Y no puedo empezar sino celebrando la iniciativa de mi querida Cruz, como “hacedora de posibles”, casi siempre lo consigue. Un nuevo espacio para escribir sobre las mujeres pasándonos el testigo una a otra, puede convertirse en un interesante género epistolar, y estaría bien.

No creo que sea muy representativo, como bien dice Cruz, hablar de las mujeres “en general”, como no sea en referencia a hace cientos de años. Los pasos se han dado a distinta velocidad, las condiciones en que unas y otras nos hemos desenvuelto han condicionado nuestros progresos, los vaivenes políticos e ideológicos han ocasionado olas con avances y retrocesos de distinta fuerza, y nos siguen manteniendo en situaciones diferentes.

Hoy se puede hablar de una presidenta de Gobierno en pleno ejercicio de sus libertades, al mismo tiempo que de la más brutal opresión y violencia contra otra mujer.

Por eso todos los temas siguen planteados y muchos de ellos me han sido sugeridos por el primer artículo de este magasin:

¿Será “cadena de mujeres”, el título más descriptivo para esta Sección? Porque ya decía Mary Wollstonecraft que las cadenas son para sacudírselas, no para sacarles brillo. Y esa acepción nos condiciona.

Por eso es conveniente tener presente la acepción de la Real Academia Española de la lengua que la define como “conjunto de personas que se enlazan una con otra por un motivo determinado”. O incluso la acepción tecnológica “sucesión de elementos, dirigidos al mismo fin, que funcionan enlazados de manera que cada uno recibe información del anterior y la transmite al siguiente”.

¿En estos momentos es lo más noticioso ser “la primera”, o lo será ser ya la cuarta, la décima… la enésima en cualquier emprendimiento?

He tenido oportunidad de conocer muchas primeras en mi vida y en mi país, la primera mujer juez, la primera policía, la primera minera, la primera bombera, la primera presidenta del Consejo de Estado, la primera vicepresidenta del Gobierno, la primera presidenta del Tribunal Constitucional, la primera presidenta del Tribunal de Cuentas.

Pues me parece especialmente importante ser ya la tercera presidenta del Tribunal de Cuentas, porque se ha “normalizado” la situación. La composición del Pleno es matemáticamente paritaria. El órgano de Gobierno de la institución está formado por tres mujeres, la presidenta del Tribunal, la presidenta de la Sección de Fiscalización y la presidenta de la Sección de Enjuiciamiento, y la noticia es que prácticamente no ha sido noticia. Desde 2014, la institución cuenta con un Plan de Igualdad y con un Protocolo contra el acoso.

¿Es el liderazgo suficiente para transformar realidades? Es necesario, no me cabe duda, pero sin poder no tendrá la fuerza de transformar.

¿Es posible un poder real sin liderazgo? Es posible, pero le faltará credibilidad y tiene el riesgo de ensimismarse en el propio poder y perder la capacidad de transformar.

¿Por qué es fundamental que nunca nos pronunciemos sin tener presente las miradas anteriores? Por no empezar cada día, por aprovechar todo lo conseguido, por valorar el esfuerzo, el compromiso anterior, por reconocer a todas nuestras antecesoras.

¿Por qué es importante que miremos siempre hacia delante? Para tener presente lo que falta por conseguir, que es mucho y básico todavía en demasiados lugares y para determinadas personas.

¿Por qué es imprescindible que nuestra mirada sea de 360º? Porque o es universal o no es.

He adelantado brevemente alguna de mis respuestas, para dar entrada a respuestas de otras, a coincidencias y discrepancias. A construir con experiencias vividas, con análisis rigurosos, con percepciones íntimas, con intuiciones necesarias…

Mi percepción más próxima en este momento de mi vida y en mi entorno es la falta de transcendencia de la edad, o mejor dicho, su relatividad. Catón el Viejo, en el elogio de la vejez de Cicerón, atribuye los defectos achacados comúnmente a la edad al propio individuo “del mismo modo que la petulancia y el libertinaje son más propios de los jóvenes que de los viejos, pero no de todos los jóvenes, sino solo de los no virtuosos, así también esta necedad senil que solemos llamar demencia es propia de los ancianos sin seso, no de todos”.

Y yo ¿cuántos años tengo? ¿A quién le importa? Tengo los años necesarios para perder ya el miedo, hacer lo que quiero y siento, gritar lo que pienso (Saramago).

Es hora de liberarnos de prejuicios, de estereotipos. Es hora de requerir compromisos, de distribuir responsabilidades, de cosechar experiencias, de recibir aire fresco, de aprovechar la fuerza de la juventud. Es hora de contar con todas las personas, mujeres y hombres, viejos o jóvenes, diversos. Es hora de tener las mismas oportunidades.

Así lo entiende Isel Rivero, una joven mujer de alrededor de 80 años. Yo la conocí a finales de los noventa cuando llegó a España como directora del Centro de Información de Naciones Unidas, procedente del mundo. Me impresionó su firmeza, su compromiso y su implicación en las causas que a mí me parecen más justas: la paz, la igualdad, la libertad.

Ella es cubana de nacimiento y salió de su país buscando la libertad que no tenía con Batista ni encontró con Castro. No se llama viajera, se llama transeúnte. Fue cofundadora del grupo literario El Puente, desarrolló su vida profesional en las Naciones Unidas y fue cofundadora del instituto feminista Sisterhood is Global.

Se ha relacionado estrechamente con Gloria Fuertes, Julio Cortázar, Ernst Jandl, Anaïs Nin, Friederike Mayröcker, Robin Morgan, con quienes ha intercambiado influencias y ha compartido vidas. Dice que Cortázar le enseñó a contar cuentos… en las noches de caravanas mientras él tomaba whisky y ella vino blanco helado.

Está considerada como una de las voces más originales de la poesía contemporánea y porque creo que no debe permanecer “desconocida”, la invito a ser el siguiente eslabón.

*Enriqueta Chicano es la presidenta del Tribunal de Cuentas. 

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