El pódcast de la influencer Laura Escanes, Entre el cielo y las nubes, se ha convertido en un espacio viral en el que los rostros más conocidos del panorama actual acuden para contar confidencias y reflexiones en un tono íntimo que atrapa al público.
Entre sus invitados, la cantante, actriz e icono generacional Jedet, ha dejado una gran confesión que está dando que hablar. Una dura crítica sobre los retoques estéticos que, según ella misma, han cambiado para siempre el concepto de la belleza.
"Cuando empezó toda esta moda de los rellenos de ácido hialurónico y del bótox, sobre 2012 o 2013, ahí fuimos todas a pincharnos", admite Jedet sin filtros.
La artista recuerda esa época en la que la estética "milagrosa" se vendía como algo inofensivo. "Te decían que eso se iba en seis meses, que se reabsorbía. Eso es mentira: tu boca nunca vuelve a ser la misma".
Sus palabras, entre risas nerviosas y miradas cómplices con Escanes, son también una advertencia para toda una generación que ha crecido bajo la influencia de los filtros, las clínicas low cost y los cánones imposibles de las redes sociales.
'Tengo unos morros...'
Lejos del discurso superficial o del arrepentimiento vacío, Jedet habla desde la experiencia. "Hace años que no me pincho los labios y tengo unos morros que engañan a las niñas", confiesa.
Lo que la artista quiere poner sobre la mesa no es solo el riesgo físico, sino el efecto social que ha tenido esta tendencia.
"Ves ahora niñas de 16 años con la cara de una cuarentona", lamenta. Su reflexión apunta directamente al bombardeo de imágenes perfectas que, desde hace más de una década, moldean el ideal de belleza femenina con labios grandes, pómulos marcados, piel sin arrugas y expresiones casi congeladas.
Moldean el ideal de belleza femenina con labios grandes, pómulos marcados, piel sin arrugas y expresiones casi congeladas.
El exceso que borra las expresiones
Jedet también explica las consecuencias visibles de los pinchazos repetidos. "El ácido hialurónico genera agua; tú te lo pones en la boca y te va pesando hacia abajo. Te quita la sonrisa", advierte.
Lo que en su momento parecía una simple mejora estética, a largo plazo acaba alterando la estructura natural del rostro.
La artista Jedet en un photocall.
"Si te pinchas en exceso, se te queda lo que yo tengo, que es el pillow face", dice señalándose las mejillas.
"Yo estoy pinchada para no gesticular mucho, porque en el momento en que gesticulo, soy una almohada. No expreso bien las emociones", asegura.
La descripción es tan gráfica que, en un mundo que idolatra la juventud y la simetría, la pérdida de expresión se ha convertido en el nuevo tabú del bisturí invisible.
Jedet lo resume con una mezcla de humor y preocupación: "Estoy igual si estoy enfadada o contenta, lo notas porque grito, pero mi cara no cambia".
'Es muy peligroso'
El mensaje final es contundente. "Chicas, es muy peligroso, porque los cambios con los rellenos son instantáneos", advierte.
Esa inmediatez, precisamente, es lo que los hace tan adictivos. Los resultados se ven al momento, pero el cuerpo no olvida. Con el paso de los años, los tejidos se deforman, la piel se estira y los efectos acumulativos pueden ser irreversibles.
Jedet no reniega de haberse retocado, al contrario, lo asume con total naturalidad, pero invita a una reflexión profunda sobre la presión estética que ha marcado a las mujeres desde hace más de una década.
Lo que la artista propone es un cambio de paradigma. Frente a la perfección filtrada de las redes, su mensaje defiende la autenticidad y el derecho a envejecer sin miedo. No como una renuncia, sino como una reconciliación.
