Megan Maxwell es una de las autoras más influyentes de la novela romántica en España. A lo largo de su carrera, ha explorado diversos géneros dentro del romance, desde el chick lit y la comedia romántica, hasta el romance histórico y la novela erótica, consolidando un estilo propio que ha conquistado a miles de lectores. Su última publicación es Una herencia salvaje.
En esta décima entrega de Las guerreras Maxwell, Amanda McRae, una joven apasionada, se reencuentra con Brodrick Fraser, un conde viudo con dos hijos. Lo que comienza como un encuentro formal se transforma en una apasionada historia de amor, donde el destino y la determinación demostrarán que los sueños pueden hacerse realidad.
¿Eres la jefa de las guerreras?
Eso dicen y soy la primera sorprendida. Todo comenzó cuando creé un grupo en Facebook llamado Las guerreras, donde todas las protagonistas de mis libros son mujeres luchadoras. Al sacar el libro, no me di cuenta de que había puesto el mismo nombre a la serie y al grupo. La gente empezó a unirse y a llamarme jefa, lo cual me hace gracia, porque se ha creado un ejército de guerreras en todo el mundo.
¿Por qué luchabais?
Luchábamos por ser felices y por querernos a nosotras mismas. Intento potenciar eso a través de mis novelas. Somos guerreras, por nuestro trabajo y nuestras vidas. Aunque caigamos, siempre nos levantamos, porque todo se logra con esfuerzo. Luchamos por nuestros sueños y por mantenernos firmes ante las adversidades.
¿Quién es Amanda McRae?
Amanda es una joven del siglo XIII que tiene una hermana llamada Johanna. Sus padres, Duncan y Megan, las han criado como guerreras, no como las típicas mujercitas que solo saben bordar, estar en casa con la pata quebrada y no tener más que hijos. Amanda es una chica animalista que adora a los niños y tiene un gran corazón. Sueña con encontrar a una persona especial que tenga ojos grises, ya que no quiere que la casen con cualquiera; anhela un amor verdadero.
¿Qué es lo primero en lo que te fijas cuando conoces a alguien?
Me fijo en la mirada y en el gesto del rostro. Dependiendo de cómo te miren, puedes hacerte una idea de la persona. A veces, con el paso de los años, te das cuenta de que la gente puede hacerlo de forma involuntaria y prejuzgamos. Me gusta que me miren a los ojos cuando hablan conmigo, porque creo que es esencial. Además, hay miradas que te hacen el amor.
'Una herencia salvaje', de Megan Maxwell.
¿Influye esa mirada en la creación de tus personajes?
Totalmente. Para mí es fundamental; no concibo escribir un libro donde los protagonistas no se miren y donde no haya miradas importantes que transmitan sentimientos profundos.
¿Cómo es el Conde?
Es un hombre atractivo, la primera que sueña con él soy yo. Es una buena persona que ha pasado por momentos difíciles debido a su deseo de ayudar a los demás. A pesar de sus experiencias pasadas, él es un hombre que vale la pena conocer. Es desconfiado al principio, ya que ha sufrido antes, pero su historia refleja que, a veces, hay que arriesgarse a abrirse a nuevas oportunidades.
¿Muchas veces, cuando sufrimos, tendemos a olvidar los momentos buenos y nos enfocamos en el dolor.?
Sí, sobre todo también según te vas haciendo mayor, no es que seas más egoísta, pero empiezas a pensar en ti. Cuando ya has dado todo y te han jodido todo, es cuando dices, ahora ya me quiero yo.