiene 73 años, es de La Herrería, un pequeño pueblo de Córdoba, y desde hace dos años vive completamente solo.
Y es que tras 47 años de matrimonio, su vida cambió por completo cuando el divorcio llamó a su puerta.
Ahora, poco a poco, va descubriendo lo que significa empezar de nuevo a una edad en la que muchos ya lo tienen todo aprendido.
"La lavadora he aprendido ponerla ahora", dice entre risas, aunque detrás de esa frase se nota un punto de melancolía.
"A mí me han tenido que enseñar a ponerla", añade, recordando cómo le tuvieron que explicar los botones y los programas de lavado.
Un pequeño gesto del día a día, que aunque para muchos sea algo automatizado, para él se ha convertido en parte de su nueva rutina.
Durante casi medio siglo, Manuel compartió su vida con su esposa y cuando llegaba a casa todo estaba hecho.
Ahora, además de cocinar, limpiar y organizar la casa, tiene que aprender cosas que nunca había hecho.
A pesar de su buen ánimo, reconoce que la soledad pesa. La casa ahora está diferente y el silencio es parte de sus días.
Ahora su rutina transcurre entre tareas, paseos y las visitas de los suyos.
Aunque el cambio fue duro, Manuel intenta mirar hacia adelante. Sabe que la vida sigue y que nunca es tarde para aprender, incluso a los 73 años, a vivir de nuevo, solo, pero con ganas de seguir adelante.
