Una de las mayores aspiraciones de los artistas suele ser que la gente reconozca sus obras sin necesidad de indicar que son suyas. Es decir, que su estilo sea tan característico que el público no tenga dudas. Ana Oncina (Alicante, 1989) ha conseguido esto con sus trazos.
Esta joven, con 24 años, empezó ilustrando la cotidianidad de su vida en pareja a través de una croqueta y una empanadilla. Lo que nació como un hobbie se acabó por materializar en una novela gráfica que se titula con esos dos ingredientes tan españoles y que fue todo un éxito, ya que cada mes se agotaba una edición.
"La primera vez que pasó, la editorial me dijo que no me acostumbrara, que no era lo habitual y que seguramente no se volvería a dar", detalla Oncina en conversación con Magas. Pues se equivocaron porque Croqueta y Empanadilla llegó hasta la decimoctava. De hecho, en los años siguientes, sacó hasta tres volúmenes más con los mismos protagonistas.
Con esa serie ganó el premio del público en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona en 2015 y, además, fue nominada como mejor obra española en Ficomic. Esto la llevó a ser incluida en 2017 en la lista Forbes de los creadores menores de 30 años más influyentes en Europa.
"La idea surgió de lo más casual. En un viaje, un tanto catastrófico, mi novio me dijo que estaba empanada y ahí comenzó todo. Aunque nunca pensé que mis vivencias personales fueran a gustar tanto", relata la alicantina.
Hoy, esos dos alimentos son su seña de identidad y los que sus lectores siguen demandando. Tanto es así que, siete años después del primer ejemplar, acaba de publicar una nueva entrega de ese peculiar dúo que está agotándose en las librerías: Croqueta y Empanadilla en Japón.
Lejos de encasillarse, publicó otros libros de temática fantástica, aventurera, adolescente y humorística como Los f*cking 30 (2019), Just Friends (2021) o Planeta (2023). De hecho, el recuerdo más bonito que conserva ocurrió el año pasado, cuando su cómic juvenil fue galardonado en la XVII edición del Premio Internacional de Manga de Japón, convirtiéndose así en la primera española en conseguirlo.
La invitaron a pasar una semana al país nipón para recoger el galardón "Todas mis historias se han visto influenciadas por ese lugar, así que supuso todo un orgullo el reconocimiento. Además, pude vivirlo con muchos compañeros de profesión provenientes de diferentes partes del mundo. Fue un regalo inesperado a la par que precioso, y dudo que se vuelva a repetir", señala sonriendo Ana.