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La muerte de Giorgio Armani, anunciada el jueves 4 de septiembre, a los 91 años, marca el fin de una etapa en la industria italiana. Fundador en 1975 de su imperio homónimo en Milán, Il Signor —como solían llamarle en su entorno—, transformó su apellido en un símbolo global de la moda minimalista, sobria y elegante.

Su fallecimiento abre un capítulo decisivo: quién y cómo pilotará la firma que dirigió durante medio siglo y que solo en 2024 tuvo ventas de hasta 2.300 millones de euros y presencia en más de 60 países. La respuesta no será improvisada. El italiano llevaba años preparando la transición.

Blindó la estructura societaria, creó una fundación para proteger la independencia del grupo y dejó a familiares y colaboradores de confianza al frente del diseño y la gestión. Con este andamiaje, Armani quería garantizar que el negocio sobreviviera a su ausencia sin diluir la identidad que convirtió a la compañía en un referente mundial.

"Quiero que la sucesión sea orgánica y no un momento de ruptura", reveló en agosto al diario Financial Times (FT), en la que sería su última conversación con un medio de comunicación.

En ella, el diseñador repasó cinco décadas de negocio. Un hito que celebró lanzando ARMANI/Archivio, plataforma ideada para compartir el patrimonio histórico de la marca.

Giorgio Armani posa con modelos antes de presentar su colección Primavera Verano 2025 en Nueva York, el 17 de octubre de 2024. Reuters

El maestro solía admitir que su mayor debilidad era tenerlo “todo bajo control”. En sus memorias publicadas en 2022 fue aún más explícito: "Tengo una relación obsesiva con mi trabajo, con un perfeccionismo casi maniático. Cuanto más creativo es un oficio, más difícil resulta explicar a otra persona lo que quieres, muchas veces porque ni tú mismo lo sabes".

A esa disciplina se unía una ética profesional que le acompañó hasta el final: "Soy el primero en llegar por la mañana y el último en irme por la noche. Estoy centrado y controlado, pero detrás de esa frialdad hay una personalidad sensible y de sangre caliente. Creo que para tener éxito hay que trabajar; la ociosidad es la madre de todos los vicios", contó.

Su salud, ya frágil, le había llevado a ausentarse de los últimos desfiles presentados en verano. Estaba recuperándose en casa antes de las celebraciones del 50 aniversario. Sin embargo, el apasionado de la moda falleció en septiembre, sacudiendo al sector y planteando un mar de dudas sobre los posibles planes de sucesión.

El devenir de su legado

A diferencia de otros titanes del lujo, Armani nunca tuvo hijos. Era el único accionista con control total de la compañía. Algo, por cierto, inusual en un sector donde la mayoría de casas emblemáticas acabaron absorbidas por conglomerados. Esa independencia y marca de identidad quedarían ahora expuestas tras su muerte.

Para evitarlo, el diseñador trazó un plan de sucesión en dos frentes: la Fundación Giorgio Armani, creada en 2016, y unos nuevos estatutos societarios ideados para su entrada en vigor con su fallecimiento.

"Mis planes consisten en una transición gradual de las responsabilidades que siempre he tenido a mis seres más cercanos", aseguró a FT.

Según explicó en entrevistas con Corriere della Sera, la fundación tendrá un papel central, sirviendo "para que los activos del grupo permanezcan estables en el tiempo y en coherencia con mis principios”, dijo en 2017. Tras su muerte, su participación en el capital crecerá —entonces era del 0,1%—.

Imagen de campaña de la colección Giorgio Armani Privè FW2526. Giorgio Armani Cedida

Los estatutos, por su parte, están concebidos para imponer límites claros: prohibirán decisiones precipitadas en adquisiciones, impedirán vender la empresa sin amplio consenso y contemplan la posibilidad de una eventual salida a Bolsa, aunque únicamente transcurridos cinco años desde el fallecimiento del diseñador.

Fue su forma de blindar el grupo frente a ofertas oportunistas que él mismo rechazó en vida. "El éxito de Giorgio Armani reside en que la compañía depende de las elecciones de una sola persona ayudada por colaboradores leales", confesaba en su biografía.

Esa filosofía, que él mismo admitía sin tapujos, podía resultar "egocéntrica", pero fue la que siempre guio los pasos de la casa. "Creo que las nuevas formas de pensar en la moda no siempre han logrado resultados satisfactorios", aseguraba el director ejecutivo.

Su testimonio cobra especial sentido ahora, en un momento en que la mayor amenaza para la alta costura italiana es que sus últimos emblemas terminen en el escaparate de gigantes franceses como Kering o LVMH.

Su familia, en el centro

Giorgio Armani vio su firma como extensión personal de su visión estética: líneas limpias, lujo sin ostentación, una elegancia atemporal que marcó desde Hollywood hasta la alfombra roja de Cannes, pasando por sus musas en España, como Eugenia Silva. Pero también como proyecto empresarial con raíces italianas y autonomía frente a los colosos galos.

Sergio Galeotti y Giorgio Armani, juntos en una imagen de archivo. Giorgio Armani Cedida

Por eso, antes de morir, quien crease todo un imperio junto a Sergio Galeotti dejó atado un modelo de sucesión que da especial peso a las personas en quienes más confía. Según el plan, el relevo de la compañía apuntaría a un núcleo reducido.

Armani tiene tres sobrinos y una hermana aún viva. Silvana y Roberta son hijas de su fallecido hermano Sergio. Andrea Camerana es hijo de su otra hermana, Rosanna —que llegó a protagonizar la campaña primavera/verano de 1979 con un elegante traje de negocios—.

Todos los ojos apuntan principalmente a Roberta Armani. La relaciones públicas comenzó su carrera como modelo junto a su tío, en una época en que la firma consolidaba su minimalismo icónico en las pasarelas. Su paso por la actuación le permitió comprender la importancia de la narrativa y la presencia, habilidades que trasladaría más tarde al universo Armani.

Así, la actriz de 55 años ha participado en películas como Hannibal o Amigos de Jesús. Según la prensa y entorno cercano de la firma, los Armani hacían un tándem perfecto: él, más introvertido, se preocupab por el desempeño financiero y por crear colecciones relevantes y excelentes; ella, mucho más desenvuelta en los eventos sociales, actuaba como el nexo entre la compañía y el mundo de las celebridades.

En 2023, en una conversación con Forbes, la italiana esquivó cualquier declaración sobre recoger su testigo, limitándose a asumir con naturalidad lo que depare el futuro. "No soy la única que forma parte del círculo más cercano; él confía en varias personas para interpretar sus ideas y deseos. Mi papel consiste en ayudarle a conducir la marca".

Leo, fiel compañero

En el escenario sucesorio que planteaba el magnate a Financial Times, además de sus familiares, también tendría un espacio clave el propio equipo de trabajo, con especial atención a Pantaleo 'Leo' Dell'Orco, director de diseño masculino del grupo. Fue el compañero de vida y mano derecha del magnate durante los últimos 20 años.

Pilar creativo detrás del estilo de los hombres de la casa, supervisa cada colección y mantiene la coherencia estética que caracteriza a la firma desde sus inicios. Su estilo, discreto y meticuloso, refleja la filosofía de Giorgio: perfección sin estridencias, elegancia silenciosa y control absoluto de la marca desde la creatividad.

Armani y Dell'Orco se conocieron en un parque de Milán, casi por azar, cuando los perros de uno y otro comenzaron a jugar. El maestro ya daba los primeros pasos de su empresa mientras Dell’Orco, veinteañero entonces, trabajaba en publicidad y diseño industrial. Poco después, en 1977, se incorporó al emporio valorado en miles de millones de euros.

Hoy es el heredero de su visión como responsable del Men’s Style Office. Tras la muerte de Galeotti en 1985, se convirtió en el gran sostén de Armani: "Después de Sergio, ha sido la persona más cercana a mí. Me dio un apoyo increíble, tanto práctico como laboral", confesaba el propio diseñador a CNN.

Leo Dell’Orco y el diseñador de moda Giorgio Armani, juntos ante los focos. Getty Images

Aunque la pareja compartió décadas de vida y trabajo juntos, su relación permaneció en gran medida en la discreción hasta 2021. Giorgio hizo un gesto significativo de reconocimiento y respaldo hacia su compañero al finalizar uno de los desfiles de la colección masculina, cuando salió del escenario de la mano de su pareja.

Su papel, en cualquier caso, ha ido más allá de lo afectivo. Dell’Orco se convirtió en el guardián del estilo masculino de la firma, trasladando al detalle el gusto del diseñador.

En 2025, le sustituyó en el desfile masculino de Milán, la primera vez en 50 años que el maestro faltaba a la cita. Allí transmitió a la prensa que este había seguido la presentación en directo y la había aprobado.

Además de su influencia creativa, en julio de 2019 asumió la presidencia del consejo de administración del Pallacanestro Olimpia Milano, el club de baloncesto que pertenece al rey de la moda italiana desde 2008.

Este y su familia eran sus pilares clave. “Leo y Silvana son mis lugartenientes de estilo, en quienes confío plenamente. Mi sobrina Roberta siempre ha sido la pequeña, la que necesita ser protegida. Aunque tiene la personalidad de alguien que no acepta que le digan qué hacer. Su trabajo es relacionarse con la jet set y los VIP. Todos la quieren”, mencionaba en sus memorias.

Sus nombres, así como el de Federico Marchetti y otros colaboradores de confianza, forman parte del consejo directivo del grupo, lo que garantiza que las decisiones se mantengan alineadas con la visión de Armani.

El fallecido magnate instruyó a que la firma siga un rumbo basado en un estilo "esencial, moderno, elegante y sin ostentación, con atención al detalle y la facilidad de uso".

Armani después de Giorgio

El gran interrogante es si la compañía seguirá en solitario o acabará, con el tiempo, en manos de un gigante del lujo. Los estatutos y la fundación parecen diseñados para impedirlo, al menos a corto y medio plazo. La propia estructura de capital busca evitar una venta fragmentada que desdibuje el legado del fundador.

Por ahora, todo apunta a la continuidad controlada, pero la industria observará la transición con cautela.

El adiós a Armani coincide con un sector que se transforma a ritmo acelerado, marcado por la sostenibilidad, la digitalización y los cambios en el perfil del consumidor. En ese tablero, la legendaria firma asume el reto de seguir siendo relevante sin el hombre que le dio nombre.

El diseñador italiano, en una imagen de archivo durante la presentación de la colección Otoño/Invierno 2007/08 de Emporio Armani durante la Semana de la Moda de Milán el 15 de enero de 2007. Reuters

"Odio la idea de poner un punto y escribir 'fin', pero sé que no tengo más remedio. Yo también tendré que dejar el mando y concluir mi trabajo como diseñador. He redactado mi plan de sucesión con pragmatismo y discreción", aseguraba Il Signor en 2022.

Y decía que lo hizo para asegurarse de que "la compañía a la que he dado toda mi vida y energía siga adelante mucho tiempo, incluso sin mí".

El 4 de septiembre, sus empleados le despidieron comprometiéndose a mantener vivo su legado: "Protegeremos lo que él construyó y llevaremos adelante su empresa en su memoria, con respeto, responsabilidad y amor", reza el comunicado de pésame, que ha provocado una oleada de mensajes de afecto entre celebridades, instituciones y apasionados de la moda.