Era el acontecimiento más esperado, no sólo por la importancia del mismo sino por volver a ver en público a Meghan Markle, un miembro de la realeza que despierta pasiones y odios casi en la misma medida. Lo que nadie puede negarle a la duquesa de Sussex es su magnetismo, su entrega a las causas que defiende y, por supuesto, su estilazo.
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Tras unos meses sin asistir a eventos públicos, la esposa del príncipe Harry viajó a Düsseldorf (Alemania) para estar junto a él en la nueva edición de los juegos Invictus, una de las citas más importantes de su agenda. Fueron creados en 2014 por el hijo menor de Carlos III en favor de los soldados heridos que compiten en diferentes disciplinas deportivas, superando sus discapacidades.
Curiosamente, también fue este acontecimiento el elegido para la primera aparición de la pareja tras confirmar su noviazgo, en 2017. Este 2023, Meghan vuelve a ser la estrella de la jornada final con un estilismo discreto pero lleno de detalles a analizar y una actitud cercana y natural que siempre conquista. Aunque llegó unos días más tarde que el príncipe, pronto recuperó el protagonismo. "Lamento haber llegado un poco tarde a la fiesta. Me siento muy orgullosa de formar parte de esta familia Invictuscon todos vosotros y estoy agradecida por todos los que estáis aquí", dijo sobre el escenario.
Meghan ha repetido su gama habitual de colores para los Invictus, pues siempre recurre a tonos básicos como el blanco, negro o nude. En esta ocasión, la exactriz ha sorprendido luciendo una prenda asequible, sin recurrir a sus firmas couture preferidas como Dior. Se trata de un vestido camisero de manga tres cuartos y falda plisada de la firma estadounidense Banana Republik que además está rebajado.
Su precio original era de 130 euros y ahora puede adquirirse por sólo 65. Le añadió un cinturón de piel negro de Bottega Veneta y salones del mismo color de Aquazzura. El vestido alargaba y estilizaba la figura de Meghan que, además, parece hacer perdido algo de peso en los últimos meses.
Si el vestido era low cost, el precio total del estilismo se sube por las nubes al tener en cuenta las joyas que llevaba puestas. No faltaba su reloj Cartier, el modelo Yellow Gold Tank Française, valorado en unos 15.000 euros, y tampoco el brazalete Love de la misma firma de 8.000 euros. En las manos, varios anillos de Lorraine Schwartz.
En cuanto al look de aeropuerto que eligió para viajar de Los Angeles a Alemania tuvo como protagonista el negro y las marcas americanas, con algún toque francés. Markle llevaba pantalones de Ulla Johnson, jersey de pico de J Crew, zapatos blancos destalonados de Valentino y un shopping bag de Maison Goyard, del que sobresalía un pañuelo estampado de Hermès.