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Hay quien afirma que cuando no viajamos, estamos entre viajes. Quizás, el mejor antídoto para atravesar un caluroso verano que avanza sin tregua, sea dejar planificadas nuevas escapadas y así, animar el tiempo entre periplos durante los meses de septiembre y octubre.

Cerca de las montañas y los lagos, especialmente bien comunicada, Milán es, en realidad, el destino urbano más exclusivo de Europa solo superado por París—. De hecho, fue su ubicación lo que históricamente la convirtió en la ciudad con mayor nivel económico y social de Italia.

Los romanos la llamaron Mediolanum, porque estaba situada estratégicamente en la llanura padana, la mayor del país vecino, en una posición intermedia de cruces entre diferentes rutas.

En este reportaje, visitamos la ciudad dorada para contarte todo lo último en una escapada de lujo con la duración exacta de un fin de semana.

Un viernes en Milán

La primera parada en la ciudad no puede ser otra que su conocida catedral y piazza, El Duomo, o más popularmente "el erizo", con sus peculiares pináculos blancos y gárgolas que desafían al cielo.

Este espectacular templo gótico de mármol es además una de las mayores iglesias del mundo, con una capacidad para 40.000 personas detrás de su imponente puerta de bronce tallada con imágenes bíblicas.

Se llega a la Plaza del Duomo atravesando las decimonónicas Galerías de Vittorio Emanuele II, los famosos pasillos con cúpulas acristaladas con 47 metros de altura e intrincados suelos de mosaico con supersticiones.

Duomo di Milano. iStock

Aquí se esconden lugares clásicos para tomar un helado, un café o una bebida homónima en el Bar Campari o comprar un libro en la librería Bocca que fue inicialmente la imprenta de la Casa de Saboya y publicó a autores como Nietzsche o Freud.

Muy cerca de las Galerías se encuentra el edificio de La Scala, un lugar de peregrinación para los amantes de la ópera, con programación de gran altura para los aficionados. Todo el barrio presume de espectaculares fachadas cubiertas por balconadas y flores que merecen un paseo.



Pero si existe un lujo cultural en la ciudad de Milán —Pinacoteca de Brera aparte, y ojo, con necesidad de reservar con al menos dos meses de antelación— es visitar el fresco de La Última Cena de Leonardo da Vinci, quizás la pintura más famosa del mundo después de la Mona Lisa.

Realizada entre 1494 y 1497 en la Iglesia de Santa Maria delle Grazie, representa también un enigma: el momento exacto en el que Jesucristo les dice a sus apóstoles que uno de ellos le va a traicionar y destila una fuerza iconográfica e iconológica que ha dado lugar a muchas historias de ficción.

No podemos olvidar que estamos visitando una ciudad que celebra el ritual del aperitivo, especialmente en viernes o sábado. Te proponemos dos opciones: la Enoteca Naturale en Via Santa Croce para probar vinos naturales biodinámicos o, si quieres una opción puramente lujosa, el Armani/Bamboo Bar para tomar el tradicional Aperol con zumo de naranja.

Para alojarnos, Milán dispone de opciones de gran lujo. Te recomendamos en esta escapada el Hotel Mandarin, ubicado en la elegante Vía Andegari, a trescientos metros de La Scala y a poca distancia de la zona de compras, con piscina cubierta, spa, centro de fitness y un conocido restaurante Michelin, Seta.

Interior de una habitación en el hotel Mandarin Oriental. Hotel Mandarin Oriental

Justamente en este lugar te sugerimos que des fin al día de llegada dejando que Antonio Guida te sorprenda con platos como el risotto de frambuesas o las milhojas con crema de calabaza y café. Además, la carta de vinos es muy buena, y para quienes no beben alcohol, hay una amplia variedad de mocktails.

Sábado a lo grande

El Castello Sforzesco no es sólo una de las visitas obligadas, sin duda, es la mejor de Milán, junto a La Última Cena. Al final de su recorrido interior, la Piedad Rondanini se considera otro de los alicientes menos conocidos de esta ciudad.

Castello Sforzesco. iStock

Es una experiencia casi mística el poder contemplar la última escultura de Miguel Ángel, que representa dos figuras alargadas casi fusionadas en un único cuerpo con sus rostros dobles sobre el mármol inacabado que conserva versiones anteriores.

Su historia es singular, porque esta escultura se encontró en el taller tras su fallecimiento en 1564, pero desapareció durante tres siglos hasta que volvió a encontrarse en el siglo XIX en el palacio de los marqueses de Rondinini, siendo adquirida más tarde por el Ayuntamiento de Milán.

Para recuperar fuerzas, te proponemos una de las trattorias mejor valoradas de la ciudad, se trata de Al Baretto San Marco en Via Marsala 2, para tomar una pasta con caviar y mantequilla, con pescado o gambas en un ambiente que evoca la dolce vita, y terminar con un tiramisú hecho al momento (mejor reservar con antelación).

¿Tarde de compras? Estás en la ciudad. Es obligado visitar el área conocida como cuadrilátero de la moda, un rectángulo delimitado por Via Montenapoleone, Via Manzoni, Via della Spiga y Corso Venezia, donde se encuentran las tiendas de todas las marcas italianas de lujo.

De Gucci a Versace, pasando por Prada, con algunos de los montajes de exhibición más espectaculares que podrás ver en ninguna parte del mundo.

Otras ideas de moda pueden ser visitar The Cloister, un lugar de elegante ropa vintage en Via Valpetrosa; la primera flagship de la icónica firma de diseño italiano Kartell, donde conocer sus colaboraciones recientes; o una parada rápida para compartir un café en la cafetería principal de Lavazza en Piazza de San Fedele.

Escaparate de la tienda Kartell Turati. Kartell Turati

Cenar y brindar con una copa en Verso Capitaneo (Piazza Duomo 21) puede ser una experiencia difícil de olvidar. Subirás en ascensor hasta la segunda planta y pronto entenderás su prestigio al ver cómo el equipo se pone en marcha.

Aquí, en uno de los mejores restaurantes de Italia, los hermanos Capitaneo hacen honor a su apellido y demuestran que la fusión de la cocina tradicional de Apulia, su lugar de origen, y Milán, el lugar donde han triunfado, funciona mejor que bien.

Domingo de lujo

Llegar a la Fundación Prada en taxi después de un buen desayuno es uno de los mejores planes de domingo en Europa. El espacio impulsado por Miuccia Prada contiene muchos atractivos en sí mismo: la arquitectura del mismo lugar, la calidad de sus exposiciones de arte y el lujo.

Exterior de la Fundación Prada. Rubén Fernández-Costa

Un edificio dorado nos recibe frente a un antiguo almacén transformado en el café restaurante Bar Luce con diseño de Wes Anderson, en el que cada detalle ha sido pensado para vivir una experiencia cinematográfica inspirada en las estéticas populares de los años 60 y 70 y las películas de uno de los directores con mayor fenómeno fan.

Comer en Bar Luce o, si prefieres, en Locanda Perbellini de Via Moscova 25, es el cierre perfecto. El carismático Giancarlo Perbellini ha creado aquí un segundo espacio más distendido pero extremadamente elegante en el que poder despedirte de la ciudad soñada con unos gnocchis o risotto.

Si tienes tiempo, puedes hacer una escapada al cercano Lago di Como, a sólo media hora en tren desde su estación central, donde ciudades como Bellagio, Varenna o Menaggio pueden hacer que olvides que las vacaciones, también, deben terminar.

En realidad, ¿aún necesitas más razones para viajar a Milán?