Un dicho popular, y machista, asegura que "detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer", aludiendo al trabajo menos visible que hace la esposa en la familia y que permite al marido centrarse únicamente en sus responsabilidades laborales y ascender, promocionar, triunfar.

La réplica feminista es que "detrás de una gran mujer, siempre hay un sonado divorcio", en alusión también a las pocas veces en estas décadas que un hombre asume que está por detrás, laboralmente, que su mujer y la ayuda en su promoción y éxito.

Ahora, un estudio publicado en la revista de American Economy Association en 2020, apoya con datos esta realidad. La investigación de Olle Folke y Johanna Rickne, tras estudiar cómo los ascensos a puestos altos afectan a la posibilidad de un divorcio, comparando trayectorias de hombres y mujeres, llega a la conclusión de que la promoción en las mujeres duplica las probabilidades de romper su matrimonio, algo que no ocurre en los hombres.

De hecho, el estudio no detecta ningún cambio en el estatus matrimonial de los trabajadores hombres recién ascendidos como sí ocurre con ellas. 

La investigación de los dos analistas suecos se centra en los tres años posteriores al ascenso del trabajador y no sólo en el sector privado , sino también en el público. En ese tiempo, un 15% de las trabajadoras promocionadas ya se había divorciado. Y a los ocho años, la ratio llegaba a una de cada cuatro separadas.

Además, no todos los tipos de pareja se comportan igual. Folke y Rickne insisten en que la edad y la diferencia salarial son clave en el comportamiento que tuvo la pareja, tras el ascenso de la mujer.

De hecho, sus conclusiones son que las separaciones se dan con más frecuencia en aquellas parejas en las que el marido es mucho mayor o que con el ascenso es la mujer la que rompe el modelo habitual de mayor proporción de ingresos por parte del hombre. Es decir, cuando ellas llegan a aportar a la familia más del 40% de la renta.

En este caso, el estudio advierte de que se sigue manteniendo en la mayoría de los países un modelo laboral y familiar en el que se favorece la promoción de los hombres mientras que las mujeres asumen un mayor porcentaje de trabajo y carga en el hogar y en el cuidado de menores y mayores.

Muchas veces, estos ascensos amenazan esta situación y es cuando se produce la ruptura, según se desprende del estudio. Y no sólo por el mayor empoderamiento económico de la mujer, sino también porque se necesita un reajuste del tiempo en la casa que obliga a renegociar los roles que ocupan cada uno en el esquema familiar.

El estudio también advierte de que las trabajadoras que acaban divorciándose son, precisamente, las que menos ayuda reciben en las tareas familiares por parte de sus maridos o parejas. Mientras que las parejas donde hay mayor igualdad de género, tienden a mantenerse unidas durante más tiempo.

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