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En España, hace ya 18 años que se aprobó la ley de identidad de género, un avance que permitió a todas aquellas personas que habían nacido con una asignación con la que no se veían reflejadas cambiarse el nombre y el sexo en el DNI y Registro Civil sin someterse a una cirugía.

Una libertad que ha dado alas a miles de ciudadanos en el país pero que no siempre fue posible, ni aquí ni en el resto del mundo. Sin embargo, antes de que existiese, muchos valientes ya apostaron por una vida sin pesas en los tobillos que les arrastraran a lo más profundo de un pozo.

Entre ellos está Frances Thompson, una mujer trans negra cuya vida no fue un camino de rosas, pero que intentó vivir como quiso.

Nacida alrededor de 1840 en Alabama como hombre y esclavizada durante su juventud, a los 26 años consiguió ser liberada y pasó a vivir con su propia identidad en la incipiente comunidad afrodescendiente de Memphis, donde se ganaba la vida lavando ropa.

La estadounidense pasó a la historia por demostrar su valentía, y es que plantó cara a la violencia racial hasta el punto de convertirse en la primera mujer transgénero que testificó ante el Congreso de los Estados Unidos contra esta lacra social.

Thompson fue víctima de violación y robada junto a su compañera de piso, una menor de edad también negra llamada Lucy Smith. Ambas se convirtieron en dos de las tantas víctimas que sufrieron la masacre de Memphis en 1866.

Un trágico suceso en el que se produjeron asesinatos, denuncias de abusos sexuales y la quema de múltiples hogares y negocios de personas negras en el contexto de la fuerte oleada de tensión que se vivió en el país durante la Guerra de Secesión.

Siete hombres blancos, entre ellos dos policías, irrumpieron en su casa obligándolas a servirles comida.

Tras cenar, les dijeron que querían acostarse con ellas. Ambas les expresaron que no eran el tipo de mujeres que esperaban. No les importó y las forzaron a mantener relaciones a punta de pistola.

Thompson afirmó que estuvo en cama varios días pensando que la habían matado por la brutalidad de la agresión grupal. Un hecho que horrorizó a la nación y por el que se pidió justicia.

Tras este repugnante acontecimiento y con la creación de un comité del Congreso para investigar este acto violento, fue llamada a declarar.

Hizo llorar a todo aquel que escuchaba su testimonio y consiguió a través de sus palabras ayudar a impulsar nuevas reformas sociales. Se convirtió en una activista contra la violación y en la primera mujer transgénero de EEUU en testificar ante esta institución.

Vivió manifiestamente como mujer, vestía coloridos y brillantes vestidos y llevaba la cara pulidamente rasurada para que nadie percibiera su sexo biológico.

Sin embargo, en 1876 fue encarcelada por travestismo en Memphis y por incumplir la ley. La sometieron a exámenes médicos para difamar su testimonio sobre la Masacre.

Volvió a vivir como esclava, fue obligada a trabajar en la cuadrilla de la ciudad y a vestir ropa de varón. Thompson sufrió una vez más abusos sexuales.

Fue liberada en 1876, el mismo año en el que había sido arrestada y en el que moriría a los 36 años de edad por disentería.

Una mujer que pasó a la historia por su valentía, por ser pionera, por querer vivir su vida conforme a lo que ella sentía y no a cómo había nacido, por ser activista en contra de la violación y por ponerse de frente al poder y al lado de los oprimidos.