Hay muchos tipos de piel que van más allá de la tradicional clasificación seca, mixta o grasa. Factores como el lugar donde vivimos, el clima, el estilo de vida, el trabajo o las actividades que realizamos influyen de manera determinante en el estado de la piel, por lo que nuestra rutina de cuidado debe adaptarse a estas circunstancias.

Pero ¿cuáles son las claves para acertar con la rutina de cuidado diario y conseguir una piel sana, bonita y joven?

Es fundamental ponerse en manos de un profesional que realice un diagnóstico y pueda hacer un seguimiento una vez que hayamos acabado el tratamiento para conocer su evolución de forma constante.

De esta forma, podremos llevar a cabo un adecuado cuidado diario utilizando los productos correctos y adaptados a nuestra piel, que sean capaces de actuar ante problemas puntuales como procesos de acné, manchas, imperfecciones, rósacea, sequedad o exceso de grasa, entre otros

¿El objetivo? Conseguir una piel normal.

Partimos de la premisa de que una piel grasa, seca o mixta debe ser un proceso puntual. Debemos cuidarla con tratamientos en cabina y utilizando productos recomendados por un profesional que se adapten al estado de tu piel y que logren evolucionar hacia una piel normal y sana, sin imperfecciones y sin patologías.

Además, habría que cambiar los productos por temporadas y según el lugar en el que residamos o estemos durante un tiempo.

Para mantener una piel sana y joven debemos realizar siempre el diagnóstico personalizado que he comentado y en el que soy muy implacable en un centro médico estético de confianza.

Cada vez somos más conscientes de que solo tenemos una piel y que nos va a acompañar toda la vida, por lo tanto, es algo que debemos cuidar de forma segura. La continuidad y la constancia son imprescindibles para trabajar con éxito y así debemos pensar y actuar.

En función de los objetivos que queramos conseguir, se debe seleccionar una rutina cosmética u otra y, conforme cumplamos años, debemos ir aumentando esos cuidados e introduciendo más productos a nuestra rutina diaria con ingredientes y fórmulas concretas ya que es obvio que no es lo mismo un protocolo con 25 años que con 50.

La limpieza, un paso clave

También soy muy insistente en ello porque es una parte fundamental ya que la piel tiene que estar perfectamente permeable y limpia para que todos los principios activos penetren a capas profundas y actúen con mayor eficacia. De esta forma los resultados siempre serán mucho mejor y se multiplicarán.

La sensación debe ser de una piel fresca y oxigenada en la fase de limpieza y confortable, hidratada y nutrida en la fase de tratamiento. Si notamos la piel tirante o grasa -o poco confortable- algo estamos haciendo mal. Por eso, saber qué productos se aplicarán en función de los resultados es absolutamente fundamental.

Los factores a considerar

¿Qué factores pueden hacer cambiar nuestra piel de un día para otro?



Existen varios que nos afectan en el día a día y debemos distinguir entre internos y externos:

1.- Factores internos: aquí, sobre todo, juegan un papel importante la genética y las hormonas.

La genética determina el envejecimiento biológico de nuestra piel y se caracteriza por:

  • Reducción de la regeneración y renovación celular, y por ello tenemos que realizar un peeling manual para forzar ese proceso ya que, conforme vamos cumpliendo años, se ralentiza y la piel no está preparada para que los productos actúen más eficazmente.
  • Reducción de las secreciones de las glándulas sebáceas y sudoríparas.
  • Degeneración del tejido conectivo, es decir, la piel fija menos el agua y pierde firmeza.
  • Degeneración de las fibras elásticas.

Las hormonas:

  • Los cambios hormonales pueden desencadenar acné en la pubertad.
  • Durante el embarazo hay más posibilidades de estimular la producción de melasma, es decir, las tan temidas manchas.
  • Los niveles de estrógenos femeninos descienden como parte del proceso biológico de envejecimiento, especialmente después de la menopausia. Los estrógenos producen un efecto beneficioso sobre el equilibrio de humedad de la piel y su reducción da lugar a cambios estructurales y a atrofia de la piel relacionada con la edad.

2.- Factores externos. Influyen en la salud de la piel y están determinados por el entorno, por nuestra salud en general y por nuestro estilo de vida.

  • El clima de la zona de residencia.
  • Radiación UVA.
  • Las temperaturas extremas y los cambios rápidos de las mismas (pasamos de mucho frío externo a calefacción interna o al revés, en verano mucho calor en la calle y aire acondicionado en el interior) perjudican mucho a nuestra piel.
  • Influencias químicas y/o productos agresivos. La piel tiene una acidez suave de manera natural con un pH entre 4,7 y 5,75. Los productos agresivos desbordan la capacidad de neutralización natural de la piel, convirtiéndola en sensible, lo que puede dar lugar a enfermedades tales como erupciones, dermatitis, rosácea…
  • Estrés. Además, a todo lo anterior debemos añadir este gran problema actual. Desestabiliza mucho la piel y produce enfermedades importantes que van desde inflamación, dermatitis, rosácea o psiorasis y autoinmunes como vitíligo. Estas patologías pueden ser puntuales o pueden derivar en algo que se instale y permanezca en el tiempo.

Siempre a mano

¿Qué cosméticos básicos debemos tener siempre a mano? Debemos tener en cuenta que todos son muy diferentes y con objetivos muy variados, además de texturas que son más o menos agradables, al igual que los olores de ciertos ingredientes.

Para el frío. A nivel general, necesitamos mucha hidratación. Hay que mantener la piel con cremas más untuosas que fijen el agua y no tengamos ese efecto de sequedad.

Tampoco debemos olvidar un bálsamo para los labios. Recomiendo que huyamos de los jabones para limpiar la piel porque deshidrata mucho. También que utilicemos una buena mascarilla que regenere la piel y una buena protección solar. Es un error utilizar fotoprotector solo en verano, aunque debemos saber cuál es adecuado para nuestro tipo de piel porque algunas fórmulas aportan grasa.

Para dermatitis. Recomiendo cosmeceúticos que no lleven fragancias. También hay que evitar los aceites esenciales puros ya que suelen ser muy reactivos, del mismo modo que los productos con altas dosis de alcohol.

Es cierto que este ingrediente es astringente y antibacteriano, pero es muy reactivo en este tipo de patologías. Es importante limpiar e hidratar la piel para que esté confortable sin ser alterada. Lo ideal es utilizar productos específicos y realizarse tratamientos personalizados en cabina médica y estética.



Para un brote de acné. No ir a lo fácil acudiendo a antibióticos o fármacos agresivos. Es necesario limpiar mucho la piel evitando los jabones porque la deshidratan y desterrando las toallitas. Estas últimas, lo único que hacen es llevar la suciedad de un sitio para otro y, si hay granos, al ser un tema vírico, distribuye esa infección provocando más granos.

Es importante limpiarnos con una toalla que no compartamos con nadie y que solo utilicemos para la cara. Actuar con productos que regeneren la piel porque normalmente los granos continuados dejan marcas y hay que regenerar la piel. Además, productos que regulen la secreción sebácea, cierren el poro y cicatricen.

¿Cómo podemos completar la rutina de cuidado facial? 

Además de ponernos en manos profesionales y realizar un seguimiento continuado como he incidido al principio, debemos seguir una alimentación equilibrada, beber mucha agua a diario, hacer deporte para oxigenar la piel, así como prestar atención a nuestra vida diaria, al lugar donde vivimos y donde realizamos nuestro trabajo para adecuar los protocolos de cuidado.





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