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Las rupturas de pareja son una experiencia dolorosa y abrumadora a las que la mayoría de nosotros vamos a tener que enfrentarnos al menos una vez en la vida. El dolor que muchas personas sienten, en ocasiones, es tan excesivo que los expertos lo relacionan con la pérdida de un ser querido. De hecho, el "duelo amoroso" es mucho más común de lo que nos pensamos y es uno de los conceptos más ahondados en las consultas psicológicas.

Esta etapa desencadena una serie de respuestas tanto físicas como emocionales —ansiedad, estrés, alteraciones del sueño y del apetito, desesperación—y, de forma general, nadie sabe cómo enfrentarse a la mezcla de todos ellos. Hay quienes se esconden en sí mismos, otros se reconfortan en sus amistades o familiares y, en última instancia, están aquellos que deciden comenzar una nueva relación.

Cuando una relación termina, el dolor puede ser intenso y profundo. Precisamente, para evitar estos sentimientos, hay quienes se embarcan en un nuevo vínculo. Es entonces cuando aparece el refrán de "un clavo saca a otro clavo" o un concepto mucho más concreto y empleado en psicología, el comienzo de una "relación puente".

Qué son las parejas "puente"

Las parejas puente es un término que se utiliza para describir a aquellas relaciones que actúan como una especie de "puente" emocional o afectivo entre dos etapas de la vida de una persona. Este tipo de relación aparece después de una ruptura o una crisis personal —como puede ser un divorcio o el final de una relación larga— y cumple una función de transición en el desarrollo emocional del individuo afectado.

Debido a esta característica, las relaciones "puente" suelen caracterizarse por no ser relaciones "definitivas" en términos de duración; sin embargo, sí son significativas en cuanto a impacto emocional y crecimiento personal para una de las dos personas. En la gran mayoría de los casos, estas relaciones se inician con el fin de sanar heridas o recuperar la confianza en el amor, algo que puede ser perjudicial para la otra persona.

Las relaciones "puente" funcionan como una especie de espacio seguro donde uno puede explorar nuevas formas de vincularse sin la carga emocional o estructural que caracterizó relaciones anteriores. A través de estas experiencias, las personas suelen adquirir mayor claridad sobre lo que realmente quieren o no en una pareja, y pueden comenzar a deshacerse de patrones tóxicos o dependientes.

Sin embargo, todo esto se da teniendo en cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, la otra persona sigue vinculada emocionalmente a otra circunstancia: o bien al individuo que rompió o terminó con la anterior relación o, en el caso de que sea por una crisis personal, a la personalidad que está tratando de dejar atrás.

Este concepto tiende a relacionarse con las "relaciones taller" o "personas taller". De alguna forma, se trata de un vínculo intermediario con el que se busca reparar un corazón roto para que la otra persona pueda comprometerse. "Arreglan lo que está roto" y, al curar esas heridas, lo dejan renovado y preparado para una siguiente relación.

Desde una perspectiva emocional, la persona que busca sanar puede estar marcada por una mezcla de ilusión, necesidad de afecto, pero también una cierta fragilidad. Por este motivo, es común que estas parejas estén marcadas por una gran intensidad emocional y una fuerte conexión inicial, precisamente porque se gestan en un momento de apertura emocional profunda.