En la tarde del 25 de noviembre, miles de madrileños han vuelto a salir a las calles para pedir el fin de las agresiones machistas. En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, dos manifestaciones han recorrido la capital entre consignas que reivindicaban una mayor respuesta ciudadana e institucional frente a esta lacra social.
En esta ocasión, el feminismo ha vuelto a alzar la voz dividido: a las 18.30 horas arrancó la marcha convocada por el Foro de Madrid y el Movimiento Feminista de Madrid, desde Alcalá con Gran Vía hasta Plaza de España. Media hora más tarde, Comisión 8M ponía en marcha otra columna con Atocha como origen que ha llegado hasta Jacinto Benavente.
Pese al frío propio del otoño madrileño, miles de ciudadanos han participado en un 25N en el que se ha visto mezcla de generaciones, mujeres y hombres, familias con niñas y niños, y una misma idea: "Ni una menos, vivas nos queremos". Las protestas han transcurrido con normalidad y han contado, también, con la presencia de dirigentes políticos.
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha pedido "grandes consensos" para avanzar hacia la igualdad y ha advertido de que "no caben medias tintas" ante la violencia de género. También ha celebrado el nombramiento de Teresa Peramato como fiscal general del Estado, recordando su dilatada trayectoria y su dedicación a luchar contra los crímenes machistas.
Manifestantes congregadas en la tarde del 25 de noviembre en calle de Atocha.
A la marcha del Foro de Madrid han acudido las ministras Elma Saiz e Isabel Rodríguez. El diputado Jaime de los Santos ha encabezado la delegación del Partido Popular en esta convocatoria, mientras que Sumar y Podemos han optado por la manifestación de Comisión 8M, con Verónica Martínez Barbero e Ione Belarra entre los asistentes.
La presencia institucional ha convivido con críticas. Entre las pancartas se leía "Ministra Redondo, dimisión", reclamo que coincide con un momento de crisis interna en su departamento agravada por la última incidencia de las pulseras antimaltrato en noviembre. Otras cartulinas denunciaban el escándalo de los cribados y subrayaban que "los recortes matan".
En la manifestación convocada por la Comisión 8M, cuyo lema ha sido Todas y todes contra la violencia racista y patriarcal, el mensaje se ha repetido a golpe de consigna: "No estamos exagerando, nos están asesinando", "No es no, lo demás es violación", "La calle, la noche, también son nuestras", "Ninguna agresión sin respuesta", se ha escuchado.
En las pancartas y en los cánticos se ha hecho visible el cruce entre feminismo, antirracismo y desigualdad social. "Ningún ser humano es ilegal", resonaba en el camino hacia Jacinto Benavente. Otros resumían el impacto de la pobreza energética y la vivienda en clave de género: "Qué casualidad, qué casualidad, tantas mujeres pobres sin luz y sin hogar".
Dos manifestantes sujetan una pancarta en homenaje a Gisèle Pelicot.
La memoria también ha estado presente con mensajes en recuerdo de mujeres como la francesa Gisele Pelicot —víctima de las agresiones sexuales de su marido y otros 50 hombres durante 10 años, hoy convertida en un símbolo de resistencia—y consignas como "Lucrecia, hermana, nosotras no olvidamos", "Samba, hermana…", "Berta…", "Mariele…".
Una capital contra la violencia
Las voces anónimas ayudaban a dibujar el ambiente. Saturnino, de 64 años, explicaba por qué estaba allí. "Por respeto a las mujeres y por amor", decía, señalando a su pareja. "Pedimos que no haya muertas y que se acabe la explotación del patriarcado. La mujer se tiene que liberar", pedía en declaraciones a esta revista.
Su mensaje iba también dirigido a quienes equiparan machismo y feminismo: "Que haya gente que piense que son equivalentes es un error tremendo. España ha avanzado mucho, pero podría haberlo hecho más. Hoy reclamo a las administraciones unidad, unidad y unidad. Siempre y por delante de todo".
Derenza, italiana, ha acudido con su hija. Para ella era importante estar y traerla: "Debemos estar aquí para luchar por nuestros derechos y creo que los niños y niñas también tienen que formar parte de esta causa porque, al fin y al cabo, son nuestras generaciones y las que marcarán cómo va a ser el futuro", explicaba.
Una de las pancartas que se han dejado ver en la protesta convocada por la Comisión 8M.
Un poco más atrás, María del Prado, junto a sus amigas, ambas llamadas Carmen, resumía el motivo de su presencia con una frase sencilla: "Hoy venimos por las muertes que siguen produciéndose en 2025. Reivindicamos eso, lo que dicen con el megáfono, que ni una menos".
Su indignación se dirige al negacionismo. "Que haya quienes se dediquen a provocar y a ir en contra de los principios fundamentales de la democracia nos indigna", lamentaba. "Que volvamos a esto, que después de tantos años tengamos a gente cuestionando esta violencia, me hace preguntarme: ¿Qué hemos hecho mal?".
La preocupación por la idea de que los discursos reaccionarios estén calando entre los más jóvenes aparecía también en las palabras de Sofía y Belén, dos chicas de 23 años. "Hay que acabar con esto que está matando a tantísimas mujeres”, decían, en alusión a las 39 víctimas de feminicidios contabilizadas desde enero de 2025.
"Es muy peligroso que la gente niegue algo que se puede ver; las cifras, las edades, los nombres están ahí, no se puede ignorar algo así", lamentaban estas asistentes a la cita, que forman parte de una generación Z con más información que nunca, pero también más expuesta a la aparición de relatos y personalidades que desde las redes llaman a regresar a roles de género del pasado.
Las jóvenes tampoco olvidan la dimensión económica de la violencia de género. Con frecuencia, la falta de recursos dificulta la capacidad de las víctimas para tomar decisiones, salir de relaciones abusivas o acceder a un empleo digno. Por ello, insisten en la necesidad de que las instituciones "destinen más recursos a ayudar a quienes sufren" para poder romper el ciclo del maltrato.
Un 25N marcado por los cambios
A lo largo de la jornada, la Delegación del Gobierno ha calculado que han participado alrededor de 5.000 personas —dos millares menos que el año pasado— organizadas en dos convocatorias que reflejan la propia división del movimiento feminista debido a las posturas diferenciadas del mismo respecto a cuestiones como la ley trans o la prostitución.
Este año, el 25N ha tenido lugar en un contexto marcado por cambios en materia normativa y judicial. A finales de septiembre, el Consejo de Ministros y Ministras aprobó el anteproyecto de Ley Orgánica de medidas en materia de violencia vicaria.
