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Cuando las horas de luz ganan protagonismo y se ansían más que nunca, pero se reducen, los hábitos cambian. Y lo hacen en todos los aspectos, incluidas las rutinas de belleza. Con el frío, la piel se reseca y las fórmulas nutritivas se vuelven fundamentales. No obstante, el maquillaje también adquiere otro cariz. Y, en concreto, la mirada cambia de dirección.

El año pasado, los ojos ya comenzaron a vestirse con algo más que sombras sutiles. Es un hecho que el minimalismo no solo se había apropiado de los armarios, sino también del universo beauty. Esos rostros que claman naturalidad se han convertido en los últimos tiempos en poco más que un mantra estético, al margen de tener unas bases más o menos reales.

No obstante, ahora se encuentran de regreso los delineados y ahumados. Este tándem, que fue un éxito rotundo a finales de la primera década de los 2000 y comienzo de la segunda, vuelve ahora de forma transformadora, pero también con guiños a esas reminiscencias pasadas que ni siquiera se pueden considerar aún vintage (son necesarias dos décadas para catalogar una tendencia así).

Pero, ¿cómo llevar estas propuestas este otoño-invierno? Las pasarelas y las grandes referentes del mundo de la belleza lo tienen claro: desde los clásicos smokey eyes en tonos potentes, hasta opciones diferentes en la gama de los azulados o difuminados en el párpado inferior y superior.

Todo un clásico

Echar la vista atrás en este segmento de belleza supone recordar quizás a nuestras madres con un maquillaje de ojos en el que el negro y el marrón eran los auténticos protagonistas. Ya fuese en formato lápiz o en sombra, los ahumados en los que se empleaban las apuestas más oscuras de la gama cromática mandaban de forma categórica.

Ahora, la vuelta de este efecto smokey se complementa con un toque de brillo, aportando algo de luz a la par que los productos en polvo escalan la cuenca del ojo. ¿Los mejores aliados cuando la atención se centra en esta parte? Unos labios de un tono natural y, a ser posible, complementamos con un toque glossy.

Blue velvet

No es un secreto lo de que el azul para adornar las ventanas del alma sea tendencia. De hecho, ya este verano en las tonalidades celestes han vivido un gran momento. Las referencias ochenteras y dosmileras han hecho de las suyas tras recibir la ayuda de las integrantes de la generación Z, que siempre tienen esa mirada nostálgica hacia la época que la vio nacer.

Sin embargo, de cara al frío, estas propuestas inundan la mirada en opciones más subidas y con un acabado más aterciopelado que, en muchas ocasiones, desemboca en grises y en el negro que ya se ha mencionado. Los labios en este caso acompañan de forma elegante en granate.

Uno de los ejemplos más obvios de esta alternativa es, sin duda, la propuesta de Chanel, que además ha presentado una campaña con guiños a la estética de los 90 y lanzado una serie de cuartetos que son todo un sueño para las amantes del universo beauty.

Todo al

Pensar en esta estética implica casi cambiar de idioma, añadir un sello más al pasaporte. La Union Jack comienza a ondear en el horizonte, aunque este artículo se escriba desde esos aclamados cielos de Madrid, con la bulliciosa M-30 de fondo.

Nombres como el de Vivenne Westwood acompañan a este estilo, así como el de series como Skins aclamadísima por los millennials y los submundos de Tumblr hace ya más años de los que una está dispuesta a reconocer— o el de modelos como Kate Moss en determinadas épocas de su vida.

En este caso, el ahumado se presenta con un punto canalla o macarra, pero también minimalista. El clásico lápiz de delineado, nada de eyeliner líquido, toma posición en el neceser y se desliza a ras de pestañas, arriba y abajo. Más tarde, las brochas se hacen a un lado para hacerle hueco a los dedos, que se encargan de difuminar de forma aparentemente descuidada el trabajo previo de la mina.

En clave gótica

Desde Sarah Paulson a Mia Goth pasando por referencias de pasarela de Alexander McQueen y Richard Quinn o por la presencia en las alfombras rojas de Jenna Ortega. Todos estos nombres remiten a una estética decimonónica que se encuentra también en títulos tan importantes de la cultura pop como Drácula, de Bram Stoker, la película de Coppola.

Ahora, el gótico regresa, pero en línea con la estética de esa época. El negro aparece acompañado del burdeos, un tono que también conquista los ojos de forma extra este otoño-invierno y que favorece en especial a los iris marrones, pero que también sienta bien a los claros.

Para aquellas que quieran apostarlo todo en este sentido, también pueden optar por completar su look con una máscara del mismo color. ¿El toque más extremo en estos casos? Decolorar las cejas.

En cuanto al resto del rostro, sutileza, palidez y un colorete en la misma línea cromática que los ojos.

En definitiva, el ahumado regresa como una declaración de intenciones: la mirada se convierte en refugio y en mensaje. Ya no busca ser perfecta, sino expresiva; se le dice adiós a la uniformidad y se busca destacar, ser una misma.

En un invierno que se anuncia introspectivo, casi por definición, el maquillaje adopta la misma filosofía: menos filtro, más emoción. Porque al final, cuando el rostro y el cuerpo se ocultan entre capas y accesorios, cuando las bufandas sobrepasan las fronteras del cuello, lo único que queda a la vista es, precisamente, la mirada, que como siempre, es capaz de contener todas las palabras del diccionario.