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Stella del Carmen Banderas vivió en Aspen en una vivienda única desde que era pequeña. La mansión donde pasó sus primeros años de vida, concretamente desde 2002, cuando la adquirieron para luego venderla en 2019. Está ubicada entre montañas y vegetación, y se transformó en un auténtico escenario de paz y lujo, distante del ajetreo mediático que envuelve a sus padres.

En esta casa había grandes ventanas, espacios abiertos y una bodega privada con capacidad para 9.000 botellas, lo que refleja un modo de vida muy exclusivo y reservado. La revista Semana dice que la propiedad es una "joya arquitectónica en plena montaña... un sótano con 9.000 botellas".

Hoy, a sus 29 años, Stella recordaría esa etapa de su vida con cariño, como un hogar que fue testigo de su crecimiento, de su conexión con sus raíces y de la magia de su entorno familiar.

Recreación de la bodega de esta casa.

La mansión ubicada en un enclave montañoso destacaba por la luz y la naturaleza. Grandes ventanales permitían que la vegetación y el cielo formasen parte de los espacios interiores, mientras que la estructura mantenía el equilibrio entre privacidad y amplitud.

Este tipo de diseño responde a una tendencia contemporánea de integración con el entorno y el lujo sereno. Las cinco habitaciones (incluyendo una suite principal y dormitorios para visitas) aseguraban comodidad para toda la familia.

La firma de lujo y el cuidado arquitectónico revelaban que este hogar había sido concebido como mucho más que una simple residencia: un refugio personal.

No menos sorprendente resultaba su bodega privada: una zona apartada del bullicio doméstico donde había aproximadamente 9.000 botellas. Esta cifra es recogida por la revista Semana como una de las claves que convierten la casa en un "espacio de lujo para los sentidos".

La presencia de una bodega de tales dimensiones indica tanto afición al vino como una voluntad de celebración y acogida. Un espacio subterráneo o semienterrado, climatizado y decorado con mimo, puede ser el corazón social de la mansión, donde recibir amigos o saborear momentos especiales.

Aunque la mansión está en plena montaña, no se trata de un retiro aislado: la ubicación combina acceso cómodo y vistas privilegiadas. Esto refuerza la idea de que era un hogar pensado para el descanso de la vida social de alto nivel. Los entornos así descritos facilitan la desconexión.

Además, el entorno montañoso aporta un valor añadido: tranquilidad, naturaleza y privacidad. Para una hija de celebridades, que ha vivido entre España y EE.UU., este tipo de espacios representaba un equilibrio entre los dos mundos.

En lo que respecta a su diseño interior, destacaban materiales nobles, amplios volúmenes y una paleta de colores que apuesta por la claridad y la elegancia. También los techos altos, los suelos de madera o piedra, y los detalles en metal pulido o vidrio que reforzaban ese carácter de residencia de ensueño.

Igualmente, tenía grandes ventanales, como ya se ha señalado, que no solo aportan luz, sino que también enmarcan las vistas: una técnica habitual en una arquitectura de lujo.

El hecho de disponer de cinco habitaciones permite que el hogar se adapte tanto a la vida en familia como a recibir invitados, lo cual encaja con la vida pública de sus habitantes: un hogar privado, pero también generoso.

El hecho de que Stella creciera en este entorno también habla de la importancia de que sus padres le concedieran un hogar como valor central. En un mundo en el que la fama y la movilidad son constantes, la existencia de una residencia estable, amplia y bien cuidada transmite la idea de arraigo.

La mansión no es solo un símbolo material de lujo, sino un escenario de la vida: infancia, reuniones familiares, momentos íntimos. Y la bodega añade un componente de celebración, de disfrute conjunto.

Hoy, con 29 años y mirando al futuro, y recientemente casada, Stella tiene ese hogar como parte de su historia. Aunque probablemente haya otros proyectos familiares en marcha, esta casa de la montaña queda como un valor y un recuerdo simbólico.

Esta residencia es una pieza esencial en su biografía personal: un espacio de crecimiento, de raíces, de elegancia sobria; cinco dormitorios, una bodega de 9.000 botellas y un paisaje que aúna exclusividad y naturaleza.