Si alguien le pregunta a Lina Mascaró (53 años) qué zapatos recuerda de su infancia, la respuesta ya intuye dos de las cosas más importantes que hay en su vida: su familia y unos tacones (metafóricamente hablando) que la han empoderado como una de las mejores directivas de nuestro país.

"Todos los sábados, mis dos hermanas y yo íbamos a desayunar a casa de mi abuela. Y lo primero que hacía en cuanto llegaba era quitarme mis bailarinas y ponerme sus zapatos de tacón. No sé si me hacían sentir fuerte, mayor, poderosa... pero era lo primero que hacía".

Ahora se lamenta no haber guardado un par de esos Mascaró que llevaban impreso el ADN de la familia, pero tampoco se puede quejar porque en su armario hay "muchos zapatos, demasiados", según nos confiesa la mujer elegida como 'Empresaria de Año' por CaixaBank y presidenta del Grupo Mascaró (que incluye las marcas Pretty Ballerinas, Mascaró y Úrsula Mascaró).

1918 Ferrerías: El abuelo de Lina y su padre Jaime de niño, en el taller artesanal de zapatillas de ballet.

Echando un vistazo a su voluntad y talento, no es de extrañar que los Mascaró se hayan convertido en las pisadas más habituales de cualquier alfombra roja que se precie y que la reina Letizia sea una de sus mejores modelos, convirtiendo a sus hijas en fans de sus bailarinas.

"La reina emérita ya nos apoyaba siempre en Mallorca y la reina Letizia igual. La primera vez que fue plana se puso unas Pretty Ballerinas y ha llevado nuestros tacones. Nosotros muy agradecidos. Es un espaldarazo increíble y el apoyo que hacen a la moda española es incuestionable", reconoce orgullosa de unir a tantas estrellas sobre sus zapatos.

Y eso que la mayor de las Mascaró coqueteó con la idea de no trabajar en la empresa familiar. "Acabé Ciencias Empresariales en la Universidad de Palma y me fui a Londres. Luego estuve cinco años en Madrid, trabajando para diferentes empresas y estaba feliz, pero mi padre llevaba un año insistiéndome en que volviera: 'Si no venís vosotras, esto no tiene futuro', me decía".

Siempre en Menorca

1969 Ferrerías: Jaime Mascaró con clientes en la antigua fábrica.

En 1994, Lina entró en la empresa que conocía como su propia casa, bueno, más bien, en la empresa que era su casa. "En el fondo, yo siempre supe que acabaría en la empresa familiar. Siempre me atrajo", sonríe junto a su mesa en Menorca, desde la que lleva 30 años guiando a una de las marcas españolas con mayor proyección internacional en estos momentos.

Mascaró y sus bailarinas llevan más de 100 años vistiendo por los pies a las niñas y mujeres de este país. Pero desde la llegada de las hijas, Lina en la dirección y Úrsula en el diseño, también a mujeres de medio mundo.

Todo eso sin moverse de su origen. La marca y su historia han estado ligadas siempre a Menorca, donde nació, y de donde, advierte Lina, "jamás nos hemos planteado irnos" por más que abran tiendas en EEUU o en Japón, Mongolia o en China. "Precisamente este 2020, durante la pandemia, hemos firmado un contrato de colaboración estratégica con una empresa china para el desarrollo y distribución de las marcas onlineoffline. Ya han abierto dos tiendas de Pretty Ballerinas y abren una tercera a final de año".

La base de este imperio es un pueblo menorquín, Ferrerías, donde el abuelo de Lina, Pedro, empezó a fabricar zapatillas de ballet que vendía en el Liceo de Barcelona. Era 1918 y en Ferrerías sigue estando la fábrica de donde siguen saliendo los elegantes modelos de esta marca: 420.000 pares al año, el 70% para vender fuera de España.

"Mascaró nació en Menorca, que es donde actualmente seguimos, y donde esperamos seguir muchos años. No es un empeño familiar, es que también en nuestro ADN esta Menorca. Al final sigues estando en el mismo pueblo donde nació esta empresa y eso también es muy importante, seguir arraigados a la isla como su tradición de calzado de señora, que se fabrica aquí desde el siglo XVII, con la dominación inglesa".

Una casa 'taller'

De hecho, ella y sus hermanas también saben lo que es crecer con ese taller y en él. Todos los veranos, su padre Jaime, "un empresario de aquella época", como lo llama cariñosamente Lina, las mandaba a echar sus horas en un negocio que empezaba a respirar muy temprano, en el desayuno ya, en la casa familiar.

"De pequeñas en casa siempre había pieles, hormas, clientes que venían a dormir a casa, mi madre cocinando para todos... Venía un proveedor a enseñarle una piel a mi padre un sábado y se quedaba a comer... O representantes que venían de San Sebastián o Zaragoza una semana y se quedaban en casa, con lo cual cenabas con ellos, desayunabas con ellos... Nuestra vida era eso".

Quizá entre postres y entrantes, Lina aprendió que la empresa familiar era "una prolongación" de la vida de su padre. "Le costaba distinguir lo que era la vida personal de lo que era su empresa. Nosotras lo vivimos desde pequeñas porque formaba parte de nuestra vida diaria".

Así que si se le habla de conciliar a una directiva de una empresa internacional en pleno proceso de expansión ella lo tiene claro: organización y que los suyos sepan que Mascaró se lleva dentro y fuera de casa.

"Es cuestión de que tengas un equipo en el que confiar y que responda. Que tú confíes en ellos y ellos confíen en ti. Pero también algo muy importante es que la familia entienda qué es ser empresa familiar y lo que representa para mí".

El trabajo en familia

Lina recuerda a su madre Francisca, que lo entendió y lo compartió desde siempre con su marido, siendo uno de los pilares de esa compañía en distintos planos. "Mi padre tuvo mucha suerte porque mi madre lo apoyaba en todo momento". Los viejos del lugar recuerdan a la pareja entrar y salir de la fábrica de Ferrerías incluso ya jubilados. "Ser empresa familiar es un estilo de vida o lo entiendes y lo compartes o es imposible".

Ella tiene suerte de que aún puede discutir aspectos del trabajo en la cocina de su madre porque su hermana Úrsula sigue a su lado en la empresa. "Trabajar con familia siempre hay un exceso de confianza del que todos pensamos que podemos abusar. Pero siempre que haya un respeto por las personas y por el trabajo, se puede hacer perfectamente. Yo no lo veo ningún inconveniente".

La única hija que decidió no entrar en ese círculo es Luisa, que vive en Londres. "Ella es artista y está fuera. El confinamiento lo ha pasado aquí con nosotras y muchas veces le decía, '¡Ay Luisa no sé si al final tenía que haber hecho como tú!' y ella lo tenía claro: 'Lina, yo no te veo en otro sitio. Lo tuyo es esto". Y es verdad que somos felices cada una de nosotras tres en nuestro mundo".

Sabe que no debería hacerlo, pero hormas, suelas y pieles han formado parte de sus canciones de cuna, así que reconoce que cuando conoce a alguien en lo primero que se fija es en los zapatos. "Dicen mucho de una persona pero, eso sí, jamás juzgaré a alguien por llevar plano o alto, pero me fijo en lo que le gusta".

Aunque hoy en día podríamos tener la imagen de que es fácil que una empresa de calzado femenino esté dirigida por una mujer, Lina recuerda que hace 30 años, cuando entró en Mascaró, era un territorio plagado de hombres.

"El mundo del calzado era un mundo absolutamente masculino. Había muy pocas mujeres. Hoy en día, la verdad es que hay muchas más, muy preparadas, muy líderes y muy empoderadas y posiblemente el sector de la moda sí retiene más talento femenino que masculino. Pero cuando empecé era muy masculino todavía".

Internacionalización

Eso sí, ella nunca ha tenido que tirar de apellido para imponer el criterio de una mujer joven pero absolutamente bien preparada. "Nosotras somos tres hermanas. Mi padre no tuvo hijos y, de pequeñas, debió de pensar, ¡esto es lo que hay! Siempre nos hizo entender que podíamos llegar donde quisiéramos y eso crea confianza. Proyectábamos una naturalidad en la dirección que la gente lo veía como algo normal". 

Lina reconoce que el apoyo de su padre a todas las locuras que se le ocurrían a las hermanas Mascaró fue esencial, "siempre que fueran razonables", advierte levantando la cabeza como si escuchara aún de fondo las palabras de su padre.

Y la mayor locura que intentaron Lina y Úrsula fue el principio de la internacionalización de una empresa que ha conseguido colocar la marca Mascaró a la altura de unos Prada, Gucci o unos "manolos". "Cuando yo llegué, en la empresa se exportaba un 5% justito, era todo mercado nacional. Yo llevaba tiempo pensando que teníamos que salir a extranjero y un día entré en el despacho de mi padre y le dije: 'Papá me he inscrito en una feria en Düsseldorf'. Mi padre me miró y contestó: "¿Ah sí? Pues id'. Y pensé, madre mía como no funcione...". 

1992 Shangai: Lina Mascaró en su primera misión comercial en China.

De hecho, Lina reconoce que su padre las ha llegado a poner al límite para ver qué eran capaces de hacer, pero las Mascaró han aprobado ese examen con nota. "Los principios fueron duros. No fue llegar aquí y venga ha llegado mi hija, pero encantada de todo lo que aprendí".

En los últimos años se ha cuestionado muchas veces el tacón como una condena para la mujer y otras, como el elemento para empoderarla. "En mi opinión, para que una mujer se sienta atractiva no depende de si lleva un zapato plano o de tacón. Para sentirse bien es importante que tenga confianza en ella misma, que esté a gusto consigo misma".

Sin embargo, destaca cómo mujeres empoderadas y de éxito, como Kamala Harris, han sabido combinar perfectamente las zapatillas con los tacones. "Las relaciones de amor odio, como la de las mujeres con los tacones, a veces son las mejores. Kamala Harris iba a sus mítines en zapatillas, y estaba estupenda, pero en su primer discurso como vicepresidenta electa se puso su traje blanco, empoderada, y unos salones; mostrando que puedes ser elegante y triunfar en este mundo con unos tacones".

Además, eso es algo que ha cambiado también, con las nuevas generaciones. "Hoy en día si el zapato es de calidad, el tacón es cómodo. No es como antes que recuerdo que eran realmente incómodos. Ahora nacen de un estudio en el que se ha profundizado en diseño y comodidad".

Precisamente ese ha sido el secreto que ha hecho que muchas celebrities apuesten por unos Mascaró para pasar horas y horas de pie en un evento. "Es de agradecer que muchas de las celebrities españolas apuesten por producto español. A veces, tenemos la sensación de que lo que viene de fuera es mejor y no, aquí tenemos cosas maravillosas y que hay que apoyar entre todos".

2018 Tel Aviv: Lina Mascaró con Noa, la franquiciada de Israel, y Jacky, de Hong Kong, durante el centenario del Grupo.

Digitalización

Asume que la pandemia ha venido a crear una especie de paréntesis en la vida de mucha gente y también en los planes de algunas empresas. Aunque, como cuenta Lina, en su caso se han acelerado procesos de digitalización y venta online para adaptarse a los nuevos tiempos.

En Ferrerías siguen trabajando como siempre y si han notado algún cambio es que, precisamente ahora, se valoran más las tiendas de barrio que las ubicadas en sitios emblemáticos, "donde hace dos años pagabas fortunas por estar presente en esa ubicación". Por eso, Lina es de las que piensa que, de todo esto, saldrá algo positivo.

En cuanto a Mascaró, ella le augura un largo futuro y si es dentro de la familia, mejor: "Me encantaría que siguiera siendo una empresa familiar pero sobre todo me encantaría que siguiera con los valores con los que nació". Si alguno se anima, ella ya tiene listo su consejo: "Que lo hagan porque quieren continuar con esta maravillosa historia que inició nuestro abuelo".

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