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Con motivo de la conmemoración del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, España se mira al espejo y descubre una realidad: su sociedad aún no llega a un consenso a la hora de concebir —o de atajar— los ataques machistas. Así se desprende del último estudio elaborado por SocioMétrica para EL ESPAÑOL | Magas.

El sondeo, el primero de este tipo que se lleva a cabo desde la revista de la mujer de este diario, ofrece una radiografía exhaustiva sobre cómo tiene lugar, hasta qué punto se detecta y la magnitud del problema. Un informe completado con la mirada de cuatro expertos que ofrecen su lectura de las cifras de la percepción de este fenómeno en 2025.

La experiencia en pareja

El cuestionario arranca por lo más delicado: el reconocimiento de la experiencia propia. En el conjunto de la población, un 14,4% responde que cree "haber sufrido violencia por parte de una pareja" en algún momento de su vida. El 80,7% dice no haberlo hecho nunca, y un 4,9% prefiere no pronunciarse al respecto.

Plantean haber atravesado una situación así el 17,9% de las mujeres y el 11,1% de los hombres. La abogada especializada en género y presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro, subraya que esta brecha entre la percepción —el hecho de que los porcentajes no sean altos— y experiencia tiene que ver con la dificultad de nombrar el maltrato.

Las víctimas, explica, a menudo tienen normalizadas conductas de control o dominación, dependen económica y emocionalmente de sus agresores y no valoran el riesgo real que corren, en un contexto donde se puede pasar "de 0 a 100 en segundos", de una amenaza a un ataque letal. El sociólogo y escritor Álvaro Soler añade otra capa: el peso del estigma.

Recuerda que "una persona que ha experimentado violencia puede sufrir mucho a nivel psicológico por lo que acarrea tener la etiqueta del maltrato". En este escenario, el formato de la encuesta marca la diferencia, haciendo que mujeres y hombres se abran por igual: "Que sea anónima puede ayudar a que mucha gente supere la dificultad de reconocerse".

Sin embargo, el hecho de que entre quienes se identifican como afectados y afectadas sólo haya una diferencia de 6,8 puntos porcentuales lleva a hacer una pregunta a la ciudadanía: ¿la violencia se ejerce por igual entre ambos sexos?

¿Violencia simétrica o desigual?

El siguiente bloque deja la experiencia personal para entrar en la percepción general de los españoles, visiblemente dividida: el 42,9% considera que esta es perpetrada en la misma medida por ellas y por ellos —la franja de edad que más emplea esta respuesta es la que se encuentra entre los 17 y los 35 años—, frente al 54,8% mayoritario que responde que no.

La periodista Ana Bernal-Triviño insiste en que, frente a esta idea de simetría, la respuesta pasa por mirar los datos: 38 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año por violencia de género —el número, confirmado por el Ministerio de Igualdad, asciende a 1.333 desde 2003—. Una cifra que, recuerda, "revela una raíz estructural".

La encuesta de SocioMétrica captura una discusión muy presente en la calle: hay quien tiende a percibir los conflictos en pareja como un fenómeno bidireccional y quien defiende que existe una asimetría clara. El resultado refleja que no hay consenso sobre cómo se concibe esta realidad en el país.

Besteiro vincula el aumento de quienes ven el fenómeno como "igual por ambos lados" con cambios más amplios en el clima social. Recuerda que "cuando se aprobó la Ley Integral contra la Violencia de Género en 2004 existía unanimidad sobre la gravedad del problema". Hoy, en cambio, "el discurso negacionista se ha colado y se refleja en los datos".

Los españoles como testigos

A la pregunta sobre si han presenciado episodios de violencia de género, un 49,5% de la media afirma que sí —frente al 49,1% que responde que no y al 1,4% que no contesta—. Es decir, casi la mitad de la población asegura haber sido testigo en algún momento de esta situación, lo que contrasta con ese 14,4% de personas que admitían poder haber sido víctimas alguna vez.

Para Besteiro, el contraste entre un país donde casi la mitad dice haber visto un caso así y otro donde sólo una minoría se reconoce como víctima refleja la profundidad del "daño estructural". La sociedad es capaz de identificar escenas graves cuando las observa desde fuera, pero muchas mujeres siguen sin colocar lo que viven en casa dentro de la categoría de maltrato.

María José Rodríguez Rojas, abogada y experta en igualdad, cree que aquí la clave es el reconocimiento. "El primer paso para que una persona le ponga freno a la violencia es poder detectarla y ser consciente de que la está sufriendo", resume. Por eso, defiende que la educación emocional y la alfabetización en violencia de género dan herramientas para ser capaces de señalar conductas.

Entre quienes dicen haber visto un caso, la mayoría son mujeres (57,6%). Y por edades, el foco se ajusta todavía más: en la franja de 17 a 35, el porcentaje sube hasta el 59,5%. Ese es uno de los datos clave que vertebran este reportaje: prácticamente seis de cada 10 jóvenes dicen que, al menos una vez, han visto una agresión machista.

Que esa cifra se concentre precisamente en ellos no es casual. Son generaciones que han crecido con el término 'violencia de género' incorporado al lenguaje público, a las campañas institucionales y a la escuela; muchos de los mayores de esa franja incluso estaban frente al televisor en 1997, cuando el caso de Ana Orantes abrió por primera vez un gran debate al respecto en horario de máxima audiencia.

Aun así, que sean mayoría los jóvenes que digan haber presenciado una agresión da la medida de la magnitud del problema: no se trata de algo excepcional, sino ante una realidad que, pese a los avances en igualdad, aún forma parte de su paisaje cotidiano.

¿Qué harían los españoles cuando ven un caso? El 63,2% no dudaría en "avisar a las autoridades" —ahí se encuentran sobre todo las mujeres, 72,4%—; un 26,3% trataría de "mediar en ese instante" —aquí quienes más se atreven a hacerlo son los varones— y solamente un 4,1% de la media dejaría que "resuelvan solos el problema".

La juventud, ¿concienciada?

El siguiente bloque pretende explorar si las nuevas generaciones tienen una percepción distinta respecto a la violencia machista que sus predecesores. El 34,6% cree que sí, frente al 35% que opina todo lo contrario y el 20,7% que considera que no ha habido avances destacables respecto a otras épocas. El resto, el 9,7%, no se posiciona.

Si se amplía la fotografía de quienes no perciben un progreso en los jóvenes, llama la atención cómo la composición es bastante equilibrada: de hecho, un 32,8% de quienes ofrecen esa respuesta se encuentran en la franja de 17 a 35 años; junto a ellos, el 39,3% tienen de 36 a 59, y el 30,6% restante de 60 en adelante.

Es decir, la idea de que la juventud está menos sensibilizada no llega únicamente “desde arriba”: también una parte significativa de los propios chicos y chicas suscribe esa percepción. Paradójicamente, al mismo tiempo, son también ellos quienes más dicen ver episodios de violencia. "Los datos reflejan a una sociedad que da pasos hacia atrás", advierte Bernal-Triviño.

Por su parte, Soler introduce un matiz: los Z, millennials, etcétera— son generaciones que, "en su mayoría, tienden a apoyar el feminismo o, por lo menos, a no ser negacionistas de la violencia de género". Pero advierte de que conviven con discursos muy potentes, "antiintelectuales, anticientíficos, etcétera" que van en sentido contrario.

Rojas secunda sus palabras y alerta del riesgo de dar por lograda la igualdad. "No podemos retroceder en los avances. Hoy circula una falsa creencia de que ya hemos alcanzado la paridad plena, pero queda mucho camino por recorrer para conseguirla a nivel real y efectivo entre todas las personas".

De ahí que insista en reforzar la educación desde edades tempranas, algo que, según se extrae de la propia encuesta de Magas | EL ESPAÑOL, también propone el 75,8% de los españoles como principal medida mitigadora de la violencia de género, junto a un mayor apoyo en el entorno cercano (49,9%) y la mejora del sistema VioGén (35,5%).

Contenidos no consentidos

El cuestionario entra después en un fenómeno muy concreto, ligado al uso de las redes y la mensajería: "¿Has recibido algún vídeo sexual de una mujer difundido sin su consentimiento?", reza la pregunta, en la que solamente un 5,4% reconoce que sí. Un porcentaje que aumenta al 12,3% en el caso de los jóvenes.

La encuesta de SocioMétrica da un paso más y pretende conocer, en estos casos, cómo se ha actuado al respecto. Un 6,4% de la población afirma "haber dado aviso a las autoridades", un 2,5% ha "avisado al emisor del delito y frenado la cadena de envío", otro 2,4% ha optado directamente por informar "a la víctima".

Desde el prisma de la sociología, Soler destaca que la difusión de contenidos sexuales sin consentimiento, así como fenómenos hoy presentes como los deepfakes, la sextorsión y el auge de cadenas de mensajería destinadas a compartir imágenes íntimas sin conocimiento de quienes aparecen en ellas se inserta en una lógica más amplia de control y poder.

En esa combinación, afirma, "el cuerpo de la mujer es visto como una mercancía, es cosificado, por tanto, se entiende que se puede acceder a él. Quien difunde esos materiales está vulnerando a la afectada como sujeto de derecho y como persona".

El mapa del delito

La parte final del cuestionario pregunta por escenarios: "¿Has sufrido o presenciado algún acto de violencia machista en alguno de estos lugares?". Los tres entornos más señalados son las redes (28,9%), los espacios de ocio (25,7%) y el ámbito laboral (19,4%). A cierta distancia aparecen otros como el transporte, los centros educativos o las prácticas deportivas.

La importancia de la esfera digital y lúdica se acentúa entre los jóvenes: son los contextos donde más tiempo pasan y donde con más claridad identifican actitudes o comportamientos inscritos en la categoría de violencia machista. El trabajo, por su parte, aparece como un entorno relevante para las franjas de edad intermedia, en las que el empleo tiene más peso en la vida diaria.

La radiografía que deja el estudio, cruzada con las voces expertas, es compleja, pero no necesariamente pesimista. Muestra una sociedad que discute, una juventud que ve más violencia de la que querría y una parte importante de la población que asegura que intervendría si presenciara una agresión.

El reto, coinciden las personas consultadas, pasa por afinar los conceptos, reforzar la educación emocional, exigir responsabilidad y sostener el consenso institucional. También, como resume Rojas, por construir "relaciones sanas, basadas en el respeto, la igualdad y la libertad".

Ficha técnica

Se han realizado 1.500 encuestas a españoles con derecho a voto, sistema CAWI-Panel entre los días 15 a 18 de noviembre de 2025. La muestra se ha equilibrado en fases sucesivas mediante cuotas de sexo, edad, provincia, y recuerdo de voto. El ajuste de la convergencia por interacción para el total nacional es del 97% (no procede error muestral por tratarse de un muestreo no probabilístico). El estudio ha sido realizado por la empresa SocioMétrica, miembro de I+A y dirigida por Gonzalo Adán, doctor en Psicología Social y DEA en metodología de las ciencias del comportamiento.