Amanda W. Dotseth es la directora en funciones y conservadora jefe del Museo Meadows, que alberga una de las colecciones de arte español más grandes y completas fuera de España. Su fundador, Algur H. Meadows, fue un magnate del petróleo al estilo de la película Gigantes.

[La mayor coleccionista de arte femenino, Alejandra Castro R.: “Las artistas están menos cotizadas”]

En los años 50, Algur H. Meadows logró un acuerdo con el gobierno español para buscar petróleo en España. En Texas los yacimientos estaban ya descubiertos. Durante su estancia en nuestro país, y junto a su esposa, Virginia, concibió la idea de reunir una colección de arte español en Dallas. Un pequeño 'Museo del Prado' por el que tantas veces habían paseado.

Medows era un gran negociador. Se le daba muy bien regatear los precios de las obras y conseguir los permisos de exportación. Al morir Virginia, la segunda esposa se inclinó por la escultura moderna. Por ello, también existe la Elisabeth Meadows Sculpture Collection.

Amanda W. Dotseth posando en el Museo. Tamytha Cemeron

El Museo Meadows ha tenido dos directores emblemáticos: Bill Jordan y Mark Roglán. Desde la muerte de este último, Amanda Dotseth desempeña el cargo en funciones. En marzo, el Comité Asesor dará a conocer el nuevo director. Podría ser ella.

La entrevista se desarrolla a través de la pantalla del ordenador. Exactamente siete horas de diferencia nos separan entre Dallas y Madrid. Transmite entusiasmo y simpatía en un más que correcto español: la conversación se desarrolla entre coleccionismo, arte, arquitectura medieval, filantropía...

¿El Museo Meadows de Dallas y la Hispanic Society son las dos instituciones de arte y cultura hispánica más importantes de EE.UU.?

Sí, son las dos instituciones que están más enfocadas al arte español. Luego, hay colecciones de arte español muy importantes que forman parte de una colección más general, como la del Metropolitan. Además de cuadros, tiene una colección maravillosa del arte español medieval.

Nosotros somos únicos porque formamos parte de una universidad y estamos enfocados exclusivamente en España.

¿Un estudiante de Historia del Arte español debería visitar el Meadows?

Es imprescindible, por dos motivos. Se puede apreciar claramente, sin perderse en un museo muy grande, la historia del arte español. Por eso decimos que somos como un pequeño Prado. Nuestra colección es un compendio de piezas muy selectas.

El segundo motivo es porque somos una institución muy importante de coleccionismo. Es un tema fascinante sobre el que he publicado. Además, cumpliendo el mandato o la inspiración del fundador, Algur Meadows, seguimos coleccionando.

Lleva de directora en funciones un año y tres meses, a raíz del fallecimiento del anterior director, Mark Roglán, ¿cómo se está desarrollando la labor?

Bien. Soy directora en funciones y sigo siendo conservadora jefe. Como somos un museo bastante pequeño, son puestos que se complementan. Mark Roglán también realizó mucha labor de conservación.

Porque los dos únicos especialistas en arte español en el museo eran usted y Mark Roglán…

También tenemos asistentes y becarios. Como la enfermedad de Mark duró bastante, tuvimos tiempo de organizar muchas cosas y yo de planificar proyectos. En este sentido, no ha habido ruptura y el proceso ha sido natural.

Por otro lado, iba a comisariar la exposición que viene en primavera del Museo del Arte Abstracto Español de Cuenca, pero, como soy la directora, no he tenido tiempo. Ha supuesto una oportunidad buenísima para una becaria nuestra recién doctorada. Yo estoy encima, supervisando.

Hay un proceso de selección para designar al nuevo director, ¿sabe cuándo lo conoceremos? Usted también se presenta como candidata.

En marzo. Después de esta entrevista, tengo la entrevista con el comité. Están entrevistando a varios candidatos por Zoom. A finales de enero, llamarán a los seleccionados al campus para una entrevista personal. La decisión se tomará en marzo.

Mark Roglán desarrolló una actividad frenética en sus 15 años de director. Casi dobló la colección del Meadows. ¿Va a continuar cumpliendo el Meadows ese papel de foco de la cultura hispánica en EE.UU.?  

Parte de nuestra misión es coleccionar. Al mismo tiempo,  vamos a compartir el crecimiento de la institución con el recién creado Instituto Custard para el Arte y la Cultura Española.

Esta nueva rama enfocada en la investigación académica va a reforzar y divulgar el campo museológico. Nuestro objetivo es ser el centro más importante del estudio del arte y de la cultura española en los EE.UU.

¿Cuáles son algunas de las últimas adquisiciones?

En reconocimiento a la labor de Mark Roglán nos han donado obras importantes. Antes de su fallecimiento, compramos un retrato estupendo de Bartolomé González. Es un artista poco conocido en EE.UU. y quizá también en España. Es el puente entre Pantoja de la Cruz y Velázquez.

También compramos un cuadro de Pedro de Campaña. Es una obra que hay que ver en directo. Es muy pequeña y oscura. No se reproduce bien. ¡Pero tiene una calidad…! Además, representa de una manera muy concreta este diálogo o relación entre los Países Bajos y España.

¿Cómo se financia el museo?

Parte viene de un acuerdo que hizo el propio Meadows con la fundación del museo. La Universidad nos apoya con el edificio, la gestión, la seguridad social... También, la Fundación Meadows nos ha hecho una donación muy generosa de 25 millones para diez años. Con esto hacemos casi todo: exposiciones, educación y adquisiciones.

Aparte, tenemos un challenge grant (un donativo-desafío) específico para adquisiciones. Si tú me das un dólar para una adquisición, la Fundación Meadows también dona uno.

¿Reciben muchas donaciones?

Sí. Los vocales del Consejo Asesor son nuestros grandes donantes. Están muy involucrados y son los que realizan la labor de evangelize (promocionar). Su apoyo es fundamental. El ejemplo más reciente es el matrimonio Custard. Ha donado tres millones para la fundación del Instituto Custard. Y esos tres millones han sido igualados por la Fundación Meadows.

También tenemos a los amigos del museo. Hacen donaciones más pequeñas. Son fantásticos y muy leales: han continuado siendo amigos durante el COVID. Muchos museos han perdido gran parte de los suyos.

¿Ayudas públicas reciben alguna?

Como somos una ONG, la exención de ciertos impuestos. Pero no tenemos ayudas públicas directas.

¿Qué destacaría del coleccionismo en EE.UU.?

Hay un conjunto de coleccionistas en Dallas -es lo que mejor conozco- que se lo toman muy en serio. Piensan como conservadores. Cada día compran menos 'grandes maestros', pero tienen excelentes colecciones de arte moderno y contemporáneo. Además, los museos en EE.UU. siguen coleccionando mucho. El Guetty, el Met… Mineápolis ha comprado un cuadro de Fernando Gallego muy bueno.

También observo que estamos construyendo museos nuevos. Hace no mucho, han inaugurado en Washington el Museo Nacional de la Historia de los Afroamericanos en Washington. Y están formando un museo nacional de latinoestadounidense. Ese esfuerzo de empezar de nuevo, de crear un museo sin colección, es fascinante.

 ¿Y qué destacaría de la filantropía en EE.UU.?

Soy de Arizona y cuando llegué a Texas me llamó mucho la atención esa idea de que la riqueza conlleva una obligación. Es parte de la cultura. La obligación de compartir y ayudar. Es lo que hizo Meadows. Creó esta fundación que sólo dona a Texas porque su riqueza provenía de Texas.

También destacaría que la filantropía está completamente profesionalizada. Hay personas, médicos, financieros, etc., que forman parte de consejos, comités o patronatos de diversas instituciones. Su aportación no es sola económica. Participan, 'evangelize' (promocionan) y aportan algo, casi tan importante como el dinero, que es tiempo y consejos. Es lo que más admiro de nuestro Consejo Asesor.

 ¿Cómo empezó su interés por el arte y la cultura española?

Soy hija única. Mis padres recibían estudiantes extranjeros en casa. Uno de ellos fue una chica española, a la que considero mi hermana española. Así que, con 12 años, fui un verano con su familia a Palencia. Ahí descubrí la arquitectura medieval, el románico. Fue como una droga.

En el instituto decidí que lo ideal era estudiar Historia del Arte de España. Estaba -sigo estando- enamorada del país: el tipo de vida, la comida, la cultura...

Es experta en arquitectura medieval: su tesis versó sobre la iglesia de San Quirce, Burgos.

Sí. Es una pena que todavía no haya podido publicar un libro de la tesis. Hace falta por lo menos una publicación en español. Es una iglesia muy importante, preciosa, pero poco conocida porque está en manos privadas.

¿Por qué es importante?

En general, la atención la reciben- y tiene sentido- Silos, Cardeña, las iglesias del camino de Santiago, Frómista…  pero así no se tiene una perspectiva holística de cómo era el mundo en ese momento.

Hay un momento muy curioso, del que forma parte San Quirce, en el que no sabemos por qué se empezó a construir todo en piedra. Ese porqué es el tema del proyecto de investigación de Ana Rodriguez en el CSIC con el que he colaborado. Por eso me interesan mucho esas 'iglesitas' pequeñas rurales. No son parte del canon, pero son claves, para entender la época y cómo funcionaba el monacato.

También tiene un estudio importante sobre las tablas del retablo de Fernando Gallego de Ciudad Rodrigo del que comisarió una exposición en el Meadows. ¿Cómo llegaron esas tablas al Museo de Tucson?

Es una historia muy típica. Las tablas eran consideradas mobiliario. Cuando los canónigos o monjes querían renovarlo, lo cambiaban. Es lo que hicieron en el barroco, época en la que tuvieron mucho dinero. Quitaron y apilaron las tablas en el claustro o en un almacén.

Muy típico también era, en el siglo XIX, que pasara un británico y comprara las tablas que se habían conservado- poco más de la mitad- para su casa. Posteriormente, las vendería a un coleccionista americano muy importante llamado Samuel Kress. Este, además de donar muchas obras importantes a la National Gallery, quiso hacerlo a otras instituciones 'fuera del circuito' como Tucson, El Paso, Birmingham (Alabama) y, en muchos casos, a universidades.

 La colaboración del Meadows con instituciones tanto españolas como norteamericanas es fecunda. Hay una buena predisposición a prestar.

Es fundamental. Parte de nuestra filosofía es prestar, si no hay problemas de conservación. De vez en cuando, hay controversias de por qué estas obras españolas están en EE.UU. En nuestro caso, casi todas salieron fuera de España en el siglo XIX. Fue un siglo de guerras y ventas.

Qué es lo que más llama la atención en Texas de España. Trabajó en la exposición El Greco, Goya y un gusto por España. ¿Cuál es ese gusto?

Texas formaba parte de España. Quedan restos hispánicos. Yo soy de Tucson, Arizona, donde hay una misión muy importante. Somos esta mezcla de culturas indígena, española, norteamericana… Pero también hay un atractivo por el flamenco, el chef José Andrés, el jamón… todo eso también forma parte de la cultura.