Durante años, todas aquellas chicas que atravesaron su adolescencia y juventud en los años 2000 maldijeron según qué estéticas asociadas a la época. Entonces, el layering más inesperado y sinsentido en el plano fashion copaba alfombras rojas, el tiro bajo de pantalones y faldas se perdía en la cadera y los maquillajes destacaban por contener un elemento especialmente marcado.
Ahora, y como era de esperar por la definición en sí de la palabra tendencia, todo esto está de regreso. Sin embargo, es cierto que ha vuelto de una forma mucho más refinada y sofisticada.
De repente, prendas y complementos que habían quedado desterrados a las zonas más inhóspitas de altillos y trasteros reclaman su hueco en los armarios, y las polvorientas sombras que inundaban la mirada en ese momento toman posición con fórmulas y técnicas mejoradas.
Ahora, el minimalismo en el mundo beauty compite con propuestas extra que vienen de la mano de la moda del monocolor, una apuesta que resulta una clara referencia a la estética dosmilera. En parte, la generación Z ha sido la encargada de traer este revival de la década con su adoración nostálgica por la misma, algo un tanto carente de sentido por razones de edad.
Sin embargo, no solo los más jóvenes hablan, sino que las pasarelas también han dictado sentencia. Grandes firmas como la maison francesa Chanel han presentado looks de belleza en los que han destacado los colores fríos y plateados en el rostro de las modelos en una suerte de reedición de la tendencia que fue un must hace 20 años.
Igualmente, en este regreso tiene mucho que ver la influencia de la cultura pop. Hace unas temporadas, los labiales que lucían los personajes de Rachel Green y Monica Geller en Friends se convirtieron en algunos de los más deseados. La primera utilizaba el Paramount de los Satin Lipstick de M·A·C; y la segunda llevaba la línea Lustreglass, también de la misma marca, en concreto, en el tono Spice it up!
Tampoco tiene nada extraño que el revisionado de títulos como Sexo en Nueva York o El diablo se viste de Prada hayan provocado lo mismo.
Es difícil deshacerse de la idea de Miranda Hobbes, en especial a partir de la tercera temporada de la serie, combinando su clásico pelirrojo con unos párpados bañados en tonos violáceos. Lo mismo sucede con el personaje de Emily, la asistente principal de la jefa de Runway.
El personaje de Emily Charlton, interpretado por Emily Blunt, en 'El diablo se viste de Prada'.
Con esta maraña de referencias, lo que se ha logrado es que expertas y fanes del universo beauty vuelvan a apostar por adornar la mirada con un único color. En este caso, y como se menciona, las propuestas metalizadas han tomado mucha fuerza y entre los tonos, con o sin glitter o shimmer, destaca sin duda el celeste.
No obstante, la paleta cromática se abre también a propuestas como los morados, plateados, blancos y rosados. Esta renovada apuesta tiene también mucho que ver con la llegada de otras tendencias de belleza como la de las pestañas fantasma, una estética que ha tomado fuerza gracias a la vigencia del clean look y el minimalismo y la influencia de nombres de la industria como el de Hailey Bieber.
En esta ecuación, otro valor a tener en cuenta es la inercia de potenciar más las cejas que las pestañas mediante fijadores o tratamientos como el laminado, un imprescindible en los últimos tiempos a pesar del comeback de los diseños más finos.
En cualquier caso, esta vuelta se concibe ahora de forma mucho más elegante e integrada con el resto de productos que se aplican al rostro para crear el look completo. Ahora, los labios nude juegan con ojos potentes y los delineados gráficos se entremezclan con jugosos glosses.
A veces, un simple toque en el lagrimal para abrir e iluminar la mirada es lo único que hace falta. En otros casos, los delineados gráficos ayudan a explorar alternativas creativas de alto impacto. Y, por supuesto, las sombras empolvadas ahora se funden desde el extremo interior del ojo para ir perdiéndose gracias al difuminado conforme se avanza hacia la esquina opuesta a golpe de brocha.
