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Entregar un Trabajo de Fin de Máster (TFM) suele ser uno de los momentos más estresantes en la vida académica de cualquier estudiante. Horas de estudio, noches sin dormir y la presión de llegar a la fecha límite.

Eso ha sido lo que hace tan solo unas semanas ha vivido Rocío Vázquez, una joven española que, tras un año y medio de esfuerzo, consiguió defender con éxito su proyecto y cerrar una etapa universitaria marcada por el sacrificio.

Pero lo sorprendente llegó después. Apenas unos días tras la entrega, pasó de los pasillos de la universidad a subirse a un tractor en el campo de su pueblo natal. "De repente, soy agricultora", cuenta entre risas en un vídeo que ha compartido con sus seguidores de TikTok.

"Yo soy de pueblo, del campo, pero de repente, soy agricultora", cuenta en el vídeo. Y añade: "Es mi primera vez. He aprendido a conducir un tractor este año y ahora soy tractorista".

Lejos de tratarse de una anécdota pasajera, la joven reconoce que esta experiencia se ha convertido en toda una aventura personal. "Mi padre tiene una cosechadora, así que espero que me acompañéis en esta nueva etapa", afirma, con la ilusión de quien descubre un mundo diferente al académico.

Un TFM entregado 'in extremis'

En su testimonio, la joven describe las dos últimas semanas previas a la entrega como las "más estresantes de su vida". "Era trabajo, trabajo, trabajo… escribir, escribir, escribir. No podía grabar nada porque era imposible compaginarlo: había demasiadas cosas que hacer", relata.

Finalmente, consiguió entregar el TFM justo el último día de plazo y lo defendió con éxito. "La presentación fue muy bien, estoy contenta con el resultado y con la nota... ¡¡He sacado un 9,5!!", asegura con orgullo.

Esa sensación de alivio tras la defensa se transformó, sin embargo, en una inesperada sorpresa: su vida iba a dar un giro radical en cuestión de días.

La realidad de las nuevas generaciones

Lo que podría parecer una historia individual es, en realidad, el reflejo de una tendencia creciente en España: la vuelta de muchos jóvenes al entorno rural.

Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, cada vez más menores de 35 años se incorporan al sector primario, ya sea como agricultores, ganaderos o emprendedores vinculados al campo.

La diferencia es que, en esta ocasión, la transición ha sido casi inmediata: del estrés de un máster universitario a la calma (o la dureza) de la vida en el campo. Una narrativa que conecta con las inquietudes de miles de jóvenes que, tras años de estudios, buscan estabilidad o una segunda oportunidad más allá de las ciudades.

Su experiencia demuestra que las etapas vitales no siempre siguen un guion lineal. La universidad puede ser el camino hacia un futuro profesional, pero también el inicio de una ruta diferente, marcada por las raíces familiares y el contacto con la tierra.