Reinas y princesas de todo el mundo ocupan los primeros puestos en la lista de las más elegantes, pero entre ellas, Rania de Jordania se perfila como el icono por excelencia. Su manera de entender la moda y el mensaje empoderador que transmite a través de ella la convierte en un caso único dentro de las monarquías actuales. No en vano lleva más de tres décadas siendo Reina, con una imagen institucional impecable y una agenda en la que las mujeres y la comunidad rural de su país tienen suma importancia.

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Este jueves 31 de agosto, la esposa de Abdalá cumple 53 años y el pasado mes de junio celebraba su 30 aniversario de boda con el soberano hachemita, fruto del cual han nacido cuatro hijos que son su tesoro más preciado. Rania, al igual que hizo anteriormente su antecesora en el cargo, Noor de Jordania, es una de las reinas  consortes más admiradas por su impecable estilo y por la maestría con la que desempeña sus deberes reales.

Ha renovado la imagen de la mujer árabe con una estrategia perfecta: combina sin estridencias la tradición con el glamour de la alta costura. No suele llevar velo, salvo en ocasiones contadas, pero mantiene unas normas no escritas de protocolo y moral en su vestimenta más occidental. Es parte del secreto de su éxito.

Su forma de vestir es diferente y adaptada a sus actos oficiales. Es en sus visitas al extranjero, ya sea por viajes de Estado, bodas o eventos cuando brilla con las tendencias más punteras de firmas como Dior (una de sus preferidas), Vuitton o la española Loewe, por la que siente auténtica devoción. Normalmente, elige prendas de largo midi, manga larga o tres cuartos y prescinde de los escotes: un dress code que se ajusta a su cultura y religión.

Los caftanes son una pieza fundamental de su armario oficial y también del mensaje. Rania siempre los lleva en actos que tienen que ver con la comunidad rural de su país, especialmente en los proyectos encabezados por mujeres, como muestra de respeto a la tradición y también como formar de poner en valor su propia identidad. Es una reina feminista que empodera a las jordanas para que reclamen su puesto en la sociedad. También pone en valor el talento de los jóvenes y de los artesanos y trabajadores del campo.

En su hoja de ruta oficial tiene como prioridad mejorar la calidad de la educación de los niños, y particularmente de las niñas exigiendo que sean matriculadas en las escuelas para labrarse un futuro. Ella obtuvo una licenciatura en Administración de Empresas de la Universidad Americana de El Cairo en el año 1991, comenzando su carrera en el sector bancario de Jordania y luego en el campo de las tecnologías de la información.

Quizá nunca soñó con ser Reina, pero conocer al entonces príncipe Abdalá durante una cena en 1992 cambió su destino. Fue amor a primera vista y en seis meses llegó el compromiso. El 10 de junio de 1993 se casaban en el Palacio Zahran de Amman y Rania ya daba muestras de su gusto por la moda eligiendo un diseño del británico Bruce Oldfield que, curiosamente era uno de los preferidos de Isabel II y lo es de Camila. Entonces dejó su trabajo para entregarse a la Corona, aunque no fue hasta 1999 cuando su esposa subió al trono y la nombró reina consorte.

Desde aquel momento, Rania de Jordania ha escrito mil y un capítulos de su propia leyenda, una leyenda en la que su pasión por la moda siempre ocupa titulares a nivel internacional, pero que no opaca lo verdaderamente importante para ella: su deber. El espíritu solidario de esta mujer nacida en Kuwait de padres jordanos, se ve plasmado en la creación de instituciones benéficas como el Museo de los Niños para potenciar su amor por el conocimiento, la Fundación Río Jordán, que entre otras cosas lucha contra la violencia infantil, y la Fundación Reina Rania para la Educación y el Desarrollo.

Como referente fashion, algunos de sus estilismos han hecho historia. Nadie puede olvidar la camisa blanca con falda rosa de encaje, ambas piezas firmadas por Givenchy, que lució en la boda de Felipe VI y Letizia en 2004, tampoco el Valentino con plumas que llevó en la gala Met de 2016. Un repaso a algunos de sus últimos looks la confirman como el icono de moda que es.