Raquel Martínez, farmacéutica, transmite ilusión y vocación en cada palabra que pronuncia. En la actualidad, el 71,7% de los colegiados de la profesión son mujeres. Raquel representa, con su labor diaria, a todas estas profesionales que cuidan a los ciudadanos de manera directa.

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Nos cuenta que detrás del farmacéutico hay un profesional empático que se preocupa de manera especial por el paciente. Algo de lo que se ha dado cuenta la sociedad, sobre todo tras la pandemia. Comentamos con la profesional la situación actual del sector y la presencia de las mujeres.

¿Qué papel tiene la mujer y ha tenido en la historia del sector farmacéutico?

Dentro de la profesión farmacéutica, el porcentaje de mujeres ha sido superior al de hombres prácticamente desde sus inicios y progresivamente en los últimos años. Somos la tercera profesión sanitaria con mayor porcentaje de mujeres (detrás de enfermería y psicología).

A finales del siglo XIX, alguna de las primeras mujeres universitarias cursaron estudios de farmacia. Es un poco donde se nos abría el mundo de la universidad. O sea que fue una de las primeras profesiones donde nos lanzamos al mundo universitario.

Las personas únicamente pensamos en farmacéuticas de farmacias comunitarias, ¿qué otros tipos de farmacéuticas hay?

Por nuestra gran formación tenemos un amplio abanico de posibilidades profesionales. En el Consejo General tenemos recogidas 11 modalidades de ejercicio farmacia comunitaria, farmacia hospitalaria, farmacia de atención primaria… el mayor porcentaje de colegiados ocupamos la modalidad de ejercicio de farmacia comunitaria y hablo en primera persona porque yo también lo soy.

¿Qué valor social crees que tiene tu profesión?

Somos una enorme red distribuida estratégicamente en todo el territorio nacional. Ocupamos plazas en sitios a veces muy pequeños e incluso donde el único profesional sanitario es el farmacéutico.

El farmacéutico está tan vinculado al trabajo diario, a la ciudadanía, a la farmacia de calle, que al final podemos incluso detectar aspectos tan importantes como puede ser una violencia de género. Nos damos cuenta por los signos físicos pero también por alguno de los tratamientos que pueda venir buscando. 

Raquel Martínez.

Aquí colaboramos muy estrechamente, tanto con el Ministerio de Sanidad como con las Consejerías de las Comunidades Autónomas, elaborando estrategias para poder ser sensores, radares de cualquier problema que pueda haber.

Nosotros damos cursos a los farmacéuticos, que incluye formación psicológica para saber qué hacer y qué no hacer. En las farmacias rurales nos conocemos todos. Si el profesional cree que puede haber maltrato debe saber cómo comunicarse con la posible víctima y cuándo, no puede ir preguntando sin más. Debe asegurarse de que la posible persona afectada sepa que tiene a su disposición un sanitario de confianza.

Tenemos una red establecida donde están los trabajadores sociales o personas que se llaman gestores de caso. Sabemos qué persona nos toca por zona. Si la mujer maltratada da el paso de querer denunciar o quiere que la metamos en los canales que están habilitados, se lo trasladaría a ese trabajador social.

Como directiva, ¿te has encontrado con muros que derribar por ser mujer?

Pues si te soy sincera, yo no he encontrado absolutamente ninguna barrera en mi carrera profesional ni en los cargos que he ido acometiendo. Soy farmacéutica comunitaria de vocación y me he hecho a mí misma. 

Empecé en una farmacia en un pueblo de 400 habitantes en Soria y ahora soy la titular de una farmacia en la ciudad. He sido presidenta del Consejo de Colegios Profesionales de Farmacéuticos de Castilla y León y ahora Secretaria del Consejo General a nivel nacional.

En todo este proceso jamás he tenido ningún impedimento por ser mujer. Pero también es verdad que hay otra profesiones que no tienen esa ventaja. Tengo la suerte de que farmacia es una profesión eminentemente femenina y eso se ve reflejado en nuestros órganos de gobierno. El propio Comité Directivo del Consejo General está formado por cuatro mujeres y tres hombres.

Lo que sí que me gustaría es destacar que hay trabajo por hacer y que desde la profesión que lidero detrás del presidente apoyamos a las mujeres en aquellas profesiones donde existen más barreras. Y, por supuesto, trabajamos por que la mujer pueda llegar a acceder a los mismos puestos que un hombre, faltaría más. 

¿Crees que hay algún prejuicio, algún estigma, del mundo de la farmacia entre la sociedad?

Creo que la forma de ver la profesión ha dado un cambio muy gordo en los últimos años y, fundamentalmente, después de haber vivido una pandemia como hemos vivido. Si alguien tenía duda de lo que el profesional farmacéutico es para la ciudadanía, se ha solventado.

Éramos la primera puerta de entrada. Aquí no hubo barrera, estuvimos 24/7 al pie del cañón, incluso sin medios de protección. El ciudadano lo sintió así. Yo de hecho me quedé a vivir en la rebotica de mi farmacia, porque pensaba que en ese momento no me podía ir a mi casa.

Hicimos una encuesta y el 85% de la población valoró positivamente nuestra labor durante la pandemia. Asistimos a 30 millones de personas solo el primer mes de pandemia, no solo en la farmacia, también por teléfono o asistencia domiciliaria.