A los 36 años, Mauricio había logrado lo que para muchos parece imposible. Y es que jubilarse joven y poder vivir el resto de la vida sin preocupación por el dinero es el sueño de muchos trabajadores.
"Yo a los 28 años hice un plan de vida, que a los 40 me iba a retirar", cuenta con orgullo este joven.
Sin embargo, a pesar de lograrlo incluso antes de lo previsto, lo que parecía el final laboral perfecto terminó convirtiéndose en una etapa completamente oscura.
Durante casi una década, Mauricio trabajó como si le fuera la vida en ello y aprendió a invertir. "Puse una cantidad de dinero en activos que me iban a pagar una renta. Lo logré a los 37. Tenía 36 y medio", explica.
Su esfuerzo dio resultado y el joven alcanzó la llamada libertad financiera antes incluso de lo que en sus cuentas había previsto.
"Yo ya tenía libertad financiera. Para el resto de mi vida yo no tendría que trabajar más y lo que me pagan mis activos me sobra para vivir, o sea, puedo seguir ahorrando", confiesa durante su intervención en el podcast Invertir Joven.
Con esa seguridad, decidió cumplir otro sueño y mudarse junto a su familia a vivir frente al mar. "Dije, me voy a la playa. Vámonos, mi amor. Vámonos, niños, a vivir la vida del señor de 36 años y medio jubilado", recuerda riendo.
Junto a su familia, alquiló una mansión frente al mar, un lugar que parecía sacado de una película. "Nos fuimos a la playa a vivir, frente al mar, una casa, una mansión hermosa, la alquilamos y nos quedamos ahí 3 años".
Pero con el paso del tiempo, el entusiasmo se fue apagando. Mauricio confiesa que la rutina tranquila y la falta de metas lo afectaron más de lo que imaginaba. "Me deprimí", dice con sinceridad.
Y es que aunque tenía todo lo que muchos desean, aún le faltaba propósito.
"Al principio todo era felicidad: despertarte con el sonido del mar, caminar descalzo, no tener horarios. Pero después empecé a sentir un vacío. No sabía para qué levantarme", relata.
Pues, aunque la jubilación temprana es algo que muchos idealizan, a él le enseñó una dura lección, ya que la vida sin objetivos puede volverse monótona.
Hoy, Mauricio ha vuelto a trabajar, aunque de una manera distinta. Dedica su tiempo a proyectos personales y ayuda a otros a mejorar sus finanzas, pero también a entender que el dinero no lo es todo. "Lo material te da tranquilidad, pero no sentido. Aprendí que siempre hay que tener algo que te motive", concluye.
