Los escritos sobre el amor y el desamor son tantos que podríamos asegurar, y de hecho aseguramos, que es imposible dar un número exacto.
Los guiones, ensayos, reflexiones y monólogos que hablan de los latidos del corazón desde el plano romántico y que ahondan en las lamentaciones que estos generan cuando triunfan las rupturas y el desengaño son tantos que queda claro que esta temática es ciertamente universal e inacabable.
Sin embargo, desde hace poco, la amistad está también ganando puntos. Series, libros y podcasts homenajean a esos compañeros y el término tiempo de calidad gana peso siempre que el tema aflora.
En estos momentos, es menester alabar una tipología de amigos que, aunque siempre ha existido, de forma previa no tenía nombre: los de sofá. El término se viralizó cuando la creadora de contenido Charlotte Negron grabó un vídeo para TikTok hablando del concepto y conversó con el Huffington Post sobre su significado.
"Para mí, es aquel con el que no necesitas estar conectado. Simplemente, puedes coexistir y estar horas sin hacer prácticamente nada, pasándolo genial, disfrutando de la compañía mutua", explicó. "Básicamente, es como hacer lo mismo que harías si estuvieras solo, pero en junto a alguien", añadió Negron.
En un presente en el que cada vez más personas confían en la inteligencia artificial para compartir tiempo, confidencias, miedos y dudas, es fundamental señalar la importancia de las amistades que existen más allá del universo virtual.
Así lo asegura Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, a Magas: "Estar con amigos reales nos brinda un crecimiento personal mucho mayor, porque damos y recibimos afecto, apoyo y comprensión", comenta.
"Los chatbots pueden parecerse a esta experiencia, pero nunca podrán ofrecer la profundidad y autenticidad de un vínculo humano", explica la experta.
Desde la plataforma señalan que el auge de estos programas de IA ha redefinido la forma en la que interactuamos con la tecnología. Además, advierten de que cuando son menores aquellos que entran en estas dinámicas, va más allá del uso funcional y empieza a adquirir un carácter emocional considerable.
"Muchos adolescentes prefieren expresar sus emociones con estas aplicaciones antes que con un amigo o con un adulto por vergüenza o miedo a la reacción del otro. El problema es que esa relación con la inteligencia artificial puede parecer real, pero carece de reciprocidad sentimental", advierte Gloria R. Ben, la psicóloga de Qustodio.
Muchas personas recurren a las amistades virtuales ante la escasa batería social que dejan la cantidad de compromisos y exigencias de una vida cuya agenda está siempre repleta. Ni esa vergüenza ni ese miedo existe con los compañeros de sofá, con los que es posible no hacer nada y no tener que performar, y por eso resultan esenciales.
Así lo explica el Dr. Xavier Fàbregas Pedrell, director médico de MAS FERRIOL y especialista en adicciones y trastornos de salud mental. "Una de las condiciones tiene que ser el que podamos decirle a esa persona que estamos cansados y que hoy no nos apetece quedar, sin que esto signifique una ofensa", aclara el especialista.
"Estas interacciones, si son de verdad, se basan en poder decir las cosas de forma directa, sin necesidad de hacer esa ingeniería social o esa diplomacia que no tendría que ser necesaria en tal contexto", determina.
Unos amigos disfrutando de tiempo juntos haciendo nada en casa.
"Estas relaciones se han puesto a prueba muchas veces y, por tanto, ya son seguras y nos permiten quitarnos esa careta y expresarnos como somos. Y esto es lo que nos da la tranquilidad de que es un tiempo en el que no nos sentimos presionados. No tenemos que hacer un paripé, no nos crea tensión adicional", añade el profesional.
"La posibilidad de compartir sin trascendencia, haciendo cosas banales, echando unas risas con personas que no esperan de nosotros el dar una imagen, cuando no es necesario representar un papel, despreocupados de quedar bien porque estamos ante 'los nuestros', nos relaja y nos repara", explica.
"Esto permite no tener que representar un personaje ante esos perfiles tan cercanos. Estar entre aquellos que ya nos conocen, a quienes somos leales y que nos lo son, proporciona una sensación de calma y la oportunidad de compartir la misma manera de pensar y sentir. Se crean espacios seguros y por ello, se experimenta una fluidez", dice el doctor.
Aristóteles dedica dos libros en Ética a Nicómaco a hablar de diferentes tipos de amistad para construir un ideal, pero, por supuesto, no habla de los amigos sofá. Sin embargo, en la actualidad resulta esencial su existencia ante la cantidad de personas que confían en los compañeros virtuales.
Aunque estas interacciones no se basan en grandes debates, cuando se disfruta de tiempo con ellas, sin esas poses que la vida impone, también emerge la libertad para poder comentar cualquier película, serie o reality que se vea en común sin temor a ser juzgado.
Ahora que tantas personas confían en la IA, estamos desacostumbrados a que nos lleven la contraria y por eso, estas relaciones son perfectas para poder comentar el contenido deseado con discrepancias.
"En la vida real es importante señalar que un chatbot no es ni muchísimo menos una alternativa. Sería un pálido reflejo de nuestras necesidades, aunque se va perfeccionando para imitar lo mejor posible las reacciones de los seres humanos. También aprende a contestarnos mejor en función de nuestros deseos", matiza Fàbregas Pedrell.
"Una de las condiciones de las amistades reales es que permiten esa crítica, ese otro punto de vista que nos enriquece y que nos transforma. Aquí se da un elemento que es capital: la posibilidad de escuchar verdades en boca de alguien que consideramos de nuestro equipo, que sabemos que nos quiere y que no nos harán daño", enfatiza el experto.
"En ese aspecto, los chatbots de inteligencia artificial tienen la batalla perdida, porque están entrenados para decir lo que queremos oír, no lo que necesitamos", asegura antes de subrayar la enorme importancia que tiene la posibilidad de abrir la mente a otras maneras de pensar, otra posibilidad que de momento no puede ser suplida por la tecnología.
Cuando Daniel Arjona pregunta a Mariano Sigman, coautor junto a Jacobo Bergareche de Amistad: un ensayo compartido (Debate / Libros del Asteroide) para Lengua, de Penguin Random House, el neurocientífico hace una aclaración relevante.
Dos amigas compartiendo tiempo de calidad en casa.
"El origen biológico de estas relaciones tiene más que ver con el tacto que con las palabras. En la historia de la vida, estas interacciones empiezan al tocarse bien, como los animales que se desparasitan los unos a los otros, por ejemplo. Yo te rasco a ti y tú me rascas a mí", comenta.
La frecuencia con la que tocas a alguien activa unos receptores del circuito de opioides del cerebro que anulan el dolor y estimulan la recompensa emocional", aclara.
"En realidad, todos socialmente tenemos esa intuición, aunque nadie nos lo haya explicado. Por eso abrazamos a nuestros amigos. Y luego entra en juego la mirada, la sonrisa, el olfato y todo lo demás. Así se pone en marcha la química del carbono y la de la amistad", explicó.
Antes de terminar, un apunte: quien no tenga compañeros de sofá, no tiene que lamentarse porque a medida que crecemos, las responsabilidades se agolpan y hacen más complicado poder tener tiempo para no hacer nada.
Y aquí lo que habría que cuestionar es el sistema que dificulta que tengamos espacio para de todo ello, pero ese es ya otro tema…
